Ahorro
Ahorro

Una de las discusiones recurrentes alrededor de los sistemas previsionales es la razón de su existencia, la cual parte de la premisa de que los individuos harán lo que les resulte mejor para sí mismos. ¿Es así en el Perú?

Veamos el caso de las regiones en las cuales una menor parte de los trabajadores está afiliado a algún sistema de pensiones. Estas son Apurímac, Ayacucho, Puno, Huancavelica y Cajamarca, cuyos ratios de afiliación se ubican entre 16,4% y 12,6% de la población ocupada, frente al promedio de 35,4% a nivel nacional.

Estos datos, que de por sí son bajos, caen más todavía si tomamos en cuenta que cada mes no todos los afiliados en el aportan (lo hace alrededor de 45%) y de que en el público no todos los que aportan recibirán pensión (solo la tendrán alrededor de 3 de cada 10 personas).

Podríamos considerar, entonces, que las personas ahorrarán de manera voluntaria si es que no están obligados a hacerlo. Sin embargo, justamente estas cinco regiones son las que tienen el más bajo ingreso promedio mensual proveniente del trabajo (en las cinco se ubicó por debajo de S/902,2 en 2017; en Huancavelica, Puno y Cajamarca incluso fue inferior a los S/850 correspondientes a la remuneración mínima), las que muestran mayor tasa de informalidad laboral (entre 86,7% y 91,3%) y las que exhiben mayor incidencia de pobreza (aunque no necesariamente son las de mayor pobreza extrema, categoría en la que Amazonas y Loreto entran en lugar de Apurímac y Ayacucho). 

Es difícil pensar en el ahorro -de cualquier tipo- bajo dichas condiciones.

Por otro lado, según nos muestra la SBS en su encuesta de servicios financieros publicada el 2017, 53% de la población no está haciendo nada para cubrir sus gastos en la vejez, tasa que sube hasta el 62% en el ámbito rural.

Además, si ordenáramos a la población según su nivel socioeconómico, 64% de la población en el quintil más pobre y 58% de la del segundo quintil no ahorra para su vejez. Y, si bien casi un tercio de la población total no aporta a ningún sistema previsional porque no sabe lo que es, no lo necesita, no confía en él o le parece complicado; 44% de la misma manifiesta que no lo hace porque no tiene dinero para aportar o porque no tiene trabajo.

Bajo las condiciones descritas previamente, es difícil pensar que en esas regiones hay escondido un ahorro para la vejez. Una reforma integral del sistema de pensiones, entonces, es imperativa. Pero todo lo anterior refleja también un severo problema de generación de ingresos. La capacidad de ahorro no va a mejorar radicalmente en ausencia de una reforma, más profunda aun si cabe, de nuestro mercado laboral.

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