(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Redacción EC

A nivel conceptual, son cuatro las razones que llevan a cualquier persona o institución a comunicar: informar, generar recordación sobre lo que se informó, persuadir —es decir, ganar credibilidad entre las audiencias— y, finalmente, motivar una acción puntual.

Estas razones son inherentes a la naturaleza de toda persona y, por supuesto, de toda organización. En ese sentido, la reciente aprobación de la llamada , más allá de cualquier interpretación política, responde a una clara intención de limitar el legítimo derecho del Estado a comunicar. Pero, sobre todo, es un atentado contra una actividad tan indispensable para la calidad de vida como la comunicación.

La ley busca evitar que los medios de comunicación reciban publicidad estatal, y que esta situación los condicione a difundir información parcializada a cambio. Partir de este concepto es abonar la errada idea de que los medios son los únicos generadores de opinión. Y creer eso, en una época como la que vivimos hoy, es un despropósito monumental.

Pero, más allá de ello, se pretende ‘matar al vocero’, en lugar de preocuparse por ofrecer a las grandes audiencias las herramientas y canales necesarios para que se informen, sean curiosas, críticas, y no se dejen engañar por cantos de sirena.

 Y, si bien esta no es una función del Congreso de la República, sí lo es crear y respetar las condiciones para que la comunicación circule sin restricciones, en una sociedad donde la libertad de información debe llevar al ciudadano a tomar mejores decisiones.

 Esta tarea también toca al sector privado, por supuesto. Este, a través del márketing y la comunicación, no solo debe vender un producto o servicio, sino educar a los consumidores para que sean mucho más exigentes y de esta forma estén en capacidad de discriminar información, dentro de un mar de contenidos, muchas veces tendenciosos.

La comunicación y la libertad de información, por tanto, no son solo un derecho natural del ser humano, sino el camino más certero para tener sociedades

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