Foto de la muestra “Belleza Peruana”, de Yayo  López
Foto de la muestra “Belleza Peruana”, de Yayo López
Jorge Paredes Laos



El viejo tema de la identidad vuelve otra vez al candelero. Como parte del censo de población y vivienda, hoy cada peruano se deberá identificar étnicamente a sí mismo de acuerdo a “sus costumbres” o “sus antepasados”, entre múltiples opciones que van desde quechua, aimara, nativo o indígena de la Amazonía, hasta negro, moreno, zambo, mulato, afroperuano, blanco o mestizo. Y, si no lo cree así, también podrá decir si forma parte de alguna otra población inmigrante incorporada a la nación peruana. Toda una gama de posibilidades en un ejercicio de autoconocimiento e introspección o también de reivindicación o aspiración étnica en una sociedad en la que —para complicar las cosas— ha primado el racismo y la exclusión.

Aunque en los últimos años se ha tratado de difundir la idea de lo multicultural como una solución a nuestra identidad, lo real es que el censo ha vuelto a despertar la polémica —como se ha visto en estos días en columnas aparecidas en diarios y opiniones vertidas en las redes sociales— en torno a las viejas preguntas de quiénes somos y cómo nos vemos los peruanos.

A primera impresión, esto de la autoidentificación étnica podría parecer algo forzado o antojadizo, pero no lo es tanto si pensamos que el Perú es el último país de la región que coloca una pregunta de este tipo en un censo nacional. Es más, esta inquietud ha sido un reclamo de diversas instituciones y representantes de poblaciones específicas —como los afroperuanos— que buscan saber, desde hace mucho tiempo, cuántos son, dónde están y en qué condiciones viven.

Según cifras oficiales, en el país existen más de 50 pueblos originarios —la mayoría de ellos amazónicos—. Las autoridades del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) aseguran que con la información proporcionada por el censo se podrán generar políticas públicas diferenciadas para cada una de estas poblaciones y así ir cerrando brechas sociales, sanitarias, económicas, laborales y educativas existentes.

Cuadro anónimo del S. XVIII. Museo Nacional del Virreinato, México.
Cuadro anónimo del S. XVIII. Museo Nacional del Virreinato, México.

En el portal de la institución que organiza el censo se lee: “Con la pregunta de autoidentificación étnica, el Estado tendrá información útil sobre los lugares en donde se ubica la población indígena y afroperuana, la cantidad de postas que hay cerca, la cantidad de jueces de paz, las brechas en cuanto a puestos de trabajo, los servicios básicos con los que aún no cuentan, entre otros. Por lo tanto, si tomamos como ejemplo a una persona que se autoidentificó como ashaninka en el censo, al momento de atenderse en el centro médico al que suele acudir, esta será atendida por un especialista en salud que domine su lengua y conozca sus costumbres y prácticas culturales”. ¿Será verdad tanta belleza?

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“Desde mi punto de vista de ciudadano y cholo, esa pregunta me da mucha curiosidad y optimismo”, cuenta el periodista y escritor Marco Avilés, autor de dos libros —De dónde venimos los cholos y No soy tu cholo— que han abordado directamente el tema de la discriminación racial en el Perú.

“Por un lado, quiero saber cómo nos definimos; y, por otro, creo que es una manera de darle impulso a la conversación sobre la diversidad. En el Perú nos encanta decir que somos un país diverso, pero nos cuesta definir esa diversidad cuando hablamos de las personas. Sabemos que tenemos una comida y una geografía variada, pero cuando hablamos de nosotros nos aplastan los mitos: ‘Todos somos cholos’, ‘Somos un país andino’, ‘Soy blanco y puro’”.

