Eduardo Adrianzén: "Seguimos siendo una 'comarca colonial'"
Eduardo Adrianzén: "Seguimos siendo una 'comarca colonial'"
Alessandra Miyagi

Eduardo Adrianzén es uno de los dramaturgos más importantes de nuestro país, y es además un exitoso y prolífico guionista de televisión, industria en la que viene trabajando por más de 30 años.
    Confiesa que siempre quiso escribir una obra relacionada con Sebastián Salazar Bondy, su héroe literario desde la infancia, con quien se identifica por muchos motivos. Ahora, 50 años después de la publicación de "Lima la horrible", Adrianzén nos presenta "Humo en la neblina", dirigida por Ruth Escudero. La pieza es su homenaje a uno de intelectuales peruanos más lúcidos de todos los tiempos, y nos invita a reflexionar sobre los problemas de nuestra sociedad.

"Humo en la neblina" es una obra alegórica. 
Sí, es una metáfora sobre los problemas de nuestra cultura limeña. Salazar Bondy fue la persona que mejor pudo analizarlos, y es lo que plasma en "Lima la horrible". Hay gente que no lo ha leído y piensa que es una diatriba contra Lima, sin embargo yo creo que es un libro escrito por amor a la ciudad, por la necesidad de reflexionar y entender por qué somos como somos. Los dos personajes con los que se cruza Salazar Bondy en la obra, Roberto y Flor de María, son, finalmente, las dos caras de la misma moneda. El primero representa a una burguesía decadente vive de aparentar, y la segunda representa a una clase media deprimida que vive de la tradición y de las normas impuestas por la clase alta pacata y cucufata. Los dos se complementan y son tristes a su manera, encargan los defectos que Salazar Bondy ve en el promedio. 

¿Y los gallinazos? Porque me parece que se presenta como un símbolo polisémico.
Lo es, exactamente. Me encanta este personaje porque Salazar Bondy lo usaba mucho. Él entendía que eso tiene que ver con un pathos muy limeño. Cuando encontré la figura del gallinazo, sentí que había encontrado una llavecita para contar la historia y darle un poco la atmósfera teatral, no tan realista que yo necesitaba. Y Ruth Escudero lo resolvió con José Avilés, que es un bailarín que debuta como actor y es una maravilla.

¿De dónde sale el título "Humo en la neblina"?
La neblina transmite un clima y una sensación característica de ciudades costeras como la nuestra. Te remite a una cierta extrañeza, desconcierto, tristeza. El humo, por otro lado, te hace pensar en los miles de cigarros que fumaba Salazar Bondy, en combustión, en algo que se está consumiendo, como la propia vida de él. Pero, al final, el humo y la neblina se mezclan y la neblina devora el humo. Me parecía una metáfora muy linda.

Entonces, a pesar de sus esfuerzos por contribuir a resolver los conflictos sociales, la ciudad termina devorándolo. 
Exacto, su vida se consume en esta neblina que lo envuelve todo. Siente una gran decepción al saberse enfermo, al entender que se va a morir y no va a alcanzar a ver un cambio positivo. Ese es uno de los grandes temas de la obra: el sentir que el tiempo se te acaba, que solo te queda diagnosticar. Salazar Bondy fue un hombre brillante, se metió en política unos años, a un partido compuesto por intelectuales, lo más caviar del planeta. Pero se dio cuenta de que su discurso no iba a tener nunca arrastre popular mientras la gente no tenga el deseo de ir más allá de las necesidades del día a día. Lamentablemente, el intelectual puede analizar y diagnosticar la realidad, pero rara vez es efectivo en el campo mismo porque te habla de cosas a mediano o largo plazo, no te da ofertas electorales ni ofertas de nada para el momento, sino te dice que todo es un trabajo lento. Por eso, ese discurso sincero no funciona, pues. Entonces se volcó a hacer lo que realmente podía, que era movilizar toda la escena cultural limeña: periodismo, literatura, teatro, ensayo, poesía. Fue un gran promotor teatral y gestor cultural. Su trabajo ahí es impresionante, no había persona en esa época que no lo conociera y que no lo admirara. Tenía detractores, evidentemente, porque era un tipo que trabajaba en todos los campos de la cultura y todo lo hacía bien, y no se adscribía a radicalismos. Pretendía que la gente se cuestione sobre el sistema, que se pregunte por qué sucede lo que sucede. Toda su obra teatral es bien ejemplificadora, aun cuando es ligera, es muy fuerte en términos de mensaje, te muestra cuáles son los valores que maneja esta sociedad y por qué los maneja así, y qué es lo que se considera importante y qué no. Entonces, obliga al espectador a tomar una decisión. Creo que con eso se sentía satisfecho y contento. 

