Ernesto Buenaño

El Perú ha sido históricamente uno de los grandes protagonistas de la pesca mundial. No solo por la riqueza de su mar y la abundancia de especies como la anchoveta, sino también por el desarrollo de una industria que ha sabido reinventarse y adaptarse a los desafíos del entorno, poniendo como eje central la sostenibilidad y el manejo responsable del recurso.

En los últimos años, este compromiso ha sido reconocido internacionalmente. Instituciones como la FAO o universidades como YALE y Columbia han destacado el modelo peruano de pesca industrial, especialmente el de anchoveta, como ejemplo de cómo se puede combinar productividad con conservación. Es un orgullo que debe inspirarnos a seguir en esa misma línea.

Hoy, con el inicio de una nueva temporada de pesca, el país tiene nuevamente una oportunidad única para reafirmar su liderazgo global. Las condiciones oceanográficas son propicias, el recurso está presente, y el marco científico-técnico sigue demostrando que es posible operar con responsabilidad, cuidando tanto al ecosistema como a quienes dependen de él. Aprovechar esta coyuntura con visión de largo plazo no solo impactará positivamente en el Producto Bruto Interno (PBI), como ya ocurrió en enero con un crecimiento del 23.5% en el sector pesca, sino que permitirá continuar generando empleo, inversión y bienestar para miles de familias que dependen de la pesca.

Es importante mencionar que toda decisión respecto a las actividades que se desarrollan en el mar debe basarse, como ha sido hasta ahora, en criterios científicos y de sostenibilidad. Debemos continuar monitoreando rigurosamente el estado de la biomasa, el respeto por las vedas, y una clara apuesta por la trazabilidad y la transparencia.

Además, debemos mirar con atención hacia el sur del país. Esta zona, tradicionalmente pesquera, aún no ha logrado reactivarse plenamente tras decisiones políticas y eventos climatológicos del pasado. Su correcto y oportuno retorno a la actividad puede convertirse en un motor adicional para la industria, siempre que se haga bajo estándares técnicos basados en la ciencia. Reactivar el sur no es solo una necesidad económica: es una oportunidad para ampliar el impacto positivo de la pesca bien hecha.

No dejemos pasar el momento. En un país con un ecosistema tan dinámico como el nuestro, las ventanas de oportunidad no son eternas. Hoy el mar nos brinda las condiciones necesarias; depende de nosotros estar a la altura. Sigamos demostrando que es posible crecer protegiendo, generar valor cuidando y avanzar sin comprometer el mañana.

Porque una pesca sostenible no es solo una meta ambiental: es la base de un país que quiere crecer con responsabilidad y orgullo.

Ernesto Buenaño, gerente de operaciones de pesca de TASA

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