Avilés, quien reside en Estados Unidos, dice que incluso la categoría blanco resulta insuficiente. “Ese es otro mito que impide que las personas de piel clara exploren su propia diversidad o su propio mestizaje. Esta crítica no es al censo, sino a la cultura en que vivimos”. Y eso atañe, en su opinión, no solo al Perú, sino también a la realidad de un país aparentemente tan desarrollado y libre como Estados Unidos. “Lo he visto acá en ese discurso que dice: ‘Somos un país blanco’ o ‘Mayoritariamente blanco’ y que ha aplastado a las distintas culturas europeas que conviven aquí. Los irlandeses, italianos, noruegos, ingleses han pasado a ser solo blancos, y han renunciado a sus tradiciones y a hablar de ellas. Los suburbios, por ejemplo, son un modelo de urbanización en serie: todos tienen la misma casa; y en la comida igual, todos comen lo mismo: el sándwich es un invento equiparable al chalet”.

“N.° 22”, de Claudia Coca, incluido en su serie "De castas y mala raza" ( 2009 ). La artista retrata a su propia familia, haciendo referencia a las pinturas de castas.
“N.° 22”, de Claudia Coca, incluido en su serie "De castas y mala raza" ( 2009 ). La artista retrata a su propia familia, haciendo referencia a las pinturas de castas.

En un post y refiriéndose específicamente al Perú, el escritor afirma: “Vivimos en una cultura en la que el sistema te dice qué eres. La señora te grita cholo, el vigilante te trata como indio. Ahora tú puedes decir qué eres. Qué soy es la pregunta que hemos estado reprimiendo”.

Y la respuesta nos puede llevar a la introspección, pero también al autoengaño.

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Una de las organizaciones civiles que más han apoyado esta iniciativa ha sido Lundú, Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos, que desde hace más de una década viene reclamando la inclusión en los censos nacionales de la variable étnica. Lo que busca saber es el número de la población de origen africano en el Perú, en qué lugares se halla concentrada y cuáles son sus condiciones y expectativas de vida. “Si nosotros sabemos cuántos somos y dónde estamos, podremos tener claridad para desarrollar políticas públicas que de manera diferenciada favorezcan a estas comunidades. Por ejemplo, el insulto racista hacia las mujeres afroperuanas tiene una carga erótica marcada; o en el caso de las mujeres amazónicas, el acoso está vinculado a su supuesta fogosidad sexual. Entonces, si se van a diseñar estrategias para enfrentar la violencia contra la mujer, no se puede utilizar el mismo discurso para todas”, dice la comunicadora Mónica Carrillo, directora y fundadora de Lundú.

Le hago notar que en la cédula del censo se han incluido distintas variables como negro, moreno, zambo, mulato, y le pregunto si no hubiera sido suficiente solo colocar la palabra afrodescendiente. “Estoy de acuerdo con todas esas divisiones o categorías porque, más allá de lo que nosotros consideramos políticamente correcto como activistas, lo más importante es poner los términos que la gente usa cotidianamente para identificarse”, responde. “Otra de las cosas importantes es que existe mucho rechazo debido al racismo, y mucha gente no se identifica como negro o como afroperuano, sino con los términos que mencionas. Recordemos que en este caso la gente tendrá la posibilidad de decidir cómo se quiere reconocer”, agrega.

Foto de una niña cusqueña. [Foto: Muestra “Belleza Peruana”, de Yayo López].
Foto de una niña cusqueña. [Foto: Muestra “Belleza Peruana”, de Yayo López].

Por lo mismo y aunque suene paradójico, Carrillo mantiene sus reservas ante los resultados de esta consulta. “No necesariamente todas las personas afros desearán reconocerse como tales. Por eso se debe tener cuidado al momento de dar los resultados. Es probable que estos no representen totalmente la realidad”, dice. Y pone como ejemplo una comunidad como El Carmen, en Chincha, de notoria presencia negra. Podría darse el caso de que una mayoría no se defina de esta manera y en las cifras oficiales aparezca que solo un 10 % pertenece a este grupo racial. “Eso se ha dado ya en otros países donde se han desarrollado censos similares debido a la ausencia de campañas de concienciación previas —dice Carrillo—. Muchos creen que si revelan su identidad étnica pueden ser discriminados, más aun si no tienen claro para qué y cómo será utilizada esta información”.

