Por: Javier RuzoHoy, tenemos un gran vacío en la ejecución de obras artísticas en espacios públicos. Esto se ha hecho evidente en el debate público respecto al intento de elaborar 500 murales en la Vía Expresa. Transcendiendo los detalles de este debate, al final de la batalla queda en claro que existe un vacío en la reglamentación técnica y legal para aprobar proyectos artísticos que decoren e integren nuestra ciudad. Este vacío permite que cualquier capricho de una autoridad termine decorando la bajada de baños de Chorrillos o que se haga una pileta con delfines en un pueblo sin suministro de agua constante.
Este vacío también se pone de manifiesto en el abandono por tres décadas del mural de Ricardo Wiesse en la Vía Expresa o en el ‘extravío’ de tres esculturas de la maestra Cristina Gálvez en remodelaciones municipales.
Toda ciudad que se respete aprecia y cuida sus espacios públicos. Por ello, una opción moderna para dar color a la Vía Expresa es la propuesta de la escultora Patricia López-Merino. “Tenemos bastantes variedades de plantas en el desierto peruano con las cuales lograr jardines verticales, ya sea con goteo mínimo o circulación de agua. Un estudio de biotecnia definiría las condiciones sobre las cuales hacer el proyecto”, ha escrito. Por ello, los artistas nos vemos en la necesidad de proponer al Ministerio de Cultura que se reglamente la aprobación de proyectos artísticos con la participación de arquitectos y especialistas. Para ello la Asociación Peruana de Artistas Visuales (Apsav) y la Escuela de Bellas Artes han acordado presentar esta propuesta en conjunto, considerando todas las singularidades del caso, desde el mantenimiento de la obra hasta el respeto de los derechos de autor vigentes.