El costo por uso del gas natural suele ser menor al pago por un balón tradicional. (Foto: USI)
El costo por uso del gas natural suele ser menor al pago por un balón tradicional. (Foto: USI)
Juan  Saldarriaga

El 2017 marcó un antes y un después en la historia de la masificación del en el Perú. Particularmente, porque fue el año en que este proceso inicio su azaroso despegue fuera de Lima e Ica, tras 14 años de usufructo exclusivo en ambas regiones.

Pero no solo eso. Según el “Informe del Sector Gas Natural en el Perú 2018”, publicado por el pasado 30 de octubre, el 2017 también es importante por otros dos hitos.

Uno es que marca el afianzamiento del como fuente mayoritaria en la canasta energética peruana, con el 57% de participación (7 puntos porcentuales más que en el 2013).

Y el otro es que anota, por primera vez en los últimos cinco años, un retroceso en el incremento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) al ambiente, de 52 a 51 millones de toneladas (-2%).

“Esta reducción de emisiones de CO2 coincide con el incremento de la participación del gas natural en la producción de energía primaria, lo cual confirma que su consumo es el mejor camino en pos de un medio ambiente más saludable”, detalla el reporte.

Pero, ¿hay suficiente gas en el país para llevar estos beneficios a todas las regiones? La data recopilada por Promigas así lo sugiere. Según información consignada hasta finales de diciembre del 2017, las reservas probadas suman 15,7 trillones de pies cúbicos (TFC), 4% más que en el 2013.

“Esto es suficiente para 34 años de consumo nacional al ritmo actual”, refiere Pedro Bautista, gerente de Operaciones de Quavii (subsidiaria de Promigas).

No obstante, las bondades del gas natural apenas tocan la puerta del 40% de los departamentos, y no necesariamente de los que más necesitan este hidrocarburo.

TRABAS MÚLTIPLES

Después de 14 años del inicio de la era del gas de Camisea, no es justificable que los peruanos del sur del país mueran de frío todos los años”, apunta Germán Jiménez, CEO de Pluspetrol, primer productor de gas del Perú.

Según el ejecutivo, esta demora se explica en gran medida por la aplicación de políticas energéticas equivocadas. Por ejemplo, el uso inicial del FISE (Fondo de Inclusión Social Energético) para incentivar el consumo de gas natural licuado (GLP), sustituto directo del gas natural.

La ampliación tardía del FISE a la masificación del gas natural en Lima, en el 2016, logró impulsar en casi 50% las conexiones residenciales en el 2017.

Ahora, el Gobierno ha decidido ampliar este beneficio a la concesión surandina, pendiente de ser licitada. Mientras, evalúa extenderlo a las concesiones del norte (Quavii) y el sur (Fenosa), que lo solicitan con insistencia.

Pero este no es el único desafío. Según Promigas, otros problemas por resolver son la sobreregulación estatal y el ‘descreme’ del mercado de gas natural, ocasionado por comercializadores de gas (GNC) que han copado las industrias de provincias, impidiendo la aplicación de los subsidios cruzados, que ayudan a financiar las conexiones residenciales.

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