Una de las líneas de trabajo del historiador Jesús Cosamalón es la salsa, baile de gran acogida en nuestro país.
Una de las líneas de trabajo del historiador Jesús Cosamalón es la salsa, baile de gran acogida en nuestro país.
Martín Gómez

La salsa ha hecho bailar a varias generaciones de peruanos. Y el historiador Jesús Cosamalón Aguilar -en coautoría con José Carlos Rojas Medrano- la ha llevado al plano académico en ¡Qué cosa tan linda!, una introducción al estudio de la salsa en el Perú. Desde hace cinco años, Cosamalón dicta en la PUCP el curso “Salsa y Sociedad”, en los Estudios Generales Letras, único en su tipo en el currículo universitario peruano. Por eso, dice, que en este campo “esta casi todo por hacer”.

La salsa ya ingresó a la universidad, en especial por iniciativas como la suya. ¿Fue difícil superar el prejuicio?

Romper con el prejuicio de lo popular desde el punto de vista académico es una labor de quienes estamos metidos en esto. (A la música popular) se le cataloga estéticamente como inadecuada para un análisis desde el enfoque de las ciencias sociales. Pero en el libro, señalamos que nosotros no vamos por el lado de la estética musical, sino por la importancia social que tiene. Es música consumida masivamente; y hay un vínculo no solo de diversión sino también de identidad. Bueno, esto es parte de un esfuerzo mayor que incluye un curso universitario y, además, tenemos una orquesta de salsa que también es parte de este proyecto.

¿Qué aspecto le llamó la atención en su investigación?

Detectar la importancia de algunos barrios. Por ejemplo, el Rímac, que es un lugar de mucho encuentro musical. Me pareció muy revelador lo de Piñonate, la cantidad de música que había allí. Por lo general, siempre se ha hablado de La Victoria o el Callao, pero hay otros lugares en la ciudad donde confluyeron muchos músicos para la diversión y que fueron muy importantes.

Y le añadiría ese ingreso de la orquesta de Lecuona Cuban Boys en 1937 por el Callao.

Sí, ese es otro dato que me parece fundamental, lo temprano de la presencia de las orquestas cubanas en Lima y en el Perú. Es una tradición que no ha dejado de estar presente en nuestro país. Siempre ha habido conexión con lo cubano hasta el día de hoy.

Ustedes hablan de salsa peruana. ¿Qué aporte consideran que hizo el Perú a la salsa?

Hay algunas cosas claras que decimos en el libro. Por ejemplo, que siempre hubo una producción peruana del género, siempre. Desde los años 40, 50 o 60 hasta el presente, uno puede rastrear producción de orquestas peruanas con temas y arreglos totalmente nuevos. En los años 70 hay mucha producción de temas peruanos en el mercado discográfico y radial, pues el gobierno militar había cerrado la llegada de música grabada en el exterior. Los aranceles eran altos y eso controlaba las importaciones. Por otro lado, tenemos ejemplos de canciones que fueron grabadas en el Perú y que después fueron éxitos en el exterior. El caso más conocido es ‘La banda’, grabada por Walter Fuentes con la orquesta de Enrique Lynch y que después fue pirateada por Willie Colón. Eso motivó un largo juicio.

¿Qué opina del abuso del cover en las orquestas peruanas?

Creo que se ha satanizado el cover. Yo creo que allí hay algunas cosas que discutir. No necesariamente la opinión que se da en el libro es la única, pero al menos la proponemos. El cover implica en algunos casos la adaptación de los temas al gusto local. Por ejemplo, si la orquesta en el exterior tenía solo trompetas y las orquestas locales tocan con saxofones o con trombones, se adaptan. En esa adaptación ya hay un trabajo, no es una simple copia. Ahora, en la misma tradición de la salsa es frecuente la práctica de arreglar, reproducir y tocar temas de otros grupos del pasado. Así que amerita una discusión mucho más grande sobre este tema.

Los melómanos suelen criticar el papel de las radios que difunden salsa…

Creo que ahí hay un cambio. Internet y las redes sociales han independizado un poco los gustos de la gente. La radio en ese sentido ha perdido un poco de peso. Yo he descubierto que muchos jóvenes, que no fueron parte del movimiento salsero de los 70, descubren la salsa y van rastreando una orquesta y otra. Al final, terminan conociendo canciones de diversas épocas. Ahora, en la música que se difunde en la radio hay ciertas lógicas que deberían ser combatidas, por ejemplo, la evidente subestimación al público. No se dan cuenta que las radios no solo son reflejo de los gustos populares, sino que también los forman.

¿Le gusta el término ‘salsa perucha’?

Lo de ‘salsa perucha’ tiene que ver, sobre todo, con objetivos comerciales. En general, no me parece que ningún término sea bueno o malo, sino saber qué busca expresar. En este caso, el término puede resultar extraño, pero para los músicos es una forma de etiquetar la manera de hacer salsa desde el Perú, que tiene sus características. En mi caso, yo solo hablaría de salsa peruana, pero también pienso que los músicos deben sentirse cómodos con un término u otro. Al fin y al cabo, son ellos y el público los que tienen que decidir qué es lo más adecuado.

El libro se editó por encargo del Instituto de Etnomusicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se puede adquirir en Librería PUCP y Muki Records.

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