Según la revista The Economist, . En esa línea, un reporte del MIDIS indica que . Esta situación difícilmente se resolverá en el corto plazo y requiere especial atención porque afectará, principalmente, a los más vulnerables.

Según cálculos del IPE, . Dependiendo del tipo de producto, y entre .

En ese sentido, los indican que, durante los cuatro primeros meses de 2022, las importaciones de urea -uno de los fertilizantes más usados- sumaron solo 16 mil toneladas, 90% menos que el volumen importado en el mismo período de 2019 (145 mil toneladas). Además, el precio al que se importó dicho insumo se triplicó, al pasar de $0,30 por kilo en (el primer cuatrimestre de) 2019 a $0,93 en 2022.

Por ello, el desabastecimiento y el alto precio de los fertilizantes resulta preocupante. Frente a este escenario, los productores tienen tres alternativas:

  • Comprar caro lo poco que encuentren y tratar de trasladar el mayor costo al precio final.
  • Usar fertilizantes alternativos con menor precio y esperar que el impacto sobre el rendimiento de la cosecha no sea significativo.
  • Producir menos o nada, lo cual también que pondrá en riesgo la subsistencia de los agricultores.

En cualquier caso, sin medidas adecuadas y oportunas, la próxima campaña agrícola –que inicia en agosto– se caracterizaría por una cosecha más pequeña y con mayores precios. Este fenómeno también repercutirá sobre otras industrias. Por ejemplo, y las perspectivas no son positivas para los siguientes meses. Con menos alimentos, la producción de leche y de carne se encuentra en riesgo.

En conjunto, la crisis de los fertilizantes afectará, principalmente, a . Hoy más que nunca necesitamos de los mejores gestores públicos para evitar una crisis de hambre.