La iconografía presente en la numismática del Perú independiente.
La iconografía presente en la numismática del Perú independiente.
Diana Gonzales Obando

Nuestra comida, como nuestros escritores y artistas, son aquellos referentes que en la actualidad nos hacen hinchar el pecho y sentirnos más peruanos. Personajes como el poeta César Vallejo, la cantautora Chabuca Granda, o deportistas como la fondista Inés Melchor, o platos de comida como el cebiche o el pollo a la brasa se convierten para el imaginario colectivo en los más importantes referentes para describir la peruanidad de hoy.

En el pasado, en el siglo XIX, cuando el país se iba formando como nación, se buscaron diversos elementos simbólicos que nos permitieran identificarnos con la nueva república y nos convirtieran en peruanos bajo una misma bandera o territorio. Los procesos de esa búsqueda fueron complejos y dolorosos, porque en el camino se tuvo que sobrellevar guerras y periodos de anarquía. En medio del humo de los cañones, saqueos y muerte, aparecieron algunos gestos que fueron construyendo lo que sería el Perú. Y las monedas y billetes fueron uno de esos espacios en los que estos gestos y elementos se difundieron.

En “Monedas, billetes y sociedad en el Perú, 1826-1901” —un artículo que forma parte del volumen Historia de la moneda en el Perú—, el investigador Jesús Cosamalón señala que los procesos para construir la identidad nacional en la República fluyeron con distintas acciones, como por ejemplo apelar al lado sensorial de las personas y así crear impacto e interés en el imaginario colectivo: “… buena parte de los mecanismos de difusión de los valores del nuevo Estado apelaron a los sentidos más que a la razón. En ese sentido, la creación de símbolos patrios como el escudo, la bandera y el himno nacional eran comprensibles y experimentables desde lo sensorial: vista, oído y tacto. Su difusión y aceptación marcaban los límites del naciente Estado”. La pintura y la literatura también aportaron en este propósito.

Y qué mejores objetos para ser vistos y sentidos que los billetes y monedas, los cuales pasaban de mano en mano entre los diferentes estratos de la población. El pueblo podía tener así la iconografía y los mensajes que la República criolla quería difundir a la colectividad. En el siglo decimonónico, cuando muy pocas personas tenían acceso a la lectura y la escritura, el dinero podía funcionar como un potente mecanismo de difusión de información. Por eso estos papeles y metales, más allá del valor crematístico, comenzaron a adquirir también un valor simbólico.

En el siglo XIX, era más común que ahora encontrar personajes femeninos en los billetes.
En el siglo XIX, era más común que ahora encontrar personajes femeninos en los billetes.

—Tradición y costumbres—
Revisar la historia de las monedas y billetes es seguir de alguna forma la historia del Perú, de su vida económica, política y social. Estos elementos eran como ‘capturas’ de una época determinada. Entre crisis y crisis, las monedas aparecieron como uso de intercambio comercial con subidas y bajadas en su cotización. Al inicio, no eran del todo confiables. Fraudes, depreciación, inflación y hasta falsificación eran pan de cada día. Eran problemas que remecían la economía peruana.

Sin embargo, en sus grabados llevaban arte, imágenes que podrían considerarse testimonios de la época. Un solo billete acumulaba así varios mensajes: personajes, costumbres, paisajes, vestimenta, animales, rostros, razas, etc.

Las haciendas –como la hacienda Pomalca de Lambayeque– acuñaban sus propias monedas porque eran comunidades cerradas que, por necesidad, creaban sus medios de pago, al igual que las minas y las compañías de ferrocarril, variados diseños que podemos encontrar en el actual Museo Numismático del Perú, cada uno con su propia identidad.

Asimismo, los diversos bancos que se fueron creando en el país emitían sus propios billetes, lo que ampliaba la diversidad de elementos, imágenes y personajes. Por ejemplo, el Banco Nacional del Perú, en 1873, en pleno auge del guano, emitía un billete de cinco soles que tenía como personaje central a un hombre afroperuano, sentado en una mula con dos barriles de agua. Para el historiador Cosamalón, esta imagen del aguador es muy similar a una fotografía del archivo Courret del siglo XIX, y también alude a una acuarela de Pancho Fierro. De esta forma, los billetes también funcionaban como un registro fotográfico y social. Por otro lado, no podía pasar desapercibido nuestro volcán más emblemático, el Misti, en el billete emitido, en 1871, por el Banco de Arequipa.

Una de las imágenes más sorprendentes en un billete peruano es la de la emblemática pintura Los funerales de Atahualpa, de Luis Montero, que aparece en el billete de 100 soles del Banco Nacional del Perú. “Como se puede notar, los directivos de este banco decidieron incorporar imágenes que aludían a lo nacional desde varias dimensiones. Por un lado, los tipos populares típicos [...]. Al mismo tiempo, incluyen elementos históricos que se habían popularizado, rápidamente, como el cuadro de Montero, incorporado como imagen oficial de la nación”, rescata Cosamalón en su artículo.

