Los accionistas minoritarios están protegidos por la legislación. (Foto: Tomada del blog: escritoriojuridicomar)
Los accionistas minoritarios están protegidos por la legislación. (Foto: Tomada del blog: escritoriojuridicomar)
Redacción EC

Hay momentos en los que los negocios requieren algo de capital para continuar operando o para aprovechar oportunidades de crecimiento. A veces, no es conveniente que este capital venga en la forma de más deudas. Se debe, entonces, conseguir un socio que aporte al patrimonio de la sociedad.

Y como no se quiere perder el control del negocio, lo que se hace es vender una participación minoritaria. Aquí está lo difícil: ¿Por qué alguien –que quizá no conoce al dueño original del negocio– pondría su dinero para que otro lo maneje? Esto ocurrirá, en primer lugar, si es que el nuevo inversionista compra la idea de negocio y está convencido.

Pero lo más duro será ponerse de acuerdo en cuanto a las normas de comportamiento que el nuevo socio exigirá para sentirse protegido en su calidad de minoritario. El nuevo socio querrá estar seguro de que su participación no se va a licuar con un futuro aumento de capital; que el giro del negocio no se va a cambiar; que su dinero se va a utilizar para lo que estaba previsto; que estará adecuadamente representado en el directorio; que no habrá ventas materiales de activos de la empresa. Y un largo etcétera.

A todo lo anterior –y la lista que continúa– se lo conoce como Cláusulas de protección para el accionista minoritario. Y negociar estas cláusulas muchas veces es bastante más difícil que ponerse de acuerdo en el precio de las acciones.

El precio no es lo único que se negocia en esta clase de transacciones.
El dinero no es lo único que cuenta cuando una empresa decide incluir a un socio minoritario.
(Autor: Martín Reaño, socio principal de Reaño Asesores Financieros)