La última renovación del gabinete de PPK se dio el 27 de julio pasado. La congresista Choquehuanca asumió el Ministerio de la Mujer, mientras que la viceministra Fiorella Molinelli fue designada al Ministerio de Inclusión Social. (Foto: Presidencia de la República)
La última renovación del gabinete de PPK se dio el 27 de julio pasado. La congresista Choquehuanca asumió el Ministerio de la Mujer, mientras que la viceministra Fiorella Molinelli fue designada al Ministerio de Inclusión Social. (Foto: Presidencia de la República)
Gonzalo Carranza

Cuando asalta alguna crisis política o social, la opinología local siempre tiene una receta a mano: “refrescar el ”. Y, si fallan los consejos, la actual oposición mayoritaria en el Congreso puede tomar la tarea con entusiasmo, censurando o negando la confianza al ministro que corresponda.

Sin embargo, ir cambiando de ministros como de camisa no parece ser la medida más eficaz, ni en el plano político ni en el de la gestión pública. Sobre lo primero, fue muy ilustrativa la exposición de Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos Perú, en la última convención anual del Servicio de Asesoría Empresarial de Apoyo Consultoría.

Usando como ejemplo los cambios de primeros ministros del gobierno de Ollanta Humala y la aprobación presidencial del ex mandatario, Torres mostró el limitado impacto de reemplazar al jefe de gabinete para salir de una crisis política.

“Su efecto sobre la aprobación presidencial es marginal y temporal. Generalmente sube un poco con el cambio y al mes siguiente vuelve a caer”, afirmó.

Otra evidencia de esta hipótesis: Alejandro Toledo cambió a ¡22! ministros en sus primeros dos años de Gobierno, mientras Alan García hizo lo propio con 11, sin que ello impidiera que sus índices de aprobación se desbarrancaran tan o más rápido que el de PPK. Como ya hemos dicho en este espacio -y como Ignazio de Ferrari documentó con precisión en su columna de El Comercio el jueves pasado- la pérdida de popularidad es un virus de nuestros presidentes, más allá de su competencia política.

En ese contexto, que Fernando Zavala ya haya superado el tiempo de permanencia promedio de los primeros ministros de los tres gobiernos anteriores es un ejercicio de supervivencia casi heroico, tomando en cuenta las condiciones políticas que recibió (una minoría parlamentaria pequeña, dispersa y con nula disciplina, frente a una mayoría con sangre en el ojo y diversas formaciones parlamentarias poco dispuestas a colaborar), los shocks que golpearon la economía en la primera mitad de este año, tras venir de un ajuste fiscal en el cierre del 2016, y la creciente fragmentación de las representatividades políticas y sociales que experimenta el país.

La supervivencia futura del jefe de Gabinete y, hoy, titular del MEF, debe depender de sus propias capacidades para procesar los errores y aprendizajes iniciales y para hacer del controversial ‘dupleteo’ una virtud. Con la experiencia ganada y la capacidad de consolidar equipos de trabajo debe mostrar con logros concretos de gestión pública y de manejo político que sí está hecho para el puesto.

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