La abundancia de joyerías, cada una con una oferta distinta en tipos de alhajas y gama de precios puede sorprender al consumidor. Pulseras, sortijas, dijes, cadenas de oro y plata son ofrecidas a los clientes, quienes compran crédulamente sin verificar que el artículo es realmente del metal que se dice. Aunque a primera vista es muy difícil constatar si lo que compramos es real, existen ciertas pautas que pueden seguirse para evitar ser estafado. Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Tanto las joyas de oro como las de plata se elaboran en base a estos metales en su estado puro. En el caso del oro, este parte del oro de 24 kilates, el cual las joyerías deben comprar de refinerías legales para constatar que se trata realmente de este kilataje y verificar que no está mezclado con otros metales.
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“Si se compra oro informal es evidente que no se trata de oro de 24 kilates y partiendo de ahí, tu pieza ya no es real” afirma Claudia Rey, gerenta general de la joyería Baliq.
En base al oro de 24 kilates se realiza la joya de 18 kilates, al producirse la aleación con otros metales. En el caso de la plata sucede lo mismo: la joya se elabora en base a plata pura de 999, que luego gracias a la aleación con otros metales, por lo general cobre, se convierte en plata 925, que es la que se usa en joyería.
GUARDE SU BOLETA
La forma más eficaz de demostrar que se trata de piezas auténticas es la prueba de laboratorio. Según norma técnica NTP 399.504:2013, las joyerías deben hacer pasar sus piezas en bruto por este examen.
Sin embargo muy pocas lo hacen: de ahí nace la importancia de comprar en una joyería confiable, que entregue una boleta que indique en ella que efectivamente la prueba se ha realizado en un laboratorio certificado.
Hace algunos años existió una iniciativa para poner un sello de certificación a joyas de oro y plata al igual que en países europeos. No obstante, esto solo quedó en buenas intenciones.
REACTIVOS
Otro método, muy utilizado en las casas de empeño, es la prueba de reactivos. Se trata de una mezcla de ácido nítrico y ácido clorhídrico, que al ponerse en contacto con el metal lo altera si es que se trata de una falsificación. En el caso de la joya de oro adulterada, esta se torna de color naranja, cuando debería mantenerse del mismo color, mientras que en el caso de la plata falsa, se torna de un color verdoso, indica Rey.
OTRAS PRUEBAS
La prueba del imán consiste en pasar este por encima de la joya. Si esta es de fantasía, la joya debería ser atraída debido a la alta concentración de metal común por encima del metal precioso. Sin embargo, se han encontrado casos en los que joyas que tienen un mínimo porcentaje de oro y plata han pasado esta prueba debido a que se las ha maniobrado químicamente para quitarles el elemento magnético, señala Claudia Rey.
Por otro lado, mediante la prueba de la densidad, una alhaja más pesada debería corresponder a una joya real, sin embargo nuevas técnicas están permitiendo la elaboración de joyas totalmente genuinas con un peso mínimo. Así que esta prueba podría no ser segura.
EL PRECIO JUSTO
La mejor forma de darse cuenta de que nuestra pieza contiene la cantidad exacta de oro y plata es por el precio.
“Si le ofrecen unos aretes de oro por 100 soles, tenga por seguro que eso no es oro de 18 k” asegura Rey. “Unos aretes largos de oro de 18 k oscilan entre los 700 y 1.000 soles, y en el caso de la plata el precio ronda los 150”.
Si se trata de joyas de oro de menor kilataje, el precio se irá reduciendo. Así, unos aretes de 14 k estarán entre 28 y 30% menos que los de 18 k y unos de 10 k, podrían llegar a costar la mitad que los aretes de 18 k. Si le ofrecen una joya a bajo precio puede que esta no sea real.