El sector construcción mantiene una tendencia positiva en los primeros meses del año. Según la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco), el rubro habría crecido más de 5% en el primer trimestre del 2025, impulsado por el dinamismo de la obra pública y el repunte en el consumo de cemento.

Guido Valdivia, director ejecutivo de Capeco, destacó que en febrero el sector creció 5,9% y en marzo se estima una expansión de 6%. Este avance ubica a la construcción como el segundo sector de mayor crecimiento económico ese mes, solo por debajo de la pesca. La ejecución pública sumó S/9.848 millones en el trimestre, con un alza de 19,2%, encabezada por los gobiernos regionales.

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Maro Villalobos

No obstante, el contexto externo comienza a ensombrecer el panorama. Valdivia advirtió que “las medidas arancelarias adoptadas por Estados Unidos han modificado el centro de gravedad de la geoeconomía mundial”, lo cual añade incertidumbre al entorno ya desafiante.

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Proyecciones más moderadas

Pamela Bernabé, economista de Macroconsult, estimó que el sector crecería alrededor de 4% en 2025, ligeramente por debajo de la proyección de Capeco. “Estamos viendo que la inversión pública se está desacelerando un poco, a juzgar por los datos de marzo y lo que viene mostrando abril. Sin embargo, la autoconstrucción viene muy bien y eso nos sostiene”, indicó.

Para marzo y el primer trimestre, Macroconsult proyecta un crecimiento cercano al 5%, impulsado también por el reinicio de proyectos inmobiliarios privados y el efecto preelectoral. “El Ejecutivo viene promoviendo la inversión vía obras por impuestos y asociaciones público-privadas. Además, las elecciones suelen dinamizar proyectos, aunque sean pequeños, que en conjunto mueven la inversión”, agregó Bernabé.

Desde el Instituto Peruano de Economía (IPE), Paola Herrera, economista senior, proyectó un crecimiento de 3% para marzo y al menos 4% para el trimestre. “El avance de marzo respondería más al sector privado, mientras que la obra pública se habría desacelerado. En el trimestre, ambos sectores habrían aportado de forma similar”, comentó.

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Tensiones globales y riesgos locales

Consultadas sobre los efectos de las tensiones geopolíticas y nuevas barreras comerciales —como las medidas de EE.UU.—, Bernabé señaló que el impacto en costos y cronogramas de construcción podría ser acotado. “Algunos insumos como el acero o aluminio podrían encarecerse, pero también hay producción nacional que compensa. Por otro lado, el cobre podría abaratarse, lo que reduciría costos”, indicó. También advirtió sobre posibles restricciones a proyectos G2G (Gobierno a Gobierno) en función de las tensiones externas.

Herrera, por su parte, consideró que el mayor riesgo está en el efecto psicológico sobre la inversión. “El entorno internacional podría generar que las empresas pospongan sus planes, lo que agravaría la desaceleración económica que ya proyectamos para la segunda mitad del año”, apuntó.

Ambas economistas coinciden en que el riesgo interno más significativo es la incertidumbre preelectoral, que afecta sobre todo a proyectos medianos o pequeños. Herrera añadió que la inseguridad ciudadana y el avance de economías ilegales también representan un freno, especialmente para empresas pequeñas, pero con impactos visibles incluso en grandes inversiones como las mineras.

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¿Es sostenible el ritmo actual?

Para Bernabé, si se mantiene un crecimiento interanual de la inversión pública en torno al 6%, podría sostenerse el ritmo de ejecución de la inversión pública. “Todavía queda gran parte del año y el contexto político-electoral puede impulsar más obras, pero también hay presión por cumplir con la regla fiscal”, señaló.

Así, mientras los empresarios consultados por el gremio de la construcción mantienen su optimismo —estimando que el 2025 cerraría con un alza de 5%—, las economistas consultadas se muestran cautas y alertan sobre los riesgos macroeconómicos, institucionales y de gobernabilidad que podrían condicionar el ritmo de expansión.

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