¿Por qué Piketty es la nueva estrella de la economía mundial?
¿Por qué Piketty es la nueva estrella de la economía mundial?
Redacción EC

Terminé de leer la semana pasada “Capital in the Twenty-First Century”, la obra magna del economista francés Thomas Piketty que tanto revuelo viene causando por sugerir que el incremento de la desigualdad es el resultado natural del capitalismo.

Pronto reseñaré el libro y sus propuestas de política pública, pero para ello requiero un espacio mayor que el que me brinda esta columna. Les adelanto que no reivindica a Marx, como quisieran creer algunos nostálgicos que han opinado sobre él sin leerlo, ya sea para celebrarlo o para criticarlo.

Me interesa tratar aquí algunas reflexiones que hace Piketty sobre lo que significa ser economista y las pretensiones de esta disciplina (traduciré libremente porque aún no hay una versión en español).

Esté uno de acuerdo o no con sus planteamientos, el francés hace una crítica furibunda –y válida, en mi opinión- a las ínfulas de autosuficiencia que exhiben los economistas teóricos y que son muchas veces indicativas de un complejo de superioridad respecto de los académicos de otras ciencias sociales.

“No me gusta la expresión ‘ciencia económica’, la cual me resulta terriblemente arrogante porque sugiere que la economía ha alcanzado un estatus científico superior respecto de las otras ciencias sociales”, dice Piketty, quien prefiere hablar de “economía política”.

“La verdad es que la economía nunca debió divorciarse de las otras ciencias sociales y solo puede avanzar conjuntamente con ellas. Es tan poco lo que saben colectivamente las ciencias sociales como para perder el tiempo en riñas estúpidas entre disciplinas”, añade.

“Para decirlo francamente, la disciplina económica aún tiene que superar su apasionamiento infantil por las matemáticas y la especulación puramente teórica y altamente ideológica, que se hace a expensas de la investigación histórica y la colaboración con otras ciencias sociales”, afirma el francés. En ese sentido, “[Capital] es tanto un trabajo de historia como de economía”.

“Hay una gran ventaja en ser un economista académico en Francia: aquí los economistas no son altamente respetados en el mundo académico e intelectual ni tampoco por las élites política y financiera. Por ello, deben dejar de lado su desdén por las otras disciplinas y su pretensión de mayor legitimidad científica, pese al hecho de que no saben casi nada de nada”. Para una obra tan pretenciosa como la suya, no está de más hacerlo notar.