Alonso Cueto

El recuerdo más feliz de un lector es el de algún libro que lo hizo despertar a las situaciones, a los seres y a las palabras que dan forma a la literatura. Se trata en realidad del descubrimiento de la gran paradoja de la lectura: la de sentir emociones verdaderas hacia personajes de ficción. Por algún motivo que desconozco, entre mis recuerdos tengo una predilección.

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“El ruiseñor y la rosa” de Oscar Wilde es un relato que cuenta con frases sencillas la historia de un sacrificio. En el inicio, conocemos a un joven enamorado cuya amada le ha dicho que bailarìa con èl si le trae una rosa roja. El ruiseñor se entera del predicamento del joven. Romàntico esencial, el ave identifica al muchacho enamorado como su alma gemela. Decide ayudarlo a conseguir la rosa a cualquier precio. Cuando se encuentra con un jardín donde solo hay rosas blancas, uno de los rosales le dice que solo clavándose la espina en el cuerpo, podrá teñir de rojo los pétalos de la flor.

Wilde nos conduce al punto del amor identificado como un sacrificio. Su idea de la muerte como un sustento del amor parece definir la historia, una situación con la que tambièn juega en su obra teatral, Salome. (donde ella dice frente a la cabeza de su amado que “el misterio del amor es màs profundo que el misterio de la muerte”). En esa unión del amor y la muerte, reccordamos la escena del relato en la que el ruiseñor une su pecho a la espina y canta una melodía vibrante, “a la pasión naciente en el seno de un joven y una doncella” mientras “un delicado rubor iba cubriendo los pétalos de la rosa, igual al rubor que sube a la cara del novio cuando besa los labios de su desposada”. El cuento se publicò en Mayo de 1888 cuando Wilde tenía treinta y tres años. La edición coincidió con su desafortunada boda con Constance Lloyd.

“El ruiseñor y la rosa” de Oscar Wilde es un relato que cuenta con frases sencillas la historia de un sacrificio. (Foto: Napoleon Sarony/CORBIS/Corbis vía Getty Images)
“El ruiseñor y la rosa” de Oscar Wilde es un relato que cuenta con frases sencillas la historia de un sacrificio. (Foto: Napoleon Sarony/CORBIS/Corbis vía Getty Images)
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Por otro lado, la idea del sacrificio como una prueba del amor es un asunto esencial del catolicismo, una religión a la que Wilde se convirtió en su lecho de muerte. Con “El ruiseñor y la rosa” uno pensarìa que el escritor irlandés era un sentimental perdido que luego se cubriò de cinismo. Era despuès de todo el único modo de sobrevivir para un inmigrante irlandés en medio de una sociedad hostil comandada por el brutal Marquès de Queensberry. El ruiseñor se entrega a la espina que va a colorear de rojo la rosa durante toda la noche. Poco antes de morir, lanza una última melodía que hace que la luna vague por los cielos y se olvide de la aurora. La rosa roja se estremece de éxtasis, abriendo sus pétalos a la mañana. Los pastores se despiertan y el sonido del ave flota entre los cañaverales, llega al rìo y se integra el mar.

El argumento del relato de Wilde viene de las tradiciones europeas. Pero èl le dio un lenguaje natural y sencillo. Contar una historia muy dramática con un lenguaje ordinario es una de las pruebas màs difìciles para un escritor. El desenlace ya es irònico y anticipa el tono de sus últimas obras. Wilde sabìa acerca del ideal y también que ese ideal es impracticable en un mundo banal. Todo resumido en un ave que muere por la felicidad de un joven y también de los jóvenes que somos sus lectores.

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