Melissa Rodríguez Enciso

Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso un arancel de 25% a las importaciones de acero y aluminio sin excepciones ni exenciones, explicando que estaría simplificando las reglas que entrarán en vigencia el 12 de marzo.

En su informe sobre las importaciones de acero que realiza Estados Unidos, el International Trade Administration señala que este país es el segundo importador de acero en el mundo y Canadá, México y Brasil son los proveedores extranjeros principales de este metal, con 6,2 millones de toneladas, 3,7 millones de toneladas y 3,5 millones de toneladas importadas, respectivamente, en el 2023. Corea del Sur les sigue con 2,3 millones de toneladas.

Leonardo Baptista, jefe de Asesoría en Perú de Sura Investments, observó que la industria del acero y el aluminio no es menor para Estados Unidos, que en 2024 recibió importaciones por US$ 50 mil millones, principalmente de Canadá, Brasil y México en el caso de aluminio y Emiratos Árabes, en el caso del aluminio.

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Asimismo, señaló que la industria del acero representa aproximadamente el 17% del total de importaciones en ese país, mientras que en el aluminio, la dependencia es de alrededor de las 3/4 partes de la producción de aluminio estadounidense, con respecto a lo que importa.

Miguel Leiva, vicepresidente de Research Renta Variable de Credicorp Capital, anotó que es posible que, a raíz de esta decisión, se vea un incremento en la inflación en los sectores que dependen del acero en Estados Unidos, dado que la oferta nacional de esos insumos no es suficiente para cubrir la demanda. La tarifa podría no trasladarse por completo a los usuarios finales si se da el caso que los fabricantes y vendedores de estos productos reduzcan sus márgenes de ganancia para compensar parte del arancel impuesto.

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Los sectores que más utilizan aluminio y acero en sus procesos y que serán los más impactados son la construcción, los fabricantes de autos, maquinaria y equipos industriales, electrodomésticos, bienes de consumo y el sector energético, dijo Leiva.

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Según Baptista, la construcción tiene una situación particular porque las tasas de interés altas ya estaban afectando el negocio inmobiliario, lo que ha generado una contracción en ese sector. Por otro lado, la industria automotriz ha experimentado una contracción generalizada en todas las marcas, dado que muchos de los elementos que se usan pasarían a incrementar sus precios.

Con ello, hay dos escenarios posibles, dice el representante de Sura Investment, dado que Estados Unidos es un país con un consumidor resiliente que sigue mostrando fortaleza. Sin embargo, no se sabe cuánto tiempo durará esta tendencia.

“Seguramente varios otros países que dependen de Estados Unidos van a terminar aplicando algún mecanismo de negociación más que impactará directamente al consumidor final. Es posible que algunos exportadores de acero y aluminio reduzcan sus precios para compensar el consumo y seguir participando en el mercado estadounidense sin perder competitividad”, dijo.

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Reacción del mercado

Según Leiva, aparentemente, esta era una medida esperada por el mercado, pues este martes no se ha visto mayor variación en el precio del aluiminio (LME), que acumula un alza de 4,9% en el año a US$ 2.640 la tonelada. En el caso del acero laminado en caliente en Estados Unidos, más bien se observa una ligera corrección, y acumula un alza de 19,4% en el año a US$ 848 la tonelada.

Baptista afirmó que, en general, el acero y el aluminio tuvieron un comportamiento favorable el 2024 y ahora ha habido una reacción en el mercado sobre todo en los metales base. “Es importante recordar que la aplicación de aranceles no es inmediata, lo que dará tiempo a que se realicen algunas negociaciones”, agregó.

Además, anotó que en el caso de China, el mercado ha tomado la noticia con relativa calma ya que se percibe como el inicio de un plan de negociación con Estados Unidos. Sin embargo, la Unión Europea ya ha anunciado que tomará represalias.

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Herramienta de negociación

Algunos expertos habrían afirmado que Trump ve los aranceles como una herramienta de negociación. Sobre ello, Leiva anotó que ya anteriormente, el presidente había elevado los aranceles a las importaciones de productos de países específicos, lo que sí fue tomado como una herramienta de negociación para lograr beneficios en otras áreas. Sin embargo, una vez obtenidos los beneficios, se suspendieron los aranceles. En este caso se podría hablar de una sobre reacción inicial del mercado.