Ella espera que en diez años, cuando se realice un segundo censo similar, los resultados sean más fidedignos.

Si el tema de fondo es cómo nos vemos a nosotros mismos, ¿la respuesta que se dará no será siempre subjetiva?, le pregunto al antropólogo Teófilo Altamirano, experto en temas de migración. “Preguntar por la identidad es algo más subjetivo en un país en que persisten muchos prejuicios y discriminación”, responde. “Vamos a contestar una pregunta completamente antropológica y lo vamos a hacer en un tiempo en que justamente existe una crisis de identidad. Yo creo que la identidad hoy es algo móvil y situacional, y uno puede tener varias identidades de acuerdo al momento y al espacio en los que nos movemos”.

Altamirano se pone a sí mismo como ejemplo: “Si me preguntan a mí cómo me identifico, no sabré qué decir. Mi lengua materna es el quechua, y para mí es tan importante como el castellano y el inglés. Tengo una educación universitaria, un PhD, y dicto clases en universidades de Estados Unidos, Canadá y Europa. Entonces, ¿cómo me defino? ¿Como un hombre global o local?”.

Aunque está de acuerdo con que el censo nos va a permitir pensarnos a nosotros mismos, dice que la mayoría usará la variable mestizo como un refugio que les evitará mayores complicaciones.

Foto de Tania en el Vraem. [ Foto:muestra “Belleza Peruana”, de Yayo  López]
Foto de Tania en el Vraem. [ Foto:muestra “Belleza Peruana”, de Yayo López]

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Sobre los riesgos de la autoidentificación étnica, el jefe del INEI, el economista y sociólogo Aníbal Sánchez, se muestra optimista.
“Es importante que todos respondan de manera espontánea, con sinceridad y alegría”, dice el funcionario.

“Yo creo que esta pregunta, la número 25 de la cédula, rescatará la riqueza cultural del país y, sobre todo, valorará lo que cada peruano va a decir de sí mismo. Es una pregunta de identidad que apunta a las raíces de todos nosotros y junto con las demás interrogantes del censo, sobre vivienda, educación, salud, empleo nos permitirá tener una información valiosa que reflejará cuantitativamente la realidad nacional”.

Según su parecer, el censo nos permitirá dibujar mejor el rostro multiétnico del Perú y ayudará a los gobernantes, políticos, empresarios, profesionales, universitarios y profesores a conocer mejor la situación y a poder trazar planes de desarrollo.

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Pero si desde las estadísticas o las ciencias sociales a veces no se pueden reflejar todos los matices de la realidad, estos pueden aparecer con mayor nitidez desde el arte.

Hace más de 20 años, el fotógrafo Yayo López quedó impresionado con una escena mientras seguía a una procesión de la Virgen del Carmen, en el Centro de Lima. Una mujer negra, de edad indefinida, avanzaba con devoción hacia la efigie. Sus ojos tenían un brillo especial y en su rostro había una ansiedad que bien podía ser por asombro, dolor o recogimiento. Esto le hizo pensar a López que ella estaba a punto de pedir un milagro.

Entonces, apuntó con el lente, y disparó varias tomas. La mujer desapareció pronto entre la multitud y él no la volvió a ver más, pero, horas después, en el estudio —en esa época se revelaban las fotografías—, quedó sorprendido con el retrato y con la experiencia que había tenido al capturar ese momento.

Foto de la muestra “Belleza Peruana”, de Yayo  López
Foto de la muestra “Belleza Peruana”, de Yayo López

Ahí tuvo la idea de realizar Belleza peruana, una muestra que reúne retratos de mujeres de distintas regiones, pueblos y comunidades del Perú, con quienes —según López— trata de repetir esa magia que lo embargó cuando fotografió a esa mujer anónima de origen africano en las calles de Lima.

