Jorge Volpi es actualmente coordinador de Difusión Cultural de la UNAM. [Foto: EFE]
Jorge Volpi es actualmente coordinador de Difusión Cultural de la UNAM. [Foto: EFE]


Por Dulce María Ramos

El pasado 31 de enero Jorge Volpi se alzó con el Premio Alfaguara de Novela. El jurado estuvo conformado por Fernando Savater, Mathias Enard y Sergio del Molino, así como por la cineasta peruana Claudia Llosa, el librero mexicano Emilio Achar y la editora del sello, Pilar Reyes.

Una novela criminal le tomó a Volpi tres años. Durante ese tiempo revisó aproximadamente 20 mil páginas de expedientes para poder construir esta historia que navega entre las líneas de la ficción y el periodismo. Este libro busca romper los límites académicos de la novela tradicional, algo que ha caracterizado las obras del mexicano. “El título lo decidí en el último minuto, algo tan sencillo y contundente simplemente debía llamarse así”, nos cuenta.

Hace años, usted me contó cómo el Premio Biblioteca Breve le cambió la vida. ¿Qué significa ganar hoy el Alfaguara?
Siempre es muy emocionante, y además con un jurado presidido por Fernando Savater. Pero no creo que este premio me cambie la vida como sí lo hizo el premio por En busca de Klingsor; y sí creo que le cambiará la vida a este libro en particular, a esta historia terrible sobre cómo funciona la justicia en México, a esta novela sin ficción de dos familias y a los infinitos personajes e historias entretejidos. Por supuesto, el premio modificará drásticamente la recepción que tendrá el libro.

Ya cuenta con una trayectoria literaria y de hecho es una de las voces más sólidas de la literatura mexicana. ¿Por qué presentar esta historia a un concurso y no directamente a una editorial?
He escrito otras novelas y libros que no hubiera pensado en inscribirlas en un premio. En este caso la historia me parecía tan fuerte y arriesgada, por lo que revela, que el premio le venía muy bien. Si no hubiera ganado, igual la habría publicado y tendría su propia vida en México. Ahora, con el premio, la novela será conocida fuera de las fronteras de mi país.

Más allá de los tópicos sobre la violencia y el narcotráfico, ¿quizá era necesario abordar la problemática de la justicia en México?
Exactamente, el tema de la corrupción en todos los sentidos y, en particular, de la justicia; cómo nos sentimos los ciudadanos en México y en muchas partes de América Latina, indefensos ante policías y criminales porque una vez que se comete un delito es casi imposible que se haga justicia.

Le dedicó mucho a esta historia. Aparte de la temática social, ¿qué lo cautivó para contarla?
Hay varias cosas que me llevaron a este libro. La primera, mi relación con Francia: ahí viví tres años, y es un lugar donde tengo una enorme afinidad y amigos. En el momento en que surgió esta historia de una pareja formada por un mexicano y una francesa me pareció interesante de inmediato. Luego, cuando se desveló el montaje hecho por la policía en febrero del 2006, me resultó todo más inverosímil y escandaloso. Eso es lo que hace tan peculiar este libro: es una novela sin ficción, pero que comienza con una ficción narrada por la policía para fingir que están capturando a un grupo criminal. Ya de regreso a México, me pareció poderoso el enfrentamiento entre los presidentes Calderón y Sarkozy, y que existiera una tensión diplomática de ese nivel entre México y Francia, donde yo había sido agregado cultural; por supuesto me sentí con vínculos de ambos lados.

Con la proyección que tendrá la novela, ¿teme algún tipo de censura o represalia?
Es algo que no puedo descartar. Son temas muy delicados, de personajes públicos que siguen presentes en la vida mexicana. Es algo que no deja de inquietarme, pues es la primera vez que me ocurre estar escribiendo un texto en el que los protagonistas están vivos y tienen su propia versión de los hechos que no va, seguramente, a coincidir con la que aparece en el libro.

Pero de alguna manera los escritores buscan el lado incómodo de los gobiernos, de la sociedad.
Es parte de la función del escritor: incomodar.

¿Hasta qué punto un autor debe estar comprometido políticamente con lo que pasa en su país o en el mundo?
No creo que un escritor tenga que estar comprometido; ahora es simplemente una posibilidad del escritor tocar temas del interés público de su tiempo. No tanto porque haya una obligación.​

El veredicto del jurado del premio señala que la mirada del narrador es la pregunta, que no hay respuestas, solo la perplejidad de lo real. Entonces, ¿cuál será la mirada del lector de Una novela criminal?
Eso me gustaría saberlo a mí también. Intento presentar los hechos desde mi propia perspectiva, siendo evidente cuando hay irregularidades, pero dejando que sea el lector quien intente construir “la verdad” detrás de toda esta historia. Es muy difícil saber qué pasó, independientemente de todas las irregularidades procesales; es complicado conocer la realidad. Y ese es el tema central del libro, que en realidad lo acerca muchísimo a En busca de Klingsor.

Alguna vez le preguntaron a Henry Miller si se consideraba un escritor o un hombre de literatura. ¿Usted cómo se considera?
Me gustaría ser ambos. En estos tres años estuve muy concentrado en la novela, y ahora tendré más tiempo para leer. De hecho, he decidido tomarme este año para dedicarme s0lo a la lectura.

¿Cómo es la ventana por donde mira Jorge Volpi?
En este momento estoy en mi estudio, tengo frente a mí un enorme ventanal. Este edificio era antiguamente una fábrica que luego un arquitecto convirtió en pequeños apartamentos y ha sido mi estudio desde hace 15 años. Es una ventana donde veo la ciudad de México, pero sobre todo al cielo azul de esta mañana.

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