Los funerales de Atahualpa, famosa pintura de Luis Montero, apareció plasmada en un billete de 100 soles.
Los funerales de Atahualpa, famosa pintura de Luis Montero, apareció plasmada en un billete de 100 soles.

Recién, en 1922, con la aparición del Banco de Reserva, se dio estabilidad a las monedas y billetes. En 1931, esta institución cambió de nombre a Banco Central de Reserva del Perú.

—Santa Rosa y las mujeres—
Puede resultar sorprendente, pero en la segunda mitad del siglo XIX existían más personajes femeninos en los billetes que en la actualidad. Mujeres andinas y costeñas eran motivos centrales del dinero de la época: en uno de 20 soles aparece una mujer con un niño a la espalda; en otro de cinco soles, una niña con rizos.

En el caso de las mujeres, el billete de un sol representa con claridad a una mujer de rasgos andinos ataviada con ropa tradicional, imagen también reproducida en el billete de cinco soles emitido en la década de 1870 por la sucursal del Banco de Tacna. La emisión de la misma sucursal por valor de 20 soles incluye una mujer andina con un bebé cargado en la espalda, costumbre muy difundida en diversas regiones del país”, señala Cosamalón en su artículo.

¿Cuán probable es que encontremos a una mujer en los billetes actuales? ¿Es sintomático de nuestra sociedad contemporánea que la única que podemos observar hoy en un billete sea santa Rosa de Lima, uno de nuestros personajes religiosos más importantes que, a su vez, vincula un país laico con la Iglesia católica?

Para Cosamalón, esta exclusión no es una tendencia únicamente peruana ni propia de los billetes, sino que es la historia la que ha excluido a las mujeres y como consecuencia de ello han sido invisibilizadas.

Varios autores escriben la historia de la moneda por los 450 años de la fundación de la Casa de la Moneda de Lima.
Varios autores escriben la historia de la moneda por los 450 años de la fundación de la Casa de la Moneda de Lima.

—Héroes y heroínas—
Con los años, los motivos y personajes costumbristas en los billetes fueron perdiendo fuerza. En su reemplazo se impuso otra figura mucho más necesaria a la hora de crear peruanidad: el héroe. Y tras la desgracia de la Guerra del Pacífico, la figura de estos mártires de la patria destacaron sobre el papel: Francisco Bolognesi, Miguel Grau, Alfonso Ugarte y Andrés Avelino Cáceres han sido repetidas figuras de los billetes peruanos contemporáneos. A ellos los acompaña un héroe del XX: el aviador Abelardo Quiñones aparece en el billete de diez soles.

A la par de estos íconos bélicos, también destacó otra figura: el intelectual. Quizás el rostro actual más emblemático sea el del historiador Jorge Basadre. El billete de 100 soles en el que aparece es el de mayor circulación, con 379 millones de unidades emitidas. Otros rostros conocidos son los del escritor Abraham Valdelomar (en el de 50 soles) y el de Porras Barrenechea (20 soles), pero no vemos a ninguna mujer, más allá de nuestra santa limeña. Es hora de cambiar esta historia. ¿Veremos pronto a Clorinda Matto o a la historiadora María Rostworowski en un billete?

En la actualidad la única mujer representada en nuestro billetes es Santa Rosa de Lima quien aparece en el billete de 200 soles.
En la actualidad la única mujer representada en nuestro billetes es Santa Rosa de Lima quien aparece en el billete de 200 soles.

—Más allá de lo evidente—
Las iconografías de las monedas varían con el tiempo”, nos comenta el especialista Pedro de la Puente, curador de la nueva sala mundial del Museo de Numismática del BCR. En la Antigüedad, griegos y romanos plasmaban sus conquistas en sus monedas. Según De la Puente, antes del descubrimiento de América, los europeos pensaban que la Tierra era plana y que al final del horizonte había un abismo, “por esto colocaban en las monedas de la época la frase non plus ultra (‘no se puede ir más allá del horizonte’). Cuando descubrieron que era redonda, los españoles consignaron plus ultra y las columnas de Hércules para evidenciar que habían logrado dominar el otro lado del mundo”, nos comenta el especialista. Durante la Revolución francesa — dice De la Puente— se incluyeron elementos iconográficos que tienen que ver con los símbolos de la libertad.

Pensar que las primeras monedas del Perú se acuñaron en 1568 con yunque y martillo, en la Casa de la Moneda de Lima, nos remonta a cinco siglos de historia con infinidad de información que se puede extraer solamente de las colecciones numismáticas; además, en ese tiempo, las monedas eran de oro y plata.

Ahora, en el siglo XXI, las monedas están compuestas de alpaca, una aleación de cobre, zinc y níquel. Y las nuevas colecciones del BCR incluyen a animales en vías de extinción, plantas y lugares de nuestra biodiversidad. Es decir, a esos símbolos que desde siempre se han querido fijar en el imaginario nacional.

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