Más de 3.5 millones de trabajadores peruanos se encontraban en situación de informalidad laboral al cierre del 2017. (Foto: USI)
Más de 3.5 millones de trabajadores peruanos se encontraban en situación de informalidad laboral al cierre del 2017. (Foto: USI)
Luis Fernando Alegría

Cuando se habla de en el Perú, casi como un acto reflejo se piensa en una cifra alrededor de 70%. El dato fue validado por la actual administración que, como promesa de campaña, planteaba reducirla desde ese nivel hasta 50%.

Sin embargo, ha elaborado un nuevo cálculo que tendría que llevar a replantear la meta. El sector estima que, al cierre del 2017, la tasa de empleo informal en el país asciende a 46,5%; una cifra muy inferior al 73,3% que reporta el para el mismo período.

Lo paradójico de la cifra es que tanto el MTPE como la entidad estadística basan sus cálculos en la Encuesta Nacional de Hogares, pero el uso de distintas metodologías explica la discrepancia.

El viceministro de Promoción del Empleo y Capacitación Laboral, Fernando Cuadros, explica que para el ministerio un trabajador es considerado informal cuando tiene un puesto de trabajo asalariado dependiente, pero no está registrado en planilla.

Así, precisa que aquellas personas que laboran de manera independiente o en empresas familiares son excluidas del cálculo de informalidad.

En contraste, la metodología del INEI sí considera en su estimación a las tres categorías de trabajadores descritos líneas arriba. Ello está alineado con el concepto de empleo informal planteado por la en la XV y XVII Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo.

Según la entidad, este es un concepto aceptado y utilizado a escala mundial. Pero a decir de Cuadros, quien fue consultor de la OIT, no corresponde hablar de informalidad laboral en el ámbito de trabajadores que no están bajo la cobertura de alguna regulación laboral.

¿Cuál metodología tomar? Para Hugo Ñopo, investigador principal de Grade, la medida estándar, oficial y utilizada en todo el mundo ya existe, y los cálculos oficiales debieran ceñirse a ella. Tratar de ‘innovar’ en la medición de la informalidad –agrega– no tiene sentido.

“No es la primera vez que se trata, metodológicamente, de maquillar algunas cifras. En el gobierno del Apra [1985-1990] se hizo famoso un técnico que buscaba maquillar la inflación distinguiendo la bruta de la neta, por ejemplo. La realidad es la realidad, y tapar el sol con un dedo es una pérdida de tiempo”, sostiene.

ESPERANDO AJUSTE
Más allá de las cuestiones metodológicas, lo cierto es que la informalidad persiste en niveles muy altos; que el MTPE confía poder aliviar hacia el 2021.

De hecho, el viceministro Cuadros revela que el objetivo es formalizar a medio millón de trabajadores adicionales antes del fin de gobierno. De cumplirse esa meta, y considerando las cifras calculadas por el MTPE, hacia el bicentenario habría aproximadamente 4,6 millones de trabajadores formales en el país.

La expectativa es que esta generación de empleo provenga del sector privado, en el cual hay 2,8 millones de trabajadores formales, según el ministerio.

Llama la atención que esta cifra es distinta a los 3,5 millones de empleados formales que reporta la planilla electrónica, fuente de información que la Sunat y el Banco Central de Reserva han convertido en el termómetro del mercado laboral.

Para explicar la discrepancia, Cuadros apunta que las cifras porcentuales del cálculo del MTPE son las fidedignas; no tanto los montos absolutos. Asimismo, las cifras de la planilla electrónica todavía requieren ajustes estadísticos y, por consiguiente, todavía no son 100% confiables. “No son datos finos, falta la revisión del MTPE”, observa.

Al respecto, Ñopo señala que, efectivamente, la planilla electrónica es data que requiere limpiarse de algunas imprecisiones; pero su gran limitante sigue siendo que solo recoge una foto muy precisa del mundo formal, pero no ayuda a entender el mundo informal.

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