(Foto: USI)
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Los de consumo a través del sistema financiero, al cuarto mes del año, registraron un crecimiento mayor y más saludable que el año pasado, sobre todo en las colocaciones con tarjetas de crédito, pese a la desaceleración de la economía.

El consumo privado es una de las variables que tardan en desacelerarse cuando se debilita la economía, y esto se pone en evidencia en los indicadores de préstamos de las familias. Según la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (), los créditos de libre disponibilidad otorgados a las personas avanzaron a un ritmo de 14,5%, tasa mayor en 1,9 puntos porcentuales frente a abril del año pasado y la expansión más alta en cuatro años.


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La buena noticia –de acuerdo con el Banco Central de Reserva ()– es que estos préstamos están respaldados por una menor tasa de atraso (morosidad), han sido otorgados sobre todo a personas con menor riesgo crediticio y concedidos con políticas de crédito más rigurosas.

“La expansión [del crédito de consumo] se viene dando en los créditos de mayor tamaño y en los bancos grandes. Esto no representaría un riesgo generalizado en el sistema financiero, dado que, además, viene acompañado por mejores niveles de empleo y de salarios, en línea con la evolución favorable de la demanda interna”, indicó el BCR en su último reporte de estabilidad financiera.

MEDIOS DE PAGO

De acuerdo con el Banco Central, el principal producto que ha dinamizado el financiamiento de consumo personal han sido las tarjetas de créditos.

Según la SBS, las colocaciones a través de dinero plástico –hoy en camino a ser virtual– aumentaron en 15,2% en abril, ritmo mayor en tres veces al de los préstamos otorgados con este medio de pago en abril del año pasado.

Pese a que para algunos este crecimiento podría representar una señal de alerta, para el Banco Central el riesgo es bajo. Esto, porque del análisis realizado a esos préstamos colocados en el último año (análisis de cosecha), los resultados muestran que sus tasas de morosidad son más bajas que en años anteriores.

Por ejemplo, la morosidad alcanzada por las tarjetas de crédito otorgadas por la banca en el 2018 fue de 1,4%, mientras que en el 2017 llegó a 2,7% y en el 2016 fue un poco más de 3%, lo que refleja la mejora de la calidad de los créditos.

“Esto confirma que no existe un riesgo de sobreendeudamiento como algunos dicen. Lo que ha ayudado mucho es la reducción de tasas de interés, que ha permitido a las personas ordenar sus finanzas”, manifestó Enrique Castellanos, profesor de Finanzas de la Universidad del Pacífico.

Otro factor clave que cita el BCR fue el buen perfil crediticio de los deudores. El financiamiento a través de dinero plástico creció en mayor medida en las personas que tienen líneas de crédito a partir de S/20.000. Según el BCR, en las tarjetas con líneas disponibles para gastar de entre S/20.000 y S/60.000, la deuda aumentó en 12%; en tanto, en los productos con líneas mayores a los S/60.000, las colocaciones avanzaron en 39%.

“El mayor crecimiento de las tarjetas de crédito se registra en las personas con un rango alto de línea de financiamiento […]. En este rango, se encuentran los usuarios con mayores ingresos y del sector formal que registran un menor ratio de morosidad”, apuntó el BCR.

No obstante, tanto Castellanos como la autoridad monetaria coincidieron en la necesidad de realizar un monitoreo de estas deudas, toda vez que ante un eventual deterioro cíclico de la economía, los créditos de consumo podrían perder su dinamismo y deteriorar su morosidad.

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