
Su viaje empezó en Arequipa, donde desembarcó desde Lima. Sigue por Puno y Juliaca hasta cruzar la frontera. Visita Tiahuanaco y llega a La Paz, donde fue recibido con honores reservados a un jefe de Estado (algo que pudo haber sido). Luego regresó al Perú con dirección al Cusco. Y es recién al salir de la capital inca con dirección a Huancayo que comienza el relato de uno de los libros fundamentales para la comprensión del Perú del siglo XX: “Paisajes Peruanos”. El autor: José de la Riva-Agüero.
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El lingüista Jorge Wiesse Rebagliati, profesor de la PUCP, es el responsable de esta nueva edición crítica del clásico publicada por el Instituto Riva Agüero, que propone restaurar el sentido, el espíritu de la letra y los puntos del tránsito del viaje de uno de los grandes intelectuales peruanos, por años arrojado a las sombras debido a sectarismos ideológicos. En efecto, realizado en 1912, y terminado el manuscrito en 1931, más allá de artículos independientes publicados en los diarios de la época, el libro recién vio la luz en 1955, al cuidado del historiador Raúl Porras Barrenechea. Como señala Wiesse, cuando Riva Agüero lo escribe, “Paisajes peruanos” encajaba perfectamente en un momento de nuestra cultura regido por la República Aristocrática, que caerá con la segunda llegada de Leguía al poder, la subsiguiente destrucción del civilismo y la emergencia popular representada por Mariátegui. “De pronto, parecía que Riva Agüero estaba en un mundo distinto, y su misma generación, la del Novecientos, parecía vivir en un mundo inactual, a decir de Luis Loayza”, explica.
Riva Agüero convierte el paisaje en metáfora para pensar el país. Hasta entonces, no existía un libro de viajes semejante en nuestra tradición narrativa: completísimo, plural, multiforme, polifónico. Describe el espacio andino, evoca la historia, estudia la etnografía y la economía local, comparte ficciones. El autor es uno de los últimos en recorrer un camino tal como lo conocían los viajantes en tiempos incaicos y virreinales. Fundamentalmente, la ruta de Riva Agüero es la del Cápac Ñan, el antiguo Camino Principal Inca. Un mundo de arrieraje que termina con el inicio de la construcción de las primeras carreteras en los años veinte. Y Riva Agüero es consciente de estos cambios, como lo fueron los escritores de la generación española del 98, que en sus descripciones de los pueblos del interior de la península advertían la pronta llegada de la modernización. “No es una mera literatura de viajes. Hablamos de una generación que trata de descubrir el país a través del paisaje, como es el caso de Antonio Machado, por ejemplo”, explica.

España tiene su Generación del 98 y nosotros la de 1900, ambas generaciones marcadas por la pérdida. Son coincidencias tanto de época como de sensibilidad…
Exacto. En ambos grupos hay una voluntad de redescubrir el país, de replantearse qué somos luego de un trauma tan grande como el de la guerra con Chile, unos y la perdida de Cuba, los otros. A partir de eso se ensayan varias respuestas. García Calderón, Víctor Andrés Belaúnde, el mismo Riva Agüero, intentan repensar el Perú a partir de ese trauma terrible, vivido por ellos en su infancia. Todos ellos viven una posguerra dura, con la herida abierta de Tacna y Arica.
¿Ahora que se habla con cierta nostalgia por ausencia de intelectuales de derecha, qué deberíamos recuperar de la generación del Novecientos?
No podría hablar de una totalidad del pensamiento de Riva Agüero, pero sí puede ser interesante reconstruir la génesis de sus “Paisajes Peruanos”. El libro fue escrito prácticamente en el momento más potente de su biografía: Riva Agüero era una persona absolutamente reconocida, viene del mundo civilista aunque no se identifica totalmente con ese partido. Está en plenas capacidades creativas: Había escrito ya dos libros importantísimos: “Carácter de la literatura en el Perú independiente” (1905) y su “Historia del Perú” (1910). En 1912 hace este viaje, evidentemente inédito para cualquier limeño, y más aún de su clase social. Un viaje duro, en mula principalmente. Recorre punas y distintos estratos ecológicos, queriendo descubrir el país. Como historiador que es, le interesa verificar los lugares donde ocurrieron sucesos memorables. Por otro lado, Riva Agüero había fundado el partido mal llamado Futurista, con un conjunto de intelectuales muchos de ellos provincianos, que intentaban hacer al civilismo más democrático y legítimo, aunque sus críticos los consideraban demasiado legalistas ajenos a otros aspectos sociales. Podría pensarse que la escritura de “Paisajes peruanos” se inscribe en este deseo de aportar al Perú y mejorar el civilismo. Riva Agüero estaba destinado a ser el presidente del Perú, pero ese proyecto se rompe con Leguía y con la crisis política de los años treinta.
