Inversores en todo el mundo, que han visto pérdidas millonarias por la guerra comercial, se mantendrán atentos a cualquier interacción entre Trump y Xi. (Foto: Reuters)
Inversores en todo el mundo, que han visto pérdidas millonarias por la guerra comercial, se mantendrán atentos a cualquier interacción entre Trump y Xi. (Foto: Reuters)

Las marchas, contramarchas y cambios de percepción en cuanto a la trayectoria de la tasa de interés de la , así como la entre las dos principales potencias del mundo, vienen afectando los flujos de capital, tipos de cambio, precios de los commodities, cotizaciones bursátiles de emergentes y del Perú. Ruido y desaceleración del global es lo que tenemos hoy.  

En dicho marco, valdría la pena repasar dos posibles entornos que permitan preparar estrategias empresariales para enfrentarlo, así como evidenciar que los fundamentos de la economía local son un activo a valorar.  


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En un primer escenario extremo, podríamos asumir que en los próximos meses sea posible cierta reversión a la actual desaceleración del PBI global. Todo dependerá del tiempo que tome terminar con el diferendo arancelario entre EE.UU. y China. Si hacia el cierre del presente mes, por ejemplo, en el marco de la reunión del G-20, Trump y Xi Jinping encuentran una salida parcial a sus desencuentros, las posibilidades de soslayar volatilidades e impulsar nuevamente el crecimiento global se abrirán.  

Las diferencias no podrían extenderse mucho dado que uno no podrá hacerle daño al otro sin afectar su propio desempeño. Su ligazón no es solo comercial sino también financiera: China continúa siendo el principal tenedor de bonos norteamericanos a escala mundial. 

En un segundo escenario, extremo y opuesto al anterior, llegamos a una crisis similar a la del 2008. La deuda de EE.UU. se ha incrementado y su brecha fiscal se proyecta por encima del 4% del PBI, su bolsa da señales de sobrecalentamiento y el spread intertemporal de sus bonos se tiende a hacer negativo. Peor aun, la desaceleración acompañada de una mayor deuda se experimenta en EE.UU. y en gran parte del globo. 

En este segundo ambiente, las volatilidades serían mayores y su impacto en la acentuación de la desaceleración global sería inevitable. Sin embargo, los ciclos existen y no debemos perder de vista que ni las crisis son permanentes. 

El Perú ha demostrado fortaleza macroeconómica y dispone de una de las más bajas vulnerabilidades en la región ante los dos escenarios descritos. Venimos creciendo 20 años continuos y nos beneficiaremos internacionalmente del escaso endeudamiento público y alta disponibilidad de RIN comparadas dentro de los emergentes.  

A nivel empresarial, lo recomendable es encontrar oportunidades dentro de los mismos entornos restrictivos que podríamos vivir. El empresario y sus estrategas deben empezar a identificarlas y convencerse de que continuaremos liderando el crecimiento de América Latina.  

El estancamiento económico no se define con cifras de un mes. No debemos ser alarmistas. No nos irá mal, por más que ciertos políticos y la corrupción quieran lo contrario.