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La realidad ausente: muestra sonora de Santiago Pillado-Matheu - 1
Dante Trujillo

Una mujer habla. Una mujer nos habla. Podemos suponer que se trata de una señora mayor, de rasgos andinos. Podemos asimismo imaginar sus arrugas, quizá sus trenzas, su ropa, su mirada. Podemos figurarnos los movimientos de su mano siguiendo el ritmo de sus palabras, de lo que nos está diciendo. Y nada más. Sabemos que lo que cuenta es terrible, pero no le entendemos porque no conocemos su lengua. Y no terminamos de asimilar esto cuando su relato concluye y ahora es un hombre el que nos quiere contar algo. Y luego otro. Y luego otra mujer, y así una serie de testimonios recorriendo el espacio casi vacío, las voces de los testigos de un horror que no logramos comprender viajando a través de los parlantes de la galería. 

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En los últimos años, tanto la producción como la apreciación del llamado arte sonoro han ido creciendo por todo el mundo. Se trata de una disciplina en plena exploración de sus formas expresivas, lo que la convierte en vanguardia: casi todo está por hacerse, no existen los límites. Las recientes bienales de Venecia y La Habana confirman lo dicho: en ellas, proyectos basados principalmente en el audio constituyeron algunas de las muestras más importantes del arte último. En esta tendencia, la sala Luis Miró Quesada Garland de la Municipalidad de Miraflores —una de las más importantes del país— presenta "La realidad ausente", instalación sonora de gran formato a cargo del músico y productor Santiago Pillado-Matheu. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de arte sonoro? El crítico y curador Jorge Villacorta, comisario de la muestra, lo explica así (demostrando de paso que se trata de una actividad en construcción): “No hay una sola definición que lo abarque todo, es muy vasto. No es sinónimo de música, pero esta puede quedar incorporada en él. Es posible decir que el arte sonoro se da cuando un artista usa el sonido, que es vibración y que, como tal, existe a manera de ondas que se propagan por el aire para crear un espacio. En este espacio, que puede tener paredes o no, se modifica la percepción del estímulo audible. Se descubre así una dimensión espacial del sonido, en la cual se activa una alteración profunda de la posición y consciencia que un individuo cree poseer en lo real”. 

     La experimentación con sonidos es reciente pero no nueva en nuestro medio. Hace seis años el peruano Jaime Oliver fue reconocido por la universidad Georgia Tech gracias a los paisajes sensoriales que era capaz de arrancar de un curioso dispositivo creado por él, el “tambor silencioso”. También se deben tomar en cuenta, entre otros, los trabajos de Sergio Zevallos, fundador del grupo Chaclacayo, uno de los principales investigadores del tema en el Perú, así como José Ignacio López 
Ramírez Gastón y Luis Alvarado. La música Pauchi Sasaki también ha trabajado ello. Hasta hace poco existía un programa en radio Filarmonía dedicado al asunto: "Cazar truenos". A esta breve pero plausible tradición se adscribe Santiago Pillado-Matheu.

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“Desde hace 25 siglos el saber occidental intenta ver el mundo. Todavía no ha comprendido que el mundo no se mira, se oye. No se lee, se escucha”. La cita proviene del libro "Ruidos. Economía política de la música", de Jacques Attali, y Pillado-Matheu (Lima, 1973) la tuvo muy presente mientras creaba los elementos de su instalación, que propone un viaje sincrónico a los años ochenta —el país inmerso en el conflicto interno— y la realidad actual, para sembrar en el público preguntas como cuánto hemos aprendido de dicha experiencia, cuánto hemos reflexionado como país, cuánto seguimos escondiéndonos, engañándonos. Cuánto hay de no resuelto. Cuánto tiempo seguiremos sin escucharnos, ya no decir entendernos. 

     "La realidad ausente" es “una reflexión sobre la profundidad y alcance del hecho sonoro como forma de comunicación e introspección, en sus posibilidades para mover y alterar nuestras emociones y recuerdos de esos años”, señala Pillado-Matheu, quien el año pasado ganó, junto con Óscar Naters, el premio Iberescena-Ibermúsicas con la obra "La memoria de la ausencia" (primera pieza de las artes escénicas peruanas presentada en el Palacio de Bellas Artes de México), un estadio previo y complementario de la muestra que nos incumbe. 

     La experiencia de asistir a la muestra será intransferible —y sorpresiva y conmovedora—, pero el artista la explica así: “Aquí diversos audios se organizan en función de varios planos y texturas superpuestas en las que sonoridades cotidianas (la calle, el micro, el tráfico, el centro comercial, la nocturnidad, el día a día que vamos resolviendo a pesar de su dureza), textos narrados (discursos, coberturas periodísticas, opiniones, poesía), música, radio, televisión y ruido (urbano, rural, antiguo, futurista), discurren en paralelo, en simultáneo, empapando las sensaciones contradictorias y contrapuestas que siguen conviviendo en el Perú”. Pillado-Matheu, quien también es director musical, cantante y baterista de la banda de rock experimental El Hombre Misterioso, cuenta que la instalación se verá complementada con un disco-objeto, algo que llama collage sonoro del cual presentamos un par de pistas, en exclusiva.

    La mujer que nos hablaba al principio se llama Felicitas, y es de Ayacucho. Lo que nos intenta decir es que tenía dos hijos, de 12 y 14 años. Asegura que uno fue asesinado por Sendero Luminoso; el otro, por el Ejército. No le entendemos porque no sabemos quechua. Porque el resto de voces y ruidos nos confunde. Porque no nos termina de importar su desgracia. Esta muestra es un viaje interior.

Escucha dos pistas de "La realidad ausente":

1. Los aborígenes viven en el norte en el siglo XXI

 

2. Tarata meets Lucanamarca

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