(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)

En el Perú, cuando los precios de los minerales se recuperan, automáticamente el concierto de los indicadores que definen el pulso de nuestra  vuelve a mostrar un comportamiento positivo.

Por ello, no debe sorprender este año que nos acerquemos al 4% de crecimiento del PBI, que progresivamente regeneremos recaudación tributaria y que el déficit fiscal sea aun menor al 3,5% del PBI presupuestado, que nos aproximemos a cifras récord de exportaciones y que nuestra balanza en cuenta corriente presente un déficit manejable de alrededor del 2% del PBI.

Lo más importante es que el próximo año se proyecta mejor aun. Para el 2019 todos los estimados de alza del PBI están encima del 4% y, como si fuera poco, al igual de lo que hemos sostenido en otras ocasiones en El Comercio, el mismo FMI ha anunciado que el crecimiento de mediano plazo del Perú estará por encima del 4% los próximos tres años.

Con lo reseñado continuaremos con el liderazgo en el crecimiento económico de la región mostrado durante la última década. Liderazgo que se explica también por los fundamentos logrados a inicios de la década de los noventa. Las reformas estructurales emprendidas entonces continúan dando frutos. Lo único que se ha hecho los últimos años es cosechar lo sembrado, a pesar de que la tarea pendiente aún es amplia.

No obstante ello, el Perú ha demostrado esta última década resultados sorprendentes. Nunca antes tuvimos, por un período tan prolongado, cifras que destacaran tanto en Latinoamérica. Durante la última década, la economía peruana ha logrado un crecimiento promedio anual de algo más de 5%, más del doble del 2,3% mostrado por la región; la inflación promedio llegó a 2,1%, menos de la mitad del 5,8% latinoamericano; nuestras reservas internacionales netas representaron casi el 32% de nuestro PBI cuando en la región fueron la mitad; el endeudamiento público promedio solo alcanzó el 24% de nuestro PBI contra un 52% regional; y como si ello fuera poco, logramos reducir casi 30 puntos porcentuales la pobreza, el doble de lo que logró en dicho ambiente toda Latinoamérica. ¿Sabemos dónde estamos? ¿Sabemos dónde estamos haciendo empresa?

A pesar de las fuertes limitaciones que aún presentamos en materia económica a nivel estructural, a pesar de que nuestro largo plazo es aún limitado, a pesar de la mediocridad de nuestra política, nuestra economía sigue dando muestras de una generosidad insospechada.

La verdad, pienso que aún no sabemos bien quiénes somos, ni dónde estamos ubicados. Eso, en parte, explica nuestra baja autoestima y limita el camino para tomar un nuevo impulso a favor de un mayor éxito. Los últimos años el stock de inversión de empresarios chilenos en el Perú se cuadruplicó, llegando a casi los US$4.000 millones; el de origen mexicano se quintuplicó, alcanzando casi US$1.000 millones; el de empresarios colombianos subió más de 10 veces, llegando a superar los US$1.500 millones.

¿Dónde está el impulso inversor del empresariado peruano? Existe, pero falta despertarlo aun más. Solo falta, al fi nal del camino, que nos conozcamos mejor y nos apreciemos un poco más; solo un poco más.