
La última semana, cuatro de los cinco libros más vendidos en la librería El Virrey, de Miraflores, fueron de y sobre Mario Vargas Llosa. Lo mismo sucedió en Vallejo Librería Café, de San Isidro, donde los libros de nuestro Nobel se agotaron en 24 horas, y tuvieron que ser repuestos en los siguientes días. Y en la recién reabierta librería Blanca Varela, del Fondo de Cultura Económica, la demanda de libros vargasllosianos también fue alta, sobre todo de jóvenes. Esto confirma que más allá del pesar que produce su partida, los lectores del autor de La ciudad y los perros, La Casa Verde, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo, La utopía arcaica, entre tantos otros títulos, van en aumento, algo que contribuye, de alguna manera, a activar una industria editorial que hace cinco años tocó fondo por efectos de la pandemia. Una industria que ha comenzado a recuperarse, paulatinamente, tal como coinciden en afirmar editores y especialistas consultados en este informe.
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Para Jerónimo Pimentel, director de Penguin Random House Perú, buena parte del sector editorial peruano comenzó a tener ya un rebote positivo entre 2021 y 2022, mientras que desde el 2023 experimentó un crecimiento ligero, pero sostenido. “Esto tiene que ver con muchos factores —dice—, las cadenas de libros y los libreros independientes han tenido hasta el año pasado un crecimiento importante y han aparecido nuevos actores que dinamizan el mercado como Buscalibre y el tema del e-commerce. De otro lado, se produjeron algunos logros gremiales como una ley del libro favorable y se consolidó la Feria Internacional del Libro de Lima como el evento cultural más importante del país”.
Pimentel destaca que en 2023 la editorial que representa superó la meta de vender más de un millón cien mil ejemplares, y que se ha convertido en un hito en la industria del libro en el país.
Por su parte, Philippe Vergnaud, director general de Editorial Planeta Perú, también es optimista. “Fuimos el único país de Latinoamérica sin librerías durnate seis meses y con dificultades para operar el e-commerce lo que generó pérdidas —recuerda—, pero desde 2021 ya tuvimos un crecimiento importante y al cierre de 2024 ya estamos vendiendo 2,6 veces más de lo vendíamos en 2017”.
En su opinión, la pandemia generó una disciplina de lectura que hizo que muchas personas volvieran a los libros y aceleró la evolución de las redes sociales y lo digital, lo que determinó que los lanzamientos fueran simultáneos con otros países, algo que generó una dinámica mayor en un mercado mucho más amplio.
Y sobre la feria, Vergnaud dice que es tan importante que entre el 8 % y 12 % de las ventas de las editoriales en el año dependen de esta actividad. Este 2025, con Italia como país invitado, la FIL Lima espera repetir los buenos números de la pasada versión, cuando se registraron más de medio millón de visitantes.
Piratas a la vista
Sin embargo, los nubarrones en el sector son ocasionados por un viejo conocido: la piratería. Con los años esta actividad ilícita ha ido perfeccionándose. “Aunque en la Cámara Peruana del libro estamos muy enfocados en combatir el problema —cuenta Vergnaud— la piratería sigue siendo muy alta y diría que cada vez es más creativa. Antes se hacían copias burdas, pero ahora se trabajan las portadas, les ponen colores, altorrelieve, etcétera, que engañan rápidamente al consumidor y, obviamente, lo enganchan con el precio”.
El editor cuenta que, recientemente, vino a Lima el influencer español Mike, y se organizó una firma de libros. Se inscribieron 120 personas, pero el día del evento llegaron más de 500. Mike alcanzó a firmar libros a 200 personas, pero se sorprendió de que por lo menos la mitad de los ejemplares llevados por sus seguidores —la mayoría niños y adolescentes— fueran copias piratas.
Y si existe un sector donde la piratería afecta más este es el plan lector. “Muchos autores de literatura infantil y juvenil me preguntan, ¿por qué cada año cobramos menos regalías?, y les digo, sencillamente, porque tres de cada cuatro libros que se venden son piratas”, revela Fernando Esteves, director general de Santillana y Norma. “Nosotros podemos dar esta cifra por la sencilla razón de que conocemos la población de los colegios que adoptan nuestros libros, donde solo una cuarta parte compra los textos originales. Obviamente, no podemos generalizar, pues existen muchísimos colegios que combaten la piratería y apoyan las campañas promovidas desde la Cámara Peruana del Libro e Indecopi”, agrega. Entre las estrategias desarrolladas por Santillana para combatir este flagelo está la venta de formatos híbridos, es decir ejemplares físicos con acceso a recursos digitales solo para quienes compran los libros originales.
Otro especialista en plan lector como Marco Carrascal, de editorial Arsam, dice que tras el golpe que significó la pandemia por el cierre de los colegios recién ha visto un repunte de la actividad en 2024. Su editorial promueve más de 240 títulos, y ha tenido que recurrir a estrategias como las visitas de autores a colegios, sesiones de cuentacuentos o fichas pedagógicas para hacer que los centros educativos vuelvan a interesarse por los libros, porque muchos han optado por usar ‘materiales propios’, es decir por copias realizadas a partir de libros existentes en el mercado.
Las independientes
Otro boom de los últimos tiempos ha sido el de las editoriales independientes. Aquí el panorama es tan amplio como variado y estas se han especializado en temáticas diversas que van de la poesía a la narrativa fantástica y de la ciencia ficción a la literatura escrita por mujeres. Esto tiene que ver con el ague de estos géneros y por algo que ya es evidente: en la actualidad de cada diez compradores de libros seis son mujeres.
Julio Isla, representante de la Federación de Editoriales Independientes del Perú, destaca el surgimiento de editoriales de distintos catálogos y objetivos en Lima y en otras ciudades del país. Estas ofertan sus títulos por Instagram o Facebook y a través de ferias organizadas con recursos propios o a través de los fondos concursables del Ministerio de Cultura. La última de estas ferias fue realizada en la Asociación Guadalupana y participaron 29 editoriales de diez regiones. Según Isla esperan realizar otra feria en octubre próximo que se sumará a la ya conocida La Independiente. “El objetivo no es competir sino sumar para mostrar todo lo que existe en el mercado”, comenta.
En vista de la multiplicación de ferias, Jerónimo Pimentel recomienda hacer una calendarización de las mismas. “Eso contribuirá enormemente al trabajo que realizamos en la Cámara Peruana del Libro, de cuya directiva formo parte —reflexiona—, para tener un plan mensual y saber qué promoción, qué actividades y qué presentaciones se realizan en cada parte del país. La FIL no puede ser nuestro único evento de envergadura, sino tenemos que promover lo mismo en otras ciudades, hay un trabajo ahí pendiente con las municipalidades y gobiernos regionales para la descentralización de la lectura”.
Finalmente, lo único que da sostenibilidad a la industria editorial es el aumento de la masa de lectores y lectoras. En ese sentido, el auge de la literatura infantil puede ser un signo de tiempos mejores para que el libro siga teniendo larga vida, ya sea en el papel o en formatos nuevos como los audiolibros. Así sea.