Martín Vizcarra
Martín Vizcarra
Gonzalo Carranza

El propio  parece sorprendido por la forma en que los medios de comunicación y algunos sectores interpretan su uso del lenguaje. “Cuando decimos ‘’ y veo en los titulares ‘se va a evaluar’, ¡pero si esa es nuestra obligación por cada medida que sacamos! Nosotros evaluamos todas las medidas que tomamos”, dijo el miércoles pasado, tratando de poner paños fríos a una .

Evaluar es un verbo inofensivo que, sin embargo, ha sido pervertido en las últimas semanas por un Gobierno indeciso. Según la Real Academia, su primera acepción es: “Señalar el valor de algo”, ya sea este escaso o abundante. Pero en el diccionario del inicio de la administración Vizcarra, “evaluar” se ha vuelto una especie de sinónimo de revertir una decisión o una política pública en favor de un grupo organizado con intereses particulares.

Un día antes, el mandatario había dicho, textualmente, lo siguiente: “No anuncio un retroceso, anuncio una evaluación”. El mensaje parecía claro, y sin embargo, el propio mandatario lo acompañó con una frase que sesgaba la comunicación en tiempos de amenazas de paros por las (equivocadas) quejas de que el alza del ISC estaba generando aumentos de precios por doquier: “Si afecta al pueblo, haremos un ajuste”. No faltó quien en Twitter dijera que el “no vamos a retroceder, vamos a evaluar” era el nuevo “no se cayó, se desplomó” o “no es copia, es plagio”.

Además, las palabras no significan solo lo que dicte la RAE, sino que la propia situación –los interlocutores y el contexto– las pueden llenar de sentido. Y, así, en el caso de “evaluar”, se van sumando casos en los que este término no significa la estimación o cálculo de un valor, sino el inicio de una reculada por parte del Ejecutivo. Se evaluaron los lotes de Tullow y las tarifas de agua de la EPS Moquegua, y en ambos casos el Ejecutivo cedió frente a grupos organizados para generar presión.

Por otro lado, argüir ante cada problema que “se va a evaluar” el asunto nos muestra a un Gobierno que, si bien apuesta por la tolerancia y el diálogo, no tiene claridad alguna de dónde trazar las líneas de no cesión en los debates, ni mantiene posiciones articuladas y coordinadas sobre políticas públicas.

En su afán de alejarse de PPK, Vizcarra olvida que fue elegido dentro de una plancha que se identificaba con un plan de Gobierno y una visión definida de la economía, donde ya muchos temas se estudiaron en su momento y quedaron zanjados en una opción electoral. Vale decir que existen polémicas en las que a Vizcarra y su gabinete no les quedaría nada que evaluar, pero sí mucho por decidir.