Como tú mismo, porque un acierto en tus obras, ya sean ambientadas en otras épocas o en la actualidad, es que retratan problemas sociales vigentes pero sin resultar sentenciosas .
Bueno la idea es traer las cosas al presente. A mí me encanta la Historia. No la estudié como carrera por flojo, pero toda la vida me ha encantado. Justamente, entiendo mi país leyendo su Historia, te explica por qué ahora la gente es como es. Lo que trato de hacer es: “mira, y ya tú ve”. Porque no hay nada peor que tratar de imponer una idea. Por eso lo difícil de escribir este texto, necesitaba de una mirada que no tuviera ni cólera ni odio ni pretensiones didácticas, sino una como la que hubiera tenido Salazar Bondy. 

La obra plantea la pregunta de si Lima sigue siendo "la horrible". ¿Qué opinas tú?
Sí, claro. De otra manera, pero básicamente seguimos siendo una “comarca colonial”, y ha empeorado terriblemente. Ahora veo a chicos de 20 años que piensan que si dicen que son ateos van a perder trabajos o que los pueden mirar mal. Eso me parece marciano, pero pasa. Se han dado cuenta de que, la esposa del dueño de la corporación toma té con los amigos del cardenal, y lamentablemente hay una influencia muy grande. Evidentemente, la lima tradicional de la que Salazar Bondy habla en su ensayo está casi extinta o permanece refugiada en algunos grupos de poder minoritarios que tratan de imponer cierta cultura hegemónica. La Lima actual es fruto de las olas migratorias de los años 50 en adelante, sobre todo, de la última gran migración de los desplazados de los años 80. La ciudad de ahora tiene su propio cauce, su propia forma de ser, pero ha mantenido una característica: es una ciudad formada sobre la exclusión, sobre el qué dirán y un egoísmo muy fuerte. En un momento de la obra el personaje de Salazar Bondy lo dice: “Lima nació de ser un sitio donde repartieron solares en una tierra ajena”. Ese es el origen de todo y es una marca en el ADN de la ciudad, y creo que eso es algo que nos persigue. Y esto se ha potenciado en la medida en que ahora Lima es más grande, tiene ya diez millones de habitantes. En la época de Salazar Bondy, Lima era una ciudad pequeña de un millón o un millón y medio de personas, pero no resolvieron problemas muy concretos antes de transformarse en esta gran urbe. Entonces hay como varias Limas, cada una con sus conflictos, que no llega a integrarse y no lo logrará ya por lo grande que es, porque se ha vuelto inmanejable. 

¿Por qué crees que nunca llegamos a resolverlos?
Creo que tiene que ver con el hecho de que nuestra memoria histórica es muy frágil. Y esta es así porque no se quiere tenerla, porque no se inculca, porque no es un valor que esté en todos, porque somos una sociedad con casas sin libros. Los propios padres son los responsables de la amnesia de la siguiente generación. Mucha gente de mi edad, por ejemplo, pasó la juventud en medio de la precariedad de los ochenta y el terror de la lucha armada. Para nosotros era muy difícil conseguir cualquier cosa, sin importar la clase social a la que pertenecieras. Conseguir trabajo era toda una proeza, comprarte una camisa era un triunfo. Entonces, lo que hacen es tratar de que sus hijos no sufran nada, que no sepan todo lo que ellos pasaron, y los llenan de cosas materiales. Quizás sea porque quieren, de alguna manera, compensar lo mal que lo pasaron ellos. Pero lo que logran con eso es que los chicos piensen que nunca hubo violencia, crisis económicas, y que simplemente la gente debe ir a tomar su plata y lo que necesita y ya. Entonces, esto es un problema, pues, porque no se forman una mentalidad a largo plazo, no entienden que un país se construye poco a poco y que no todo empieza con este gobierno o con el inmediatamente anterior, o en el punto en que están ahora. 

Igual que Salazar Bondy, trabajas incansablemente...
Sí, lo único que hago en la vida es escribir. Es un trabajo solitario, pero a la vez tengo una gran suerte de poder hacer lo que me gusta. O estoy escribiendo el guion para la telenovela que estoy haciendo ahora ("Amor de madre") o estoy escribiendo teatro, no hay más opciones. Eventualmente hago algún artículo, pero no trabajo en otra cosa. No conozco otra forma de vivir. Llevo 30 años escribiendo televisión, todo lo que tengo en la vida me lo he comprado con la tele, y hago 20 años teatro, bueno, con eso no me he comprado mucho, más bien he perdido bastante dinero, pero no importa [risas]. Llevo una vida monacal a propósito.

