El COVID-19 ha traído como consecuencia directa el incremento de precios en la canasta básica de alimentos. El rubro de alimentos y bebidas incrementó en 7.97%, dentro del 6.43% de inflación en el Perú en 2021- la más alta de los últimos 13 años- (Swissinfo.ch, 2022), y fue el aceite vegetal envasado (63.5%) el producto que más subió: pasó de 6.71 soles en enero a 9.42 en julio de 2021 (ComexPerú, 2021).
En 2020 la canasta básica de alimentos tenía un costo de 764 soles, mientras que en 2021 se incrementó a 806, es decir 42 soles más que en el año anterior (Rodríguez, D., 2021). Al verse en la complicada situación de que los precios de los productos alimenticios suben, mientras que su salario es el mismo, o peor aún, afrontando una suspensión perfecta o un inminente desempleo, el consumidor cambia rápidamente de producto hacia un sustituto que les resulte más barato.
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En cambio, las empresas, para hacer frente a esta problemática, toman la medida de “reducir” los productos para evitar trasladar los aumentos de costos a los clientes. Este fenómeno se conoce como “reduflación” o shrinkflation en inglés y tiene una explicación económica, ya que al reducirse físicamente la cantidad (o peso) del producto se ahorra costos y, por ende, no se pierde rentabilidad.
Los fabricantes practican la reduflación desde antes de la pandemia, con el fin de reducir el tamaño de los productos generalmente envasados entre un 10 y 15%, y así evitan subir los precios. Las empresas alimentarias justifican la reduflación por el aumento de los costos de los ingredientes, entre diversos factores.
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Las preocupaciones climáticas, los problemas logísticos por imprevistos con los contenedores y la energía, el aumento exagerado de los fletes de transportes, la carencia de mano de obra en operaciones trascendentales como el procesamiento, la movilidad y el almacenaje, así como el encarecimiento de pesticidas y fertilizantes en el campo y la electricidad, entre otros, han contribuido que a nivel mundial los costos de los alimentos estén en su mayor alza en más de una década.
Los consumidores notan que los productos de su preferencia aparecen en presentaciones que son “puro aire”. Este contexto genera un sentido malestar entre los consumidores “de a pie”, ya que terminan a la larga comprando más veces el producto porque este no rinde. Aquí proponemos algunos consejos para apalear la reduflación en los productos alimenticios:
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- Calcular el precio por unidad de medida: usar la calculadora y dividir el precio del producto entre el peso, por ejemplo: gramos, kilo, litro, etc. Toma algo de tiempo, pero permite comparar qué producto rinde más por soles/unidad de medida al realizar una compra.
- Hacer compras inteligentes: observar y analizar leyendo detenidamente las etiquetas, para evitar comprar si es que el precio supera lo que nuestro presupuesto nos permite.
- Promover el consumo local: comprar productos de pequeños agricultores y de emprendimientos locales. Así consumiremos productos más frescos y damos mayor trabajo a nuestros compatriotas, y la economía nacional se activa.
- Buscar productos con fechas de vencimiento próximas: existen alternativas interesantes de compra, con descuentos hasta del 70% en los productos, por tener fechas de vencimiento cercanas.
- Evitar el acaparamiento de productos: hay que ser solidarios y evitar adquirir en cantidades grandes, es decir, comprar solamente lo necesario. Si cada consumidor contribuye en realizar compras concienzudas, la demanda disminuirá, no existirá escasez y no causará el aumento de precio del producto. Asimismo, recordemos que no estamos solos: hay muchos consumidores que tienen familia y que también quieren disfrutar del producto que usted desea adquirir.
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El gobierno debe ser prudente en sus decisiones, ya que no es deseable un aumento en los precios que cause estragos ni en la nutrición ni en la salud del consumidor peruano. En este sentido, Ayvar (2020) menciona dos puntos de importancia sobre la labor del INDECOPI: primero, que se haga un llamado a las empresas que comercializan bienes de primera necesidad para que no eleven sus precios ni restrinjan su producción con la finalidad de obtener mayores ganancias y no se aprovechen de los consumidores y, segundo, que se realicen investigaciones sobre posibles comportamientos anticompetitivos como acuerdos entre empresas para incrementar los precios, reducir su producción o repartirse el mercado.
Hay que mencionar asimismo que muchas empresas carecen de un plan de aprovechamiento de sus recursos mediante una mejor gestión para ahorrar costos y contaminar menos. Actualmente existe un alarmante desperdicio de alimentos que podría ser bien aprovechado por los diferentes programas sociales que tenemos en el Perú, como los comedores populares y las ollas comunes. Un ejemplo de esto es vender a menor precio los productos que tengan sus fechas de vencimiento cercanas para que puedan ser aprovechados en lugar de ser desechados.
Finalmente, apelemos a la solidaridad y a la empatía de todos. Recordemos que los más vulnerables por la escasez de recursos son quienes se están viendo principalmente afectados por esta pandemia.