Pero este caso es diferente, aseguró Leiva, porque es una medida que no distingue el país de origen de los productos importados, sino que más bien se estaría buscando proteger una industria local específica.

“Al menos, para el caso de los precios de referencia que hemos observado, esta medida ya estaba en parte puesta en precio. Más bien, hacia adelante, los precios del aluminio y acero podrían caer en algunos mercados, en caso de los países que exportan a Estados Unidos -principalmente Canadá, México, Brasil y Corea del Sur, en el caso del acero-, destinen sus productos a otras geografías que puedan ser más rentables”, explicó el especialista.

Leiva también observó que esta medida no implicaría el inicio de una guerra comercial, pues resulta difícil que pueda ser replicada por otros países porque, en el fondo, afecta la asignación eficiente de recursos, no se aprovechan ventajas competitivas de cada país.


“En Estados Unidos podría haber reclamos, pues estos mayores aranceles se traducirán en un incremento de la inflación. De todos modos, en el corto plazo, sí podrían haber algunas réplicas de algún país con el objetivo de que Estados Unidos retroceda en esta decisión. En todo caso, se debería revisar si hay algún caso de ‘dumping’ en Estados Unidos, en cuyo caso sí podría justificarse algún arancel”, observó.

Según Baptista, la gran diferencia con las primeras medidas aplicadas en 2017 y 2018, es que esas impactaron de inmediato sobre los productos en bruto; es decir, en el metal en sí. Ahora, el arancel del 25% se aplica no solo sobre estos elementos, sino también sobre productos con valor agregado y esto sí podría tener un impacto mayor que en la primera ocasión.

“Ya hemos advertido en otras ocasiones sobre cómo esta medida está siendo utilizada por Trump como un elemento de negociación con otros países. La diferencia es que esta vez la medida abarca a todos los países sin excepción. Lo que no queda claro son algunos puntos con China, donde ha aplicado un arancel del 10% y es si este nuevo 25% será adicional a ese 10% o uno reemplaza a otro”, advirtió.

Esto, dijo Baptista, es importante porque China es el mayor exportador de acero en el mundo y su estructura de costos es distinta a la de Estados Unidos. La mano de obra y la producción de energía en China son más baratas en comparación con Estados Unidos, lo que genera una diferencia en los costos competitivos. Todo esto influye en la dinámica del mercado del acero y aluminio en el país del norte.

“Más que una guerra comercial se trata de una guerra de negociaciones para equilibrar los déficits comerciales que tiene Estados Unidos con el resto del mundo. Es importante recordar que en 2018, cuando se aplicaron medidas similares, también hubo muchas exenciones. Países como México y Brasil fueron beneficiados con ciertas concesiones y se retiraron los aranceles, y ahora que se han vuelto a colocar no está claro si volverán a implementarse y tampoco si habrá nuevas exenciones en función de las negociaciones que puedan darse”, explicó.

Impacto en el Perú

El Perú exporta muy poco acero a Estados Unidos, según Leiva. En ese sentido, los productores locales no tendrían mayor afectación en el corto plazo. Sin embargo, existe la posibilidad de que países que sí importan bastante de estos productos a Estados Unidos trasladen parte de su oferta al Perú, entonces, se podría ver una cierta presión a la baja en los precios locales.

“En general, el Perú debería impulsar tanto a nivel nacional como en foros internacionales la necesidad de promover el libre mercado y un mayor comercio internacional. De ese modo se aprovechan las ventajas competitivas de cada país de la mejor manera, lo que se traduce en un mayor bienestar para todos”, puntualizó Leiva.

En tanto, Baptista anotó que los mercados en el Perú aún no han reaccionado de manera significativa y lo que más podría haber afectado en la bolsa peruana es la contracción del cobre.

“El índice S&P 500 muestra variaciones mínimas con movimientos de 0,01% y 0,08%. En ese sentido, todavía no hay un impacto significativo en los índices bursátiles en general, ni en la bolsa peruana en particular. Pero sí hay un impacto directo a las empresas relacionadas al cobre y contracción en los subsectores, como el sector automovilístico, que ya venía sufriendo en México por los aranceles impuestos y por la cantidad de plantas automotrices que operan en ese país”, señaló.

Desde Sura Investments consideran que, de momento, la bolsa peruana seguirá sin relación hasta que se apliquen medidas específicas sobre el cobre. Pero, de esto último, no se tiene claridad.


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