¿Tus producciones en el teatro y en la televisión son muy distintas entre sí?
Fíjate que no, yo tengo el mismo discurso en ambos formatos y trato los temas que me interesan, solo que los manejo en códigos distintos. No soy de los que dicen “hago televisión para vivir, pero quisiera hacer teatro toda mi vida”. Yo no podría dejar de hacer nunca televisión porque me encanta. Entonces, no es que haga una cosa por el dinero y otra por el amor, hago las dos porque me encanta hacerlas. Claro que el trabajo es distinto, la tele te consume más tiempo, te chupa el cerebro todo el día, y el teatro es para darle mucho más tiempo, más tranquilidad, más calma, corriges cien veces más. 

¿Cómo ves el panorama de la televisión nacional?
Creo que es la consecuencia de la sociedad que tenemos. En cierto modo, ella es un espejo, refleja lo que somos. Lo que sí creo es que la televisión mal hecha es un enemigo. Hay productos con los cuales puedo tener muchas discrepancias ideológicas, pero también puedo reconocer que están bien realizados, bien logrados. Y hay otros que teniendo éxito son muy malos, no aguantan un control de calidad mínimo. Como yo trabajo en televisión hace 30 años, no puedo opinar solo como espectador. Creo que hay que analizar individualmente los programas para ver cuáles son sus problemas, primero, de calidad, y luego en su contenido, ver qué es lo que está transmitiendo específicamente. Y sobre eso formarse una opinión muy concreta de cada producción y no englobar todas en un mismo saco todas. Hay que manejarlo con pinzas.
Por otro lado, la televisión como tal es un discurso que va a cambiar mucho en los próximos años, en la medida en que las nuevas generaciones van a ver más por computadora que por televisión, y van a armar la programación a su gusto. Va a ser interesante ver esa transición. 

¿Eres fanático de algunas de estas series americanas que están de moda?
Sí, de varias. Pero hay otras con las que no me he podido pegar, como "Breking Bad", "Game of Thrones", "Los Soprano", porque son mundos que a mí personalmente no me interesan Por otro lado, me pegué con "House of Cards", "The Walking Dead", "Masters of Sex", "Downton Abbey". Y con "Six Feed Under", para mí, la mejor serie de todos los tiempos, que no será superada por nada. Es posiblemente Dostoievski llevado a la televisión. Hablaba de la muerte, era existencialismo puro. Si yo pudiera acercarme un poquito, arañarlo al menos y hacer algo parecido, sería feliz.

¿Qué piensas de los formatos adaptados de series extranjeras?
No me gusta caer en el esnobismo de decir “por qué no hacen 'Breaking Bad' en el Perú”. No podemos hacerlo: no tenemos los medios ni el público suficiente para consumirlo. Para hacer una mala imitación, mejor la gente puede ver Braking Bad auténtico. Nunca funcionan los formatos adaptados de producciones gringas en Latinoamérica. "Escobar, el patrón del mal", por ejemplo, es una serie fantástica, escrita y producida por colombianos. No sé por qué compran formatos, me parece que es más bien una cuestión de negocios y lobbys de gente de afuera. Yo defiendo la producción local de cada país. Creo que lo que nos cae bien es lo que sabemos hacer. 

La del estribo
¿Has pensado alguna vez en escribir para cine? ¿Por qué no continuaste escribiendo narrativa?

Hasta ahora, nunca he hecho cine porque este es el reino del director, es él quien cuenta la historia que quiere contar. Y, bueno, nunca me encontré con un director que compartiera conmigo la misma visión. Además, el proceso es muy largo, te toma tres o cuatro años hacer una película, y yo, en ese tiempo saco cuatro telenovelas. Soy muy hiperactivo, no tengo mucha paciencia para proyectos largos. Pero ahora que hay cine de género en el Perú, tal vez sí lo haga porque siento que el lenguaje que utiliza es muy parecido al de la televisión, que es el que manejo mejor. 
En cuanto a la narrativa, de chico escribí un libro de cuentos, pero no continué porque me di cuenta de que solamente sentía que mi trabajo me gustaba cuando lo interpretaba la gente. Las novelas o los cuentos son muy bacanes, pero son para que la gente los lea en solitario y nada más. Yo necesitaba que las historias se encarnaran, entonces tenía que ser guionista de televisión o dramaturgo. Pero no descarto la idea de escribir algún día una novela. Quién sabe. 

Obra: "Humo en la neblina" 
Funciones: hasta el 1 de noviembre, de jueves a lunes a las 20:00
Lugar: auditorio ICPNA Miraflores (Av. Angamos Oeste 120)
Boletería: S/. 40 y S/. 20 
                 Jueves y lunes populares: S/. 20

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