"El mayor problema del Manchester United no es el entrenador"
"El mayor problema del Manchester United no es el entrenador"
Redacción EC

SIMON KUPER
Columnista de deportes y actualidad del Financial Times

El despido de David Moyes, después de solamente 10 meses como entrenador del Manchester United, es, sobre todo, un asunto de imagen. Ninguna otra compañía británica recibe más cobertura de prensa que el United. Por lo tanto, ser su director técnico es, en gran parte, un trabajo de relaciones públicas. La imagen de Moyes lo entorpeció durante su breve reinado. Procedente del Everton, un equipo menor sin gran nombre, no poseía la estatura necesaria para desmantelar el venerado equipo del United. Entonces, cuando sus jugadores ya entrados en años no tuvieron el rendimiento necesario, y dejaron al United en el séptimo lugar de la Premier League, sus relaciones públicas le fallaron. 

Ya visto en retrospectiva, Moyes heredó problemas estructurales. Sir Alex Ferguson se retiró como director técnico del United en mayo pasado después de un glorioso reinado de 27 años, y anunció que dejaba atrás “una organización en la mejor forma posible. La calidad de esta escuadra ganadora de la liga, y el equilibrio de edades dentro de ella, augura un continuo éxito”. Esto fue falso. 

Durante décadas, Ferguson había planeado el futuro, renovando sus grandes equipos cuando se encontraban en la cúspide. Sin embargo, en sus últimos años se concentró menos en reconstruir. Consciente o inconscientemente, parece que construyó un equipo que tuvo su mejor rendimiento durante su última temporada. Incluso en agosto de 2012, cuando le compró Robin van Persie al Arsenal por 24 millones de libras esterlinas, debe haber tenido algún indicio de que él mismo se retiraría pronto. El precio de la transferencia del holandés se compensó en corto tiempo: los brillantes primeros seis meses de Van Persie en el United aseguraron el último título de Ferguson. Sin embargo, como era de esperarse, el goleador ya entrado en años y propenso a las lesiones, se lesionó nuevamente. El mejor jugador del United ha estado ausente durante la mayor parte del ejercicio de Moyes. 

Muchos de los otros jugadores iniciales que Moyes heredó – Patrice Evra, Rio Ferdinand, Michael Carrick, Ryan Giggs y Nemanja Vidic – ahora ya tienen 32 años o más. Los sofisticados exámenes físicos diarios ya comunes en los mayores clubes deben haber demostrado que estos hombres ya no cumplen con los requerimientos del fútbol de primer nivel.  

Moyes debió haberlos transferido el verano pasado. En aquel momento, aún tenían buenas reputaciones y algunos hubieran alcanzado precios de transferencia decentes. Además, al quitarse de encima sus grandes salarios, Moyes hubiera podido liberar fondos para construir un nuevo equipo más joven. 

Sin embargo, él probablemente no se atrevió a enfrentarse a los veteranos en una batalla de relaciones públicas. Sus reputaciones eran mayores a la suya: él nunca fue un gran jugador, y 11 años de un trabajo diligente e impresionante como entrenador del Everton tampoco le otorgaron un estatus legendario. Además, debe haber tenido miedo de ser culpado de los inevitables problemas de transición de un nuevo equipo. Por lo tanto, les permitió a los viejos jugadores una temporada más, y eso le costó.

La mayoría de los entrenadores tienen relativamente poca influencia en los resultados de sus equipos, según plantea Stefan Szymanski, profesor de Economía de la Universidad de Michigan, y coautor de nuestro libro “Soccerconomics”. Más bien, el factor determinante del lugar que ocupa un equipo en la liga es el salario total del equipo. El profesor Szymanski demuestra que en las primeras divisiones inglesa e italiana –promediadas durante un período de 10 años– la correlación entre el salario del equipo y su posición en la liga es de aproximadamente 90 por ciento. En otras palabras, si usted puede comprar buenos jugadores, ellos ganarán los partidos. Los entrenadores son de mucha menor importancia.  

