"RIP, planeamiento estratégico" [Opinión]
"RIP, planeamiento estratégico" [Opinión]
Redacción EC

Por: Alessandra Corrochano, head de Labentana, laboratorio de innovación de Interbank


En estos meses las organizaciones suelen pasar por su proceso de estratégico. Las empresas que se proclaman más exigentes lo hacen al mayor detalle posible, enumerando cada iniciativa, su costo y su flujo de caja. De la forma tradicional, este proceso va en contra de dos grandes principios de la


1. Ciclos cortos de aprendizaje. La tecnología evoluciona rápidamente -mucho más que una vez al año– y lo que viene es tan nuevo que es imposible predecirlo. Los procesos de priorización de proyectos por el retorno estimado se vuelven obsoletos. En este entorno, las metodologías ágiles cobran importancia: con ellas podemos poner en funcionamiento una idea en pocas semanas y probarla en el mercado. A través de los datos que brinda el mundo digital, podemos aprender, evolucionar el producto y priorizar su implementación. Un plan anual nos impide aprovechar estos ciclos de crecimiento.

2. Foco en entregar valor. El planeamiento estratégico genera que el destino de la compañía dependa de un grupo de afortunados: son quienes diseñan el plan y quienes, paradójicamente, suelen estar más lejos de los clientes o usuarios. La mayoría de nuestros colaboradores no habrá participado del proceso de plan estratégico, y aun así pasarán un año tratando de cumplirlo, sin preguntarse, siquiera, si sus actividades aportan valor. Muchos invertirán horas diseñando presentaciones que justifican las desviaciones de lo que realmente sucedió frente a lo que el plan predecía. Porque, la verdad, el plan nunca se cumple. Y si a alguien se le ocurre una nueva iniciativa pasará muchas horas intentando priorizarla y otras tantas explicando por qué está “perdiendo el tiempo” en algo no planificado. Las empresas innovadoras se focalizan en dar lineamientos de acción y sus colaboradores gozan de libertad para hallar formas de crear valor para el cliente: solo así funciona la innovación.

Muchas organizaciones ya reconocieron la imperiosidad de cambiar este proceso. Google y Amazon acortaron sus ciclos de planeamiento a solo tres meses. Amazon, incluso, aplica ciclos de dos semanas para activar ideas y testear productos. Si alguien tiene una idea, tiene la libertad y el presupuesto para probarla. Y si funciona y aporta valor, puede desarrollarla, a pesar de no haber estado dentro del plan.

Para destacar en el mundo innovador debemos cambiar nuestra forma de trabajar y el rol del nuestros líderes. Debemos pasar de quien tiene todo bajo control a quien inspira, compromete y da libertad para crear. Los objetivos son necesarios, por supuesto, pero debemos entregar visión, lineamientos y valores. Debemos contratar colaboradores confiables que trabajen con nosotros y no para nosotros. Debemos cambiar el plan por la solución y reducir los ciclos anuales a ciclos de semanales. 

Tal y como se aplica, un plan estratégico tradicional representa una barrera para la agilidad y la innovación. Y dado que esta es la única manera de crecer –e incluso de sobrevivir– en un mundo dominado por la tecnología, está destinado a perecer.