José Raúl Vargas

Desde que se anunció hace décadas, la ampliación del aeropuerto internacional Jorge Chávez generó gran expectativa. Y es que se trata de un hito que permitirá el crecimiento del flujo de pasajeros en nuestro país, con consecuencias muy positivas para el turismo y la economía nacional.

Por ello, se entiende la preocupación por la nueva postergación de la apertura, debido a falta de condiciones adecuadas para la operatividad, misma que los gremios aéreos advirtieron con anticipación. Pese a que la situación no es la ideal, el aplazamiento para marzo ha sido acertado. Desde el sector, esperamos que se sigan los lineamientos ya conversados de una apertura integral y con una mudanza planteada desde lo técnico: que considere un mayor tiempo al inicialmente establecido, pero cuidando que no se afecten más pasajeros de los necesarios.

Si bien la gran complejidad del cambio de terminal puede implicar quiebres, una obra de esta envergadura no puede entrar en funcionamiento hasta que las condiciones de eficiencia y seguridad estén garantizadas, para reducir riesgos. No podemos afectar nuevamente la experiencia de los viajeros, muchos de los cuales ya se vieron perjudicados por cambios en sus itinerarios en diciembre y enero, debido a las fechas programadas de mudanza que no se cumplieron.

Se requiere abordar este proceso con mayor transparencia y coordinación entre el concesionario, el Estado y los usuarios del terminal. Desde el lado de las pruebas operacionales, resulta clave diseñar un plan de trabajo responsable, con un cronograma formal y los ejercicios se desarrollen de manera que se prueben flujos completos y en condiciones cercanas al escenario real, además de compartir de forma oportuna y completa los resultados de cada una de las pruebas, permitiendo consultas que nos permitan esclarecer dudas y diseñar planes correctivos en base a los resultados de los ejercicios.

Pero más urgente aún es aclarar la agenda y planes de contingencia para el proceso de mudanza, que aún tiene que socializarse, permitiendo que los usuarios del aeropuerto, con experiencia técnica de años, puedan hacer aportes. Solo identificando claramente dónde estamos parados y hacia dónde apuntamos, podremos avanzar al ritmo que se requiere para poder inaugurar la obra en el nuevo plazo establecido.

El desafío no es solo para las autoridades y el concesionario, en esta tarea estamos involucrados todos, desde los operadores del sistema aeroportuario, hasta el público, al que también le corresponde estar atento a los distintos canales de comunicación donde se viene informando acerca de los accesos y nuevos procesos.

Las aerolíneas seguiremos trabajando en el ámbito que nos corresponde frente al reto que representa el nuevo terminal, destacando la importancia de alinear esfuerzos a nivel sectorial. Este trabajo conjunto busca garantizar un terminal 100% operativo y seguro, acercándose cada vez más a un objetivo que beneficiará al país: consolidar a Lima como el principal centro de conexiones aéreas del continente, tal como los peruanos merecemos y soñamos.

José Raúl Vargas es gerente general de Sky Airline en Perú.

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