Inés Temple

Imagine que usted es una laguna, de esas preciosas que hay en la sierra del Perú. El agua calma refleja las nubes y los cerros que la rodean le dan una sensación de protección. Como toda laguna, tiene afluentes que le traen agua y tiene también desaguaderos, que impiden que el agua se embalse e inunde todo a su alrededor.

Todos sabemos cómo se siente el estrés y especialmente cuando es continuo y asfixiante. Es como el agua que llega a la laguna y al no tener cómo salir, se rebalsa y daña todo lo que está a su alrededor. El problema es que son muchas las cosas que nos generan estrés y casi ninguna la podemos controlar: el tráfico que nos hace llegar tarde a una reunión, las dificultades que las malas autoridades locales e internacionales causan directa o indirectamente en nuestras carreras, negocios o economías; un jefe que nos complica la vida innecesariamente, un trabajo que se pierde, un familiar que se enferma, una relación que no funciona.

El exceso de estrés aumenta la incertidumbre, confunde, paraliza, afecta nuestra paz emocional, nuestras relaciones y la calidad de nuestro trabajo. Y por supuesto, nuestra salud física y mental. Nos genera ansiedad, malos humores, agresividad, rabia, negativismo, desolación y dolores de todo tipo: somatizamos el estrés que no logramos canalizar bien.

¿Qué recomendamos a quienes están viviendo, por ejemplo, los devastadores efectos de la pérdida de un trabajo? Varias ideas que sirven para aliviar o sobrellevar mejor cualquier tipo de estrés:

1.- Ejercicio. Nada como acelerar el corazón para sacar el estrés del cuerpo. Es la manera más sana, efectiva y eficiente para eliminar el exceso de tensión.

2.-Relaciones afectivas. Jugar con los hijos - o las mascotas -, abrazar a un ser querido o dedicarle tiempo de calidad con interés genuino en su bienestar, alivia y consuela.

3.-’Hobby’. Alguna actividad que nos distrae o entretiene nos aleja de los peligrosos pensamientos circulares o intrusivos que potencian la angustia y el estrés.

4.-Comunidad. Como seres sociales necesitamos sentirnos parte de un grupo donde podamos compartir intereses y expresarnos libremente sobre lo que nos agobia.

5.- Lecturas, películas, podcasts o música inspiradora. A veces allí encontramos nuevas perspectivas para calmarnos y entender mejor nuestra situación y procesarla.

6.- Trabajo voluntario. Ayudar a otros en situaciones menos favorecidas es la manera más humana para revaluar y reposicionar nuestra actitud ante lo que nos estresa.

7. La fe. Nada como pedirle mucho a Dios- en sus distintas manifestaciones según nuestras creencias- que nos ayude a solucionar o enfrentar mejor las situaciones que nos generan tanto estrés.

La vida nos trae retos que difícilmente podemos controlar o predecir. Lo que sí podemos hacer es tratar de utilizar o apoyarnos en estas ideas o “desaguaderos” para que la laguna no rebalse y evitar así los devastadores efectos del exceso de estrés. A mí me ayudan a respirar mejor y vivir con más paz, calma y serenidad.

Inés Temple Presidente de LHH DBM Peru y LHH Chile.

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