Corrupción para hacer la diferencia, por Arturo Maldonado
Corrupción para hacer la diferencia, por Arturo Maldonado
Redacción EC

Por: Cecilia Blume, socia de Newlink Perú

El escándalo de corrupción institucionalizada de , en el marco de la operación Lava Jato en Brasil, impacta a muchos países. Estados Unidos y Suiza acordaron que Odebrecht pague una multa de US$2.600 millones y pida perdón por prácticas corruptas realizadas institucionalmente desde su División de Operaciones Estructuradas, donde se decidían coimas a funcionarios públicos para ganar licitaciones. Su presidente Marcelo Odebrecht, quien cumple 19 años de prisión, dirigía estas acciones.

El escándalo involucra a Dilma Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva y Michel Temer. Setenta ejecutivos de Odebrecht se han acogido a la “delación premiada”, brindando información penal relevante de presuntos implicados a cambio de una reducción de condenas. Aplicando la “justicia negociada”, Brasil innova penalmente sentando nuevas bases anticorrupción.

Este novedoso proceso penal, audaz y eficiente, reglamentado en el 2013, es liderado por el juez de Curitiba, Sergio Moro, especializado en Estados Unidos en delitos financieros y corrupción de funcionarios, que estudió la operación Manos Limpias de Italia y juzgó el Caso Banestado.

A pesar de tener poderosos detractores, por ser poco convencional y a veces agresivo, este proceso judicial es exitoso en términos legales y sobre todo logrando que los brasileños apoyen a Moro, la ley y la justicia.

En Brasil, el Poder Judicial es el responsable del proceso por la auténtica separación de poderes. Odebrecht coimeó a funcionarios públicos de distintos gobiernos y es imposible investigar independientemente en Congreso alguno, pues allí están  representadas las fuerzas políticas posiblemente coimeadas y sus adversarios.

El Poder Judicial peruano puede tener jueces corruptos, pero los hay probos y capaces también. No caigamos en la tentación de quienes quieren que investigue el Congreso, pues la investigación se manchará con un tinte político imborrable.

Debemos ser pulcros en la administración de justicia y el Poder Judicial nos debe garantizar un proceso eficaz, en estricto cumplimiento de la ley, llegando a la verdad en un lapso corto. No busquemos chivos expiatorios, menos venganza política, sino la verdad; y por más que sea dura, castiguemos a quienes han delinquido para darle al país la seguridad de que tenemos jueces probos que, como Moro, pueden juzgar a los poderosos dentro de la ley.

Las acciones corruptas de Odebrecht eran materia de especulaciones hace años. El Congreso debe ayudar al Poder Judicial en cambios legales para resolver este y otros casos similares, y el Ejecutivo, dotarlos de recursos económicos suficientes sin regateos.
De muchas crisis nacen oportunidades. La democracia peruana puede salir fortalecida afrontando eficientemente este caso con la ley en la mano. Ojalá actuemos como un país civilizado que piensa en una mayoría y no se deja asustar por el poder de unos pocos corruptos. Solo así seremos un país mejor para nuestros hijos.