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"Innovación: una apuesta de largo plazo", por Francisco Pinedo - 2
Redacción EC

Tras 20 años estudiando las prioridades de los CEO en diferentes continentes y sectores económicos, este 2016 deja claro que la ya no tiene rivales en el podio de retos de la alta dirección empresarial.

Si en los años 90 experimentamos el declive del ‘branding’ como herramienta para la diferenciación y durante los 2000 –con el impulso de las redes sociales y el ‘word of mouth’– vimos el retorno a la importancia de la calidad del producto y el servicio como elemento esencial para obtener la preferencia del mercado, todo indica que esta década se caracterizará por el impulso a la innovación como palanca para generar crecimiento y combatir economías ralentizadas.

El estudio 2016 Global Innovation 1000 deja en claro que hay enormes diferencias en las velocidades con las que avanzan diferentes países (Estados Unidos vs. el mundo) y sectores (tecnología y salud vs. el resto) hacia la misma dirección. Es muy importante notar que estas diferencias también se evidencian en el crecimiento de la valorización de mercado de los países y sectores más innovadores. 

Estudio 2016 Global Innovation 1000, de PwC (Fuente: El Comercio)

¿Cómo estamos en el Perú en lo que se refiere a innovación? Mucho mejor. Este año hemos visto que ya no son solo los grandes grupos económicos los que hacen apuestas reales por la innovación, y que en organizaciones líderes o emergentes cada vez hay más personas, equipos y áreas enfocadas en estos temas.

También apreciamos que se ha creado conciencia entre tomadores de decisión en cuanto a que la innovación es un medio y no un fin (debe perseguir un objetivo de negocio) y que la clave del éxito para innovar no son las ideas (que dentro de la organización hay más que suficientes), sino las plataformas, estructuras, sistemas y procesos que las habilitan y aseguran su implementación. 

Rentabilidad
Sin embargo, hay una dimensión en las que estamos quedando atrás: visión de largo plazo. Muchas compañías que compiten en el mercado peruano ya han dado pasos interesantes en temas de mejora continua e innovación incremental, que requieren inversiones menores y de riesgo controlado, pero cuyo retorno relativo es aceptable cuando mucho.

Para decirlo más claro: varios ya están innovando, pero pocos realmente están haciendo más dinero gracias a inversiones en innovación. Esto se debe a que apenas los niveles de retorno se vuelven “borrosos” o los períodos de recuperación se alargan, por más que las ideas sean reconocidas como genialidades, terminan siendo enterradas en un cajón. A ello hay que sumarle que muchos gerentes peruanos aún no están listos para tener ese tipo de discusiones de largo plazo con sus directorios. 

Pero esta reacción no es atípica. Varios de los países que hoy destinan cifras enormes a la innovación tuvieron el mismo problema, solo que ya terminaron esa etapa. Si vemos a quienes hoy son considerados como los mejores innovadores, es posible reconocer un punto de inflexión en su abordaje al innovar y fue cuando transformaron sus sistemas para la medición del desempeño de proyectos de innovación.

Tal y como difundieron importantes autores, como Clayton Christiansen y Chunka Mui en la década pasada, las compañías más innovadoras clasificaban sus proyectos en tres tipos: a) stay in business (proyectos para mejorar los productos y servicios existentes, o para mantener su distancia frente a competidores), b) ROI projects (proyectos que apuntaban a generar crecimiento rentable y a generar retornos atractivos) y c) Option creating projects (grupo de ideas que si bien no dejaban claro cómo sería en capitalizadas en un futuro, se sabía que alguna de ellas transformarían las categorías en las que compiten).

La clave estuvo en que a cada grupo de proyectos se les pedía tipos de retornos distintos, permitiendo así que al menos un grupo de iniciativas apuntara a generar verdadera disrupción, siempre y cuando otras mostraran inversiones razonables con retornos controlados. Pasaron algunos años y los directorios fueron cada vez más tolerantes a este tipo de proyectos que, eventualmente, fueron los que revolucionaron sus respectivas categorías.

Este año ya tenemos una multinacional peruana entre las diez mejores compañías donde trabajar a nivel mundial. Siendo un país de creativos y emprendedores, no debería pasar mucho tiempo para que veamos otro de los nuestros pero en el Top Ten de mejores innovadores.