Enrique Planas

“Integrarnos a la naturaleza, en lugar de creernos su centro. Reubicarnos. Sentirnos una parte más. Ser parte de una comunidad viviente. Construir una nueva horizontalidad. Para el arte contemporáneo, la representación de lo humano como agente dominante, con el lema “dominarás la tierra”, no va más. Por el contrario, las representaciones de la naturaleza adquieren un dinámico protagonismo. La contemplación estática e idealizada del paisaje ha dado paso a la acción y el cuestionamiento. La naturaleza es capaz ahora de demandarnos por tanto abuso.

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Según Víctor Vich, esta es la agenda actual de los artistas visuales. Para el doctor en literatura hispanoamericana por la Georgetown University, la novela, la poesía o el teatro están lejos de lo hecho por la contundente plástica en los últimos veinte años. ¿Qué hacen los artistas frente a la depredación de la naturaleza? Para el autor de “Lejos de la tierra”, en estos tiempos de fuerte negacionismo, se trata de contribuir a la construcción de un imaginario nuevo para intentar transformar el actual sentido común. “Los artistas no pueden cambiar el mundo, pero lo que pueden hacer es cambiar las formas en las que vemos el mundo. El arte siempre es una manera de intentar abrir la cancha, mostrar ángulos que no se han visto, poner en cuestión las representaciones oficiales, desestabilizar la manera tradicional de entender las cosas”, añade.

Los cambios son evidentes. Vich advierte cómo en las últimas décadas los grandes museos de Europa y Estados Unidos se han abierto a otras voces y estéticas. “Las grandes instituciones del arte están hoy permanentemente desestabilizándose a sí mismos, introduciendo en sus colecciones estéticas no occidentales”, afirma. Un ejemplo al paso: El Museo Reina Sofía de Madrid tiene la cátedra Aníbal Quijano, en honor al desaparecido sociólogo peruano, referente del pensamiento decolonial latinoamericano. Es una muestra de las intenciones de esta institución por desmontar la narrativa lineal en su forma de entender el arte. “Y eso está ocurriendo en los principales museos del mundo”, añade el especialista.

Una piel natural

En "La piel de mi reino", abierta en la galería del Icpna de Miraflores, la pintora Claudia Coca advierte de la lógica colonial tras las representaciones tradicionales de la naturaleza. (Foto: Alessandro Currarino)
En "La piel de mi reino", abierta en la galería del Icpna de Miraflores, la pintora Claudia Coca advierte de la lógica colonial tras las representaciones tradicionales de la naturaleza. (Foto: Alessandro Currarino)
/ ALESSANDRO CURRARINO

En su retrospectiva “La piel de mi reino”, abierta en la galería del Icpna de Miraflores, las obras más recientes de la pintora Claudia Coca nos advierten de la lógica colonial que permanece en las representaciones de la naturaleza. Un paisaje al que imponemos rentabilidad, productividad y optimización. Una manera de controlarla, de aprisionarla, de “colonizarla”.

¿Cuán sólido es el discurso de las propuestas artísticas ligadas a la naturaleza? Para la artista, muchas cosas están pasando simultáneamente. “Lo que creo es que hay una urgencia. Muchos son los artistas que están trabajando y reflexionando sobre la naturaleza, encontrando en ella conductores con sus obras. Veo diferentes líneas, pero no un gran denominador común”, señala. Coca piensa que aún no podemos decir que el medio local experimente una “movida” sobre el tema. Sin embargo, sí acepta que las cosas han cambiado positivamente. “Hasta no hace mucho, eran muy pocos los artistas que miraban el paisaje. Salvo casos contados, en nuestra tradición no era común abordar el paisaje del desierto y menos el del mar. Pero eso ha cambiado. En las últimas décadas, vemos artistas que han dedicado su carrera al paisaje, abordándolo desde varias perspectivas”, afirma. “Desde la más sencilla cuestión contemplativa hasta cuestiones que tienen que ver con lo cultural, lo ancestral, con el cuidado de la tierra, del paisaje y de los pueblos que habitan esos lugares”.

En su caso, al trabajar el tema de la naturaleza, inicialmente Coca quiso valorar los saberes de los pueblos en cuanto a su relación con la naturaleza. Al replicar las portadas de la revista “National Geographic”, analizaba geografías desde la perspectiva de los académicos, exploradores y científicos que fundaron dicha sociedad en 1888. “Por muchos años, esta revista estadounidense construyó una visión exótica de las tierras y de los cuerpos del sur. Y por años aprendimos a vernos apelando a esta mirada occidental, colonialista y racista. Eso me permitía ver que, al igual que la naturaleza, los cuerpos también podían ser depredados y colonizados, como objetos de la actividad extractiva”, afirma la pintora. “Así, me enfoqué en la naturaleza a partir de mi trabajo con el cuerpo. Cuando se aborda el tema de la naturaleza, se toma el de los cuerpos también”.

Coca lamenta que, hasta hoy, en el Perú sigamos teniendo una mirada colonial de la naturaleza. “Solamente pensamos en el territorio desde la actividad extractiva. Ese es nuestro problema. La fundación colonial está en permanente disputa con nuestra base cultural ancestral, con las comunidades vinculadas con la naturaleza, con una cultura de la reciprocidad con la tierra que mucha gente considera exótica o motivo de burla”, añade.

