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Redacción EC

LUCY KELLAWAY
Columnista de management de Financial Times

La semana pasada recibí una respuesta automática de un hombre al que había intentado contactar diciendo que “estaba fuera de la oficina con acceso limitado a su correo electrónico”. Lo ignoré.

El mismo día Adam Parker, director de investigación de capital en EE.UU. de Morgan Stanley, recibió un mensaje similar, pero él no lo ignoró. Envió un “cri de coeur” a todos sus clientes, explicando que su trabajo era interpretar el mundo para ellos y declarando que la excusa “acceso limitado al correo electrónico” era una tontería. Él sostuvo que en nuestro mundo casi no existe un lugar al que no puedan llegar correos electrónicos. Lo que la frase realmente significa es: “Estoy cansado o de vacaciones y pienso que tengo el derecho de no responder”.

Parker tiene razón, esta excusa ya no funciona. Pero está equivocado al desaprobarla. Todos a veces estamos cansados o de vacaciones, o simplemente no tenemos ganas de hacer lo que se nos ha pedido. Lo que necesitamos son mejores excusas.

El problema es que la tecnología está arruinando todas nuestras excusas favoritas. “Te envié el cheque por correo” ya no funciona porque ya no escribimos cheques. “El perro se comió mi tarea”, siempre una excusa débil, ahora funciona aún menos porque la mayoría de la tarea se hace en línea. “Explotó la caldera y estoy esperando al plomero” simplemente no se puede usar ya que – con tal de que no haya explotado el ordenador portátil también – uno puede trabajar en casa. 

Hasta las nuevas excusas creadas por la tecnología están dejando de funcionar. “Tu correo electrónico debe estar en mi filtro de spam” es una buena mentira blanca que he utilizado para salir de problemas, pero conforme se van mejorando los filtros su valor está disminuyendo. 

Entonces, ¿qué tipos de excusas siguen funcionando? 

Una muy confiable es la declaración de que estás muy ocupado, lo cual tiene el beneficio de dar la apariencia de que eres muy importante. “Siento mucho no haberte respondido, he estado inundado de trabajo”: Yo misma utilizaba esta excusa muy a menudo, pero últimamente he tratado de usarla menos. Para empezar, he notado que los individuos realmente importantes nunca envían mensajes diciendo que están ocupados. Y casi todo el mundo piensa que está ocupado (aunque, como dije recientemente, nunca estamos tan ocupados como pensamos). Decir que estamos ocupados no sugiere que somos importantes. Sugiere que somos ineficientes.

Otra excusa es invocar un compromiso previo. Esto a veces funciona, pero puede ser contraproducente. Muchas veces he dicho “Lo siento pero no puedo atender el día 27”, para que la otra persona me responda que el evento se ha pospuesto para el 29. Entonces uno no tiene otro remedio que atender.

Es mejor declarar que uno tiene una emergencia familiar. Esta excusa funciona muy bien para los hombres, quienes son bien vistos cuando invocan a la familia de vez en cuando. Sin embargo, declarar una emergencia cuando realmente no existe, puede parecer una invitación a la Providencia a mandar una verdadera calamidad sobre toda la familia. 

La perfecta emergencia familiar es, claramente, la muerte y ésta es la excusa más sólida de todas, intemporal, inapelable y no afectada por la tecnología. Pero hasta esta excusa está perdiendo fuerza. Una amiga, doblegada por la muerte de su madre, ha encontrado que después de un par de semanas, su excusa ya está dejando de funcionar. Todos esperan que vuelva a la normalidad. 

La mejor excusa que he encontrado fue una utilizada por un ejecutivo senior quien canceló una reunión importante con un colega, diciendo que “había surgido una cuestión legal”. El ingenio de esto es que suena como una cuestión muy seria e imponente. Mi colega, por más que quería hacerlo, no pudo responder: ¿Qué tipo de cuestión legal? ¿Un poco de fraude? ¿Bancarrota? ¿Asesinato? 

Ya que no tengo cuestiones legales propias, últimamente he  utilizado la verdad. Así que cuando me invitaron a participar en un programa de noticias transmitido en vivo a las 10:30 p.m., dije que era demasiado tarde para mí. Cuando me invitaron a una ceremonia de entrega de premios, expliqué que dichas ceremonias no resaltaban mis mejores aptitudes. Este tipo de franqueza siempre gana: no te sientes mal de haber dicho una mentira blanca, no hay una réplica ingeniosa y seguramente no te volverán a invitar.

La misma estrategia funciona bien para los mensajes de “estoy fuera de la oficina”. No se necesita decir que uno tiene acceso limitado al correo electrónico. Ya sea que seas el tipo de persona bien vista por el jefe de Morgan Stanley y trabajes durante las vacaciones – en cuyo caso no necesitas un mensaje de ese tipo; o consideres que las vacaciones deben ser vacaciones – en cuyo caso la mejor estrategia es decir: “Voy a estar fuera hasta el X. Leeré su mensaje cuando regrese” ... comprometiéndote con astucia a no contestar jamás.