El envejecimiento de la escuadra del United es seguramente la razón principal del pobre desempeño del equipo esta temporada, más que la falta de las habilidades motivacionales de Ferguson. La fascinación generalizada por la motivación en el fútbol está probablemente equivocada. Casi cualquier futbolista quien ha llegado lo suficientemente alto como para jugar para el Manchester United es capaz de motivarse a sí mismo. La mayoría de los jugadores juegan por sus propias carreras, más que para un club o un entrenador. Al ser observados semanalmente por millones de jueces, tienen un enorme incentivo para desempeñarse de la mejor manera posible –sea quien sea el director técnico.  

El rumor de que Moyes “perdió el control del vestuario” es seguramente exagerado también. Por supuesto los jugadores no estaban contentos con él. Eso se debía a que el equipo estaba perdiendo. En el fútbol de primera clase, los resultados a menudo determinan el estado de ánimo, no viceversa.  

En términos de relaciones públicas, la respuesta de Moyes a los malos resultados fue espantosa. Su rostro largo, triste y confundido – captado por las cámaras de televisión siempre que el United permitía un gol – se convirtió en el símbolo del malestar de su equipo. Ferguson, un maestro de las relaciones públicas, solía responder a las derrotas con ira. Eso desviaba la culpa hacia el árbitro, o, implícitamente, hacia sus jugadores. La expresión triste de Moyes parecía una admisión de culpa. 

Tampoco nunca pudo construir una narrativa de esperanza. Si hubiera alineado un nuevo equipo joven que hubiera perdido partidos, podría haber dicho: “La reconstrucción toma tiempo, pero estamos creando gradualmente otro nuevo gran equipo del United.” En lugar de ello, en las conferencias de prensa sonaba taciturno y a la defensiva.

Y llegó a sonar derrotista. Antes del juego en casa el mes pasado contra el Liverpool, dijo que los antiguos rivales del United eran los favoritos para ganar. Después de que el Liverpool triunfó 0-3, su entrenador, Brendan Rogers, comentó: “Nunca diría eso en el Liverpool, ni aunque estuviéramos en el último lugar de la liga”. 

Un aspecto del problema de imagen de Moyes estaba probablemente fuera del alcance de cualquier agencia de relaciones públicas: suceder a Ferguson. Sir Alex no solamente ganaba trofeos, también encarnaba la historia del club y sus valores. En comparación, Moyes inevitablemente parecía un asalariado. 

United le había dado a Moyes un contrato de seis años. Pero en esta era dominada por los medios, 10 meses era el límite de pobre desempeño que le podían permitir. Parte del trabajo del entrenador es fungir como chivo expiatorio. Eso protege a los dueños del club de ser culpados. Los dueños del United, los Glazers de Florida, no hubieran querido que los medios le dejaran de prestar atención al entrenador y en vez se concentraran en los más de 500 millones de euros que le han sacado al United desde que compraron el club en 2005, principalmente para financiar su compra apalancada de 790 millones de euros. Si Moyes y Ferguson hubieran tenido 500 millones de euros más para gastar, hoy el equipo del United sería más joven y fuerte. 

En el fútbol el dinero compra el éxito y muchos clubes ahora tienen más dinero que el United. De 1997 a 2004, el United ocupó los primeros lugares de la “lista de los ricos” de la consultora Deloitte que clasifica a los clubes de fútbol europeos según sus ingresos. En 2012-13, el United se salió de los primeros tres lugares por primera vez desde que Deloitte comenzó a compilar la lista. El Real Madrid, el Barcelona y el Bayern Munich ahora tienen mayores ingresos. Además, el Chelsea, el Manchester City y el Paris Saint-Germain tienen ricos dueños petroleros que les inyectan fondos en lugar de quitárselos. Por lógica del mercado, eso significa que hay seis clubes europeos que probablemente ganarán la Liga de Campeones antes que el United.

El mayor problema del United no es David Moyes. Es el dinero.