El COVID-19 mata, La pobreza también.
El COVID-19 mata, La pobreza también.
Juan Bytton

“Los problemas sociales, económicos, políticos no se han superado; todas las propuestas de solución tanto prácticas como ideológicas han fracasado en su conjunto; los problemas son tan universalmente humanos en su amplitud y en su manera, que se ha hecho necesario un auxilio verdaderamente fundamental”. Estas palabras del teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) que forma parte de su obra Ética, escrita entre los complejos años de 1940 y 1945, cobran hoy total actualidad. El mundo ya no será el mismo, nuestros hábitos y costumbres entrarán en un proceso de cambio en nombre de la supervivencia. Dentro de tantos factores del comportamiento humano, dos de ellos tendrán que demostrar su capacidad de convivencia en aras el bien común.

La economía – administración de la casa – y el ethos – el carácter y las costumbres –unen sus bases en un solo pilar: la preservación de la vida. Como lo señala el filósofo José Luis López Aranguren: “El ethos es el suelo firme, el fundamento de la praxis, la raíz de la que brotan todos los actos humanos. Así, los hábitos económicos corresponden a hábitos humanos, en la línea de pensamiento de los últimos premios Nobel de Economía.

Nos creíamos inmunes a virus como la pobreza, la marginación y el racismo, pero a causa de otro virus que no tiene identidad propia, sino que necesita de otro ser para vivir, hemos caído en la cuenta de lo vulnerables que podemos ser. Es lamentable constatar que un virus egoísta ha encontrado cobijo en corazones egoístas. Como país, estamos en la misma barca, pero no en el mismo lugar. Algunos están en popa, otros en las calendas. Esta pandemia pone sobre la mesa los problemas más urgentes que ya atravesábamos cotidianamente, pero pensábamos que ignorarlos no afectaría en nada nuestras vidas. Nada más falso. El carrerismo consumista y la acumulación han sido las mascarillas que escondían una absurda angustia por vivir.

Si con una pandemia todos salimos perjudicados, será con acciones colectivas donde todos saldremos beneficiados. No por casualidad la misma raíz griega de la palabra “pandemia” significa eso: “todo el pueblo”. Estamos a tiempo para evitar más indigencia y una insalvable polarización social fruto del sufrimiento. Si la economía es capaz de cambiar a la humanidad, ha llegado el momento de ser testigos de cómo la humanidad cambia la economía.

La heterodoxia en las políticas económicas está respondiendo, con mayor o menor eficacia, a las demandas básicas de la población, pero no será suficiente. La efectividad integral de estas medidas dependerá de la focalización de las personas y hogares más vulnerables. Es decir, de la capacidad empática y del expertise de los profesionales en el diseño, ejecución y seguimiento de las propuestas planteadas. La primera responde a una inquietud humana, la segunda a la formación y experiencia en el campo. Esta combinación solo es posible cuando los valores fundamentales son reconocidos como vitales entre todos los actores con responsabilidad de decisión política y económica.

Llega la hora de promover un acuerdo social cuyo fundamento sea las relaciones solidarias diáfanas entre ciudadanos. Un pacto nacional de principios, no de normas, garantizado por líderes sociales de primer nivel, multidisciplinarios y de intachable conducta. La memoria y la historia son ahora nuestros mejores aliados. En tiempos crudos y desolados hemos salido adelante desde las bases con iniciativas como los comedores populares, los vasos de leche, los núcleos ejecutores, las rondas campesinas y un esperanzador etcétera. Llega la hora de estrechar las distancias con el instrumento del diálogo y la transparencia de intenciones. Que las relaciones asimétricas y verticales den paso a una misma mesa donde hay sitio para todos, porque hay alimento para todos.

El impacto de esta crisis es inimaginable, como debe serlo también el conjunto de propuestas para salir adelante juntos. No perdamos de vista que estamos rumbo al bicentenario de nuestra independencia. Tenemos la oportunidad máxima para renacer como patria y de gestar una nueva independencia desde la solidaridad, la justicia y la paz.

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