En síntesis, se trata de una vasta representación, sutil y a la vez intensa, de nuestra variadísima identidad. Miradas, gestos, rostros, colores y pieles que se muestran en su cotidiana naturalidad y que expresan una belleza fuera de cualquier estereotipo impuesto por la publicidad o los medios.

“Todo arte sirve para generar una transformación de la sociedad —dice el fotógrafo—. Creo que existe un trabajo por hacer en el Perú respecto a nuestra construcción de identidad, para devolver la autoestima a varias generaciones de peruanos que han crecido con modelos alienantes y que los han llevado a sentirse menos respecto a ciertos cánones de belleza”.

Uno de los lugares en los que más tiempo estuvo la exposición fue en la céntrica sala del Banco Central de Reserva ubicada en el jirón Lampa, en Lima, por donde transitan a diario miles de personas venidas de distintos lugares de la ciudad. La directora de este espacio, Ulla Holmquist, cuenta que entre febrero y abril la muestra tuvo más de diez mil visitantes: “Un público que se vio reconocido y empoderado por las imágenes”, afirma. “Se ha pensado tradicionalmente que los museos son espacios para exhibir lo nuestro pero como algo lejano, como si perteneciera a otro mundo. Esto cambia en una exposición como la de Yayo, pues los retratos están tomados de una forma tal que recupera nuestra propia estética. Entonces somos nosotros viéndonos a nosotros mismos”, explica Holmquist.

Bianca en provincia de Chivay . [Foto: Muestra "Belleza peruana" de Yayo López]
Bianca en provincia de Chivay . [Foto: Muestra "Belleza peruana" de Yayo López]

¿Y eso no es lo que pide el censo de hoy? “Para mí es una pregunta muy personal; es como ejercer el voto”, dice López. “Lo que va a aparecer ahí nos va a dar muchas señas de cómo nos percibimos a nosotros mismos, por eso creo que el tema de la autoestima es crucial. El censo no nos dará información de lo que somos, sino de lo que creemos ser”, agrega.

Como opina la politóloga y psicóloga Débora Zambrano, la autoidentificación étnica podría sonar a masoquismo en un país con profundas brechas y discriminación pero “se trata de un punto de partida mentalmente saludable”.

“No se puede discutir ni debatir sobre lo que no existe y esta es la tarea de este censo. Mal o bien planteada la pregunta, se busca reconocer a los grupos étnicos que forman la nacionalidad peruana y que han sido usualmente excluidos. La interrogante nos pone, además, a todos en igualdad de condiciones, así hablemos castellano, quechua, aimara o alguna lengua amazónica”, explica Zambrano.

Todos somos, finalmente, iguales, como en las fotos de Yayo López, en las que decenas de mujeres parecen posar, con despreocupado orgullo, mostrándose tal como son. Una multiplicidad que se homogeniza bajo la mirada del fotógrafo y en la que puede estar contenida nuestra identidad: un laberinto de caminos que se han cruzado en siglos de intercambio, rechazo y permanencia.

Próximas exhibiciones de BELLEZA PERUANA

Yayo López presentará una nueva serie de fotografías de Belleza peruana —en la portada y acompañando este artículo mostramos algunos ejemplos— este martes 24 en la Biblioteca Nacional (av. de la Poesía 160, San Borja). Además, durante el 2018 realizará exposiciones itinerantes en Tarapoto, Chachapoyas, Trujillo, Chiclayo y Arequipa. El objetivo —dice— es mostrar nuestra identidad múltiple y empoderada en los lugares donde se realizaron estos retratos. También mantiene conversaciones para exponer en Chile y México.
Vea más imágenes en yayolopez.com.

Foto de la  muestra "Belleza peruana" de Yayo López
Foto de la muestra "Belleza peruana" de Yayo López
Foto de la muestra "Belleza peruana", de Yayo López
Foto de la muestra "Belleza peruana", de Yayo López

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