"Una receta para la innovación", por Alessandra Corrochano
"Una receta para la innovación", por Alessandra Corrochano
Redacción EC

¿Cuántas veces han escuchado “secretitos” distintos en la gastronomía? Si buscamos en Internet, pedimos referencias a amigos o leemos en detalle las recetas, todos nos van a dar indicaciones diferentes para obtener un plato delicioso.

Al final, nosotros –sobre todo si somos primerizos– apostaremos por una y crearemos nuestra propia receta. Al hablar de y su gestión en una empresa nos encontramos con recetas o secretos igual de diversos.

Sin embargo, existen ingredientes esenciales sin los cuales es imposible crear el plato. Lo primero que debe existir es el compromiso de los líderes hacia la innovación. La innovación no puede ser impuesta, debe estar realmente valorada como elemento esencial de éxito. Los líderes y, luego, toda la organización, deben tener esta creencia.

La innovación es un proceso y, como tal, puede ser diseñado de formas distintas. Para iniciarlo, las empresas deben mirar hacia adentro a fin de identificar áreas de mejora y hacia afuera con ojos de cliente para identificar oportunidades en el mercado, fijar un objetivo corporativo, conseguir el compromiso de los líderes y determinar con claridad por qué y dónde necesitamos innovar.

Cuando el objetivo de negocio es claro para todos los que integran la organización, es más fácil identificar el lugar, el momento y el espacio que podrá ocupar la innovación. Pero nunca se debe perder de vista que este proceso toma tiempo y va tomando forma conforme se despliega.

En este proceso, es probable que se cometan errores y no hay que temerlos; por esto, es clave tener la habilidad para aprender de ellos, entrenarse para desaprender y entender los resultados. Con esto en mente se debe tener la flexibilidad para hacer ajustes al rumbo y la forma que deberá tomar la innovación en la organización.

Innovar es un reto y el mejor entorno para promoverlo es tener un equipo motivado y una organización con un estilo gerencial receptivo, que permita que surjan y se discutan las ideas. Ser tolerantes a los errores y convertirlos en lecciones en lugar de sancionarlos. En otras palabras, es clave tener una cultura que promueva la innovación y que sea apoyada por líderes comprometidos.

No existe un parámetro exacto, guía o regla que pueda indicar cuándo es el momento perfecto para innovar, a cuántas personas asignar, si es necesaria un área exclusiva con determinado número de colaboradores o determinado tipo de diseño de interiores. Para responder estas preguntas, las empresas deben hacer su propio proceso de introspección e ir encontrando su mejor receta.

El proceso se puede iniciar con un proyecto, un equipo y plazos definidos desde el inicio. Esta experiencia puede dar pautas sobre cómo nuestra organización responde a la implementación de iniciativas novedosas, cómo surgió el proyecto y cómo terminó.

De igual manera, ayuda a identificar prácticas que son válidas y cuáles debemos ajustar o desaprender. Estudiar esa dinámica de trabajo y su valor nos da algunos ingredientes para la receta y así mejorarla en el camino. No olvidemos que crear, innovar o cambiar algo establecido es una oportunidad para diferenciarnos.