Ficha de libro
Lejos de la tierra

Autor: Víctor Vich

Editorial: Instituto Riva Agüero / FCE

Año: 2025

Páginas: 216

Lejos de la tierra

Un concierto Animal

Recientemente inaugurada en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), la muestra del reconocido pintor Moico Yaker, “Conversaciones en el zoológico” reúne cerca de 70 obras, entre pinturas de gran, mediano y pequeño formato, una profusa naturaleza que lleva, en palabras del curador Augusto del Valle, la tensión permanente entre lo humano y no humano. Desde la entrada, el juego propuesto por el artista nos obliga a empatizar con el animal de mayor peso en la exposición: el elefante. En la base de la pared, una línea de texto recorre íntegramente la sala. Es un texto de Plinio el viejo, parte de su “Historia natural” escrita en el 39 d.C. que analiza la naturaleza de los extraños paquidermos. Habla de su afinada sensibilidad, su docilidad y gran memoria, así como su bondad, prudencia y equidad al interior de la manada. Detalla su capacidad para subir por una cuerda o aprender a escribir los trazos de las letras griegas. Incluso abunda sobre su legendario temor a los ratones. El acto de leer el texto tan cerca del piso obliga al espectador a caminar despacio, inclinándose, replicando el movimiento del proboscidio. El paseo del elefante va paralelo a la lectura que hace el espectador mientras pasea por la muestra. Nos convierte en el elefante.

Los animales siempre han formado parte de su obra, pero solían ser pequeñas presencias, complementos sutiles de una imagen central. Pero esta vez, el artista saca a pasera todo su personal bestiario. A partir de las “piezas de conversación”, cita culta a la corriente plástica desarrollada en el siglo XVIII en Inglaterra, que representa en pintura a grupos de personas en situaciones informales, participando en una conversación. El artista hace lo propio con animales fácilmente reconocibles, departiendo en conversaciones complejas y cruzando especies. A ello sumará siluetas, retratos de aves, acuarelas de insectos cuya perfección casi arquitectónica siempre le ha fascinado.

Para Yaker, el MAC Lima, levantado en el mismo parque donde funcionó el zoológico de Barranco hasta la década del 70, era el lugar más idóneo para su muestra. Él lo había visitado desde niño, y sabía que, cuando los animales fueron trasladados al flamante Parque de las Leyendas, el elefante no quería subirse al camión. Los encargados de su traslado se vieron obligados a seguirlo en su marcha hasta el distrito de San Miguel. Un video creado por inteligencia artificial anima las fotografías del archivo histórico de El Comercio de aquel paseo. El video resulta nostálgico pero también provocador: al ver el documento histórico, adviertes que las imágenes son producto de la IA. Metáfora de la misma artificialidad de nuestra relación con la naturaleza: el hombre ha reformado tanto el planeta que no hay lugar donde no muestre huellas de su afectación. “Como en la metáfora bíblica de la Torre de Babel, vivimos en una época en la que no sabemos qué es verdad y qué es mentira. En una confusión de lenguas, nos informamos por sistemas que inventan verdades colectivas”, afirma el artista.

Yaker afirma que pinta desde la inocencia total, por pura atracción y amor a los animales. Sin embargo, la metáfora natural es manifiesta. Sus animales nos hablan de la relación con el otro, con la posibilidad de dialogar con quien es diferente. “Vivimos en una época muy difícil para abrazar la diversidad humana”, afirma el pintor. “Últimamente, la democracia se está viendo afectada por regímenes de derecha que limitan, impiden o criminalizan la inmigración. Todos los avances en derechos conquistados desde los años sesenta parecen haber llegado a un punto de quiebre. ¡Se ha puesto nuevamente en cuestión la posibilidad de vivir con quien no es como nosotros, ya sea por credo, raza u orientación de género. La discriminación en Estados Unidos ha llegado al extremo en Estados Unidos o en Medio Oriente. Por eso, para mí es muy claro el trasfondo de esta exhibición: hablar de la posibilidad del diálogo y la convivencia entre las especies”.

El poder amazónico

Pintora Sara Flores, primera artista indígena peruana que inaugura una exposición individual en el MALI. La muestra "Non nete" ("Nuestro mundo") se basa en símbolos kené. (Foto: Helena De Bragança)
Pintora Sara Flores, primera artista indígena peruana que inaugura una exposición individual en el MALI. La muestra "Non nete" ("Nuestro mundo") se basa en símbolos kené. (Foto: Helena De Bragança)

En este debate urgente y visible, una respuesta potente la da la pintora Sara Flores, la primera artista indígena peruana que inaugura una exposición individual en el MALI. “Non Nete” (Nuestro Mundo) presenta una obra basada en el Kené, el arte ancestral del pueblo Shipibo-Conibo. Con más de 50 años de trayectoria, su exposición desafía las barreras coloniales y reivindica el arte indígena como una forma de resistencia cultural y espiritual. La muestra plasma todo lo anteriormente expuesto: el territorio ancestral, la interdependencia de todas las formas de vida, la interconexión de distintos reinos, desde el mundo del agua hasta el mundo de los ideales. Para Víctor Vich, muestras como esta resultan claves, pues justamente el arte amazónico niega la división entre naturaleza y cultura, como propone la modernidad occidental. “El arte Amazónico ha introducido en nuestra cultura otra manera de observar el mundo natural, otra manera de definir lo humano”, afirma. Opina parecido Claudia Coca, al señalar que la visibilización de esta producción artística ha conseguido que los peruanos la valoremos con una perspectiva distinta, no como la creación artesanal que la definía décadas atrás, sino como arte contemporáneo. “Era vital equiparar el arte amazónico con la producción de las escuelas y la academia. Que todas ellas convivan demuestra que el arte contemporáneo local ha logrado, por fin, abrirse”, señala la artista.