Seis prácticas discriminatorias contra la mujer en el trabajo
Seis prácticas discriminatorias contra la mujer en el trabajo
Redacción EC

Si bien aún hay mucho camino por recorrer, el incremento de la participación de las mujeres dentro del tiene una tendencia clara y alentadora. Eso se ve reflejado en que las mujeres tienen cada vez mayor acceso a educación superior. 

Por ejemplo, el 60% de las mujeres nacidas entre 1990 y 1994 accedieron a educación superior, por encima del 55% para el caso de los hombres. En contraste, solo el 9% de las mujeres nacidas entre 1940 y 1950 pudo hacerlo, frente al 21% de los hombres nacidos en el mismo período. Este último grupo ha empezado a salir del mercado laboral y está siendo reemplazado gradualmente por una fuerza laboral más educada y equitativa en términos de género.

Más aún, también hay evidencia anecdótica que sugiere que, en promedio, las mujeres tienen un mejor desempeño académico que los hombres. Este año, por ejemplo, Prima AFP otorgó su premio a la excelencia a más mujeres que hombres y ya hace varios años que CADE universitario de IPAE –que convoca a los alumnos más destacados de las universidades de todo el país– recibe más alumnas que alumnos. 

De hecho, la mayor presencia de las mujeres en el mercado laboral se ve reflejada en el aumento de su aporte a los ingresos laborales en el Perú (40% entre el total de trabajadores calificados), así como son más los hogares donde la mujer gana más que el hombre (30% de los hogares). Por ello, las mujeres son cada vez más relevantes tanto en la oferta de talento laboral como en los mercados de consumo. 

Sin embargo, esta tendencia positiva se enfrenta diariamente a cómo se asignan las responsabilidades dentro del hogar. A pesar de que las mujeres vienen incrementando su participación en el mercado laboral, siguen trabajando mucho más que los hombres dentro del hogar. 

Según la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo (2010), en promedio, las mujeres con pareja trabajan semanalmente nueve horas más que los hombres con pareja. Específicamente, trabajan más horas en cuidar a otras personas (niños, miembros del hogar con dificultades, actividades culinarias, entre otros). En cambio, los hombres dedican en promedio más tiempo que las mujeres al tiempo libre y a actividades educativas. 

Como resultado, la mujer promedio peruana trabaja 40 horas a la semana en actividades no remuneradas mientras que los hombres solo 16. Como es de esperar, esta “cultura organizacional” en los hogares, que hace que las mujeres trabajen dos turnos al día, conlleva a que sea muy difícil para muchas desarrollarse plenamente en el ámbito profesional. 

Quizá por eso el 25% de las mujeres con educación superior no trabaja (12% en el caso de los hombres) y quizá parte de las brechas de género que vemos en el mercado laboral tiene su origen en los hogares.