Un libro del célebre Bob Woodward revela los nuevos planes nucleares del inquilino de la Casa Blanca. [Foto: AFP]
Un libro del célebre Bob Woodward revela los nuevos planes nucleares del inquilino de la Casa Blanca. [Foto: AFP]
Gabriel Meseth

Fear (2018), el reciente libro del periodista Bob Woodward, se sirve de cientos de entrevistas con fuentes cercanas a la Casa Blanca para dilucidar el caos y la incertidumbre que socavan el gobierno estadounidense desde que Donald Trump asumió la presidencia. Esta investigación deja el escándalo Watergate, denunciado por Woodward y Carl Bernstein, como un pecado venial de Richard Nixon. “La realidad es que, en el 2017, EE. UU. se vio encadenado a las palabras y las acciones de un líder neurótico, volátil e impredecible”, escribe. “Los miembros de su staff se unieron con el propósito de bloquear algunos de los impulsos más peligrosos del presidente. El Poder Ejecutivo del país más influyente del mundo sufría un colapso nervioso”.

De aducir que su agenda no le permite visitar a las tropas en Medio Oriente —aunque, según Newsweek, ha jugado golf 68 veces durante su mandato—, a su defensa del juez acusado de abuso sexual, Brett Kavanaugh, o su filiación con el príncipe saudí Mohammed bin Salman, presunto autor intelectual del asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi, cada decisión de Trump echa gasolina a un país cada vez más polarizado y hundido en una profunda crisis de identidad.

El pasado fin de semana el nuevo anuncio de Trump hizo saltar las alarmas. Ahora amenaza con salirse del tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) con el propósito de fortalecer el arsenal atómico de EE. UU. A pesar de las negaciones del Kremlin, Trump está convencido de que Rusia no ha respetado el pacto de 1987, suscrito por Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en el crepúsculo de la Unión Soviética. Treinta años después, Trump promete recalentar la Guerra Fría, y no piensa detener el rearmamento hasta que “esa gente vuelva a sus cabales”.

                                   —Legado de espías—
Entrevistado por la agencia Novosti, Gorbachov ha declarado que el anuncio de Trump le parece inaceptable y de una enorme irresponsabilidad. El exlíder de la Unión Soviética lamentó que uno de los logros más trascendentales para la paz global esté a punto de revertirse. Su convenio diplomático prohibió misiles con alcance entre los 500 y 5.500 kilómetros. Un acuerdo que devolvió la tranquilidad a Europa luego de que EE. UU. y el Bloque del Este desactivaran cerca de tres mil misiles y autorizaran inspecciones en sus respectivas bases militares.

Se cumplían entonces cuatro décadas de alta tensión geopolítica. Una época en la que ambas superpotencias, tras ser aliadas temporales contra la amenaza del nazismo, volvieron a enfrentarse por el dominio ideológico del mundo. Los flancos de la Guerra Fría fueron múltiples y variados, desde estrategias de propaganda hasta embargos capaces de condenar a territorios enemigos a la miseria.

Baterías antiaéreas cubanas se alistan para entrar en acción durante la crisis de los misiles de 1962. [Foto: Reuters]
Baterías antiaéreas cubanas se alistan para entrar en acción durante la crisis de los misiles de 1962. [Foto: Reuters]

La paranoia del espionaje empañó hasta la investigación espacial y los deportes, como se vio en el Campeonato Mundial de Ajedrez 1972, disputado en Reikiavik, donde el duelo entre Bobby Fischer y Boris Spassky se convirtió en una batalla política. Mientras que la URSS dominaba sus Estados satélites, EE. UU. buscaba erradicar al comunismo por medio de las guerras de ultramar en Corea o Vietnam, o el desarrollo del Plan Cóndor para instaurar dictaduras feroces en América Latina. Pero ninguna amenaza tan grave como la vivida en 1962 durante la crisis de misiles en Cuba. Trece días de negociaciones entre John F. Kennedy y Nikita Kruschev salvaron al mundo de su desaparición.

                              —El presidente nuclear—
Tras la amenaza de Trump, el vocero Dmitry Peskov anunció que el Kremlin también tomaría las medidas correspondientes para velar por su propia seguridad. La principal razón de EE. UU. para retirarse del pacto INF sería el diseño del Novator 9M729, misil de crucero creado en Moscú, de acuerdo a la advertencia de la OTAN. No obstante, se cree que la salida es provocada porque China no se encuentra entre los signatarios del tratado, y los planes bélicos de Xi Jinping son motivo de preocupación para el Pentágono. Librarse de estas cláusulas le permitiría a EE. UU. sembrar misiles en territorio asiático. Una estrategia que podría tener consecuencias devastadoras.

¿Qué le ocurriría al planeta si se desatara la guerra atómica? Se estima que, en diez años, el 90 % de la población global sería borrada del mapa. La diversidad biológica se extinguiría en medio de un invierno nuclear, donde la luz del día se tornaría gris por una gran nube de ceniza en el ambiente, dejando terrenos inhóspitos propios del cine posapocalíptico.

A cien años del fin de la Primera Guerra Mundial, la revocación del tratado INF parece ser una invitación a la Tercera. Se vive un tiempo de amenaza si se consideran las pruebas balísticas que Pyongyang ha ensayado en años anteriores, la mina de uranio de la que dispone Irán, o el acceso a una tecnología que permite diseñar armas más precisas y letales. “A Trump le encanta firmar”, revela Bob Woodward en un pasaje de su libro. “Significa que está haciendo cosas, con esa caligrafía de altibajos que en plumón negro se ve tan autoritaria”. En este escenario, su firma puede equivaler a un dedo en el botón.

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