¿Cuán simbólica es la ruta entre Cusco y Huancayo? ¿Por qué su autor elige iniciar su libro desde allí?
Es interesante ver cuáles son las direcciones de su ruta, por qué empieza aquí o termina allá. Por qué elige una dirección y no otra. Hay algo importante: Riva Agüero ha viajado antes a Arequipa, a Puno y a Bolivia. Regresa al Perú y viaja por los alrededores del Cusco. Pero nada de eso está registrado en su texto. Asimismo, del regreso de Huancayo a Lima el autor tampoco dice nada. Evidentemente, es la ruta de Cusco a Huancayo la que le interesa. ¿Por qué? Porque para él sintetiza el “Gran Perú”, prehispánico y virreinal también. Lo que él ve es una decadencia: en Huancayo se realizó la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución de 1839 que sepultó la Confederación Perú Boliviana, que para Riva Agüero era el gran proyecto nacional tras la independencia, que nos devolvía el volumen territorial básico del Imperio Incaico. Así, su libro es una descripción de lugares, pero también una conciencia de la decadencia republicana. Para él fue la República la que hundió al gran Perú. En su viaje, Riva Agüero quería captar la idea del Perú, y por eso, en “Paisajes peruanos” modifica sus ideas anteriores.
¿Como cuáles?
Por ejemplo, la idea de un hispanismo dominante, como señala en “Carácter de la literatura peruana”. Allí él se retracta: dice que el Perú es tan hispánico como Inca. Por cierto, Riva Agüero es uno de los grandes conocedores del imperio incaico, pero eso es algo que no se le reconoce.
Leguía frustra la vocación política de muchos miembros de la Generación del Novecientos. Riva Agüero pasará los años del “Oncenio” en Europa, y regresará cambiado. Basadre habla incluso de “dos Riva Agüero”, antes y después del exilio. ¿Qué causó esta transformación de un joven intelectual liberal a un maduro pensador “reaccionario” como él mismo se llamó?
Claro, él dice: “Reaccionario sí, conservador no”. Riva Agüero tiene un proyecto aristocrático, pero eso no lo anula como un gran conocedor de la historia, que apreciaba las tradiciones populares de entonces, no solo las del Incario. Un investigador como Marcel Velázquez habla de cómo en “Paisajes peruanos” se siente una gran cantidad de sonidos andinos y formas populares: jaranas, huaynos, etcétera. ¿Cuál es el problema entonces? Riva Agüero decía que el problema del Perú es la ausencia de una clase dirigente. Primero fueron los “militares pretorianos”, luego “la burguesía estercolaria”, que floreció con el comercio del guano. Los burgueses miraban fascinados a Europa y despreciaban las tradiciones locales. La tesis de Riva Agüero afirma que hubo un mestizaje natural e inconsciente a lo largo de tres siglos y que este continúa. Sin embargo, las clases dirigentes nunca lo volvieron consciente. No lo apreciaron. Por lo tanto, no lo usaron para articular una idea unitaria y compleja del Perú.
¿A que se debe la “cancelación” por años de Riva Agüero como intelectual?
Porque se le caricaturizó. Por su apego a lo aristocrático, en términos generales. En España, su apego al dictador Francisco Franco probablemente se debió a su horror al desorden.
En tu prólogo a “Paisajes Peruanos” estableces vínculos muy interesantes entre Riva Agüero y libros posteriores como “Los ríos profundos” de Arguedas. ¿Dónde los encuentras?
Alberto Flores Galindo en “Buscando un inca” señalaba que el libro de Riva Agüero se publicó en 1955, editado por Raúl Porras, mientras que “Los ríos profundos” en el año 58. Están muy próximos. Pienso que en la parte dedicada al aprecio a la cultura popular, sobre todo en la música, no hay gran diferencia entre ambas sensibilidades.
¿Por qué crees que un crítico como Luis Alberto Sánchez lo criticó tan duramente?
Es curioso porque Luis Alberto Sánchez fue secretario de Riva Agüero. Hay una correspondencia muy interesante entre ambos. Eso pasa entre personas que en un momento estuvieron muy cerca, que luego se enfrentan y terminan como enemigos acérrimos. Eso creo que pudo haber pasado. Sánchez se acercó a Riva Agüero porque quería hacer un estudio sobre la literatura virreinal, y Riva Agüero lo acogió y apoyó. Sin embargo, uno de los grandes difusores del error de que Riva Agüero era un pensador “filo colonialista” fue Sánchez.
Lanzada recientemente por el Instituto Riva Agüero, la edición crítica de “Paisajes Peruanos” cuenta con una página web, Paisajesperuanos.pe, para quien desee descargar el libro gratuitamente.
En la web, además, se despliega el mapa exacto del viaje de Riva Agüero, con geolocalización y testimonios grabados de los lugares recorridos. El público puede aportar enviando información de los lugares. Sin embargo, aún hay muchos puntos del recorrido de los que se desconoce cómo llegó el autor.