De las más de 160 especies que existen en el Perú, solo tres chupan la sangre de otros mamíferos. El resto se alimenta de insectos o frutas.
De las más de 160 especies que existen en el Perú, solo tres chupan la sangre de otros mamíferos. El resto se alimenta de insectos o frutas.
/ Jens Rydell
Diana Hidalgo

“¡A la hoguera, bruja!”, gritaron miles de veces sacerdotes, autoridades y pobladores en la Edad Media, al prenderle fuego a mujeres vivas, acusándolas de hechicería. Pensadores como Montesquieu y Voltaire fueron radicales al decir que la caza de brujas fue facilitada por la “ignorancia y el oscurantismo”. Y estudios contemporáneos les dan la razón al explicar que este comportamiento se vincula con el temor a lo “diferente” o “extraño”.

Y, si esas brujas medievales eran asociadas a la peste, ahora esta última recae en animales como los murciélagos. A fines de marzo, en plena pandemia por el coronavirus, pobladores de Santa Cruz, en Cajamarca, quemaron vivos a cientos de estos animales que habitaban cuevas aledañas a su comunidad. Creían que así evitaban el contagio de COVID-19.

“La gente dice que son horribles, que no sirven para nada. Los asocian con brujería. Les temen. Nada está más alejado de la realidad”, afirma la veterinaria Jessica Gálvez Durand, quien es directora de Gestión Sostenible del Patrimonio de Fauna Silvestre del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor). En la cacería y quema en Cajamarca, murieron 300 murciélagos. Serfor logró reubicar a otros 200 en cuevas cercanas. Gálvez indica que son frágiles y muy asustadizos.

Leyendas sobran

Demasiadas películas de terror, libros y fantasías, pero la ciencia sostiene que los murciélagos realizan tres servicios ecosistémicos fundamentales en nuestro planeta: polinizan flores, controlan plagas de insectos en la agricultura y dispersan semillas. Estas tres actividades hacen que los bosques se regeneren y se conserven, y que prevalezcan los cultivos que usamos para nuestra alimentación. No en vano en 2017, la FAO los llamó “aliados silenciosos de la agricultura”. Los murciélagos polinizan casi 500 especies de flores en el mundo, entre las que se encuentran los árboles de cacao, plátano, mango, duraznos, paltas, entre otros.

“Son como jardineros de los bosques: renuevan las especies de flores y árboles cuando se alimentan”, explica la ecóloga Jessica Gálvez. En una sola noche, un murciélago puede ingerir hasta 3.000 insectos, toda una plaga para cultivos como arroz, maíz o café, entre otros. En cuanto a sus características, el zoólogo Armando Valdes, quien dirige el Laboratorio de Ecosalud y Ecología urbana en la UPCH, sostiene que son muy gregarios, se amamantan y protegen mucho entre ellos. Destaca que, de las más de 160 especies de murciélagos que habitan en el Perú, apenas tres son las que lamen o chupan sangre de otros mamíferos. El resto se alimenta solo de frutas, néctar, insectos y plantas.

Principales actores

“Los murciélagos son los animales más injustamente maltratados del mundo”, dice el mexicano Rodrigo Medellín, biólogo y conservacionista. Agrega: “Si usaste hoy un producto de algodón, comiste algo hecho con maíz, tomaste café, té o comiste arroz, tu vida ya está directamente relacionada con estos mamíferos”.

Desde 1994, Medellín trabaja en la conservación de murciélagos y es muy tajante al decir: “Si perdemos a los murciélagos, perdemos el tequila”. Los murciélagos son los únicos que polinizan y esparcen las semillas del agave, de donde se obtienen el tequila y varios tipos de mezcal en México. Por eso, en las botellas de este licor, para distinguirlos, aparece una etiqueta que dice bat friendly.

Los tres especialistas consultados señalan que no hay evidencia científica que indique que alguna de las más de 160 especies de murciélagos que habitan el Perú presente las características o la genética del murciélago de herradura (Rhinolophus horseshoe), especie que aún se investiga en China para comprobar que haya sido un posible vector de contagio de COVID-19, originado por la venta de su carne en un mercado de Wuhan, algo, por cierto, hecho por humanos. La ciencia actúa también de manera insospechada: no se sabe cuándo el contacto celular y genético de una especie animal con una humana puede fabricar un virus. Esta no sería la primera vez que sucede. Pero ya no estamos en épocas medievales como para buscar chivos expiatorios e ir a quemar murciélagos. Si alguna lección nos deja también esta pandemia, es que la ciencia debe triunfar ante la superstición, el desconocimiento, la desinformación o la calumnia.


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