Reptil
Reptil
Jaime Bedoya

Con una persistencia digna de los más elevados principios periodísticos, algunos medios están dando la voz de alerta acerca de una amenaza latente para los peruanos, la humanidad toda y los roedores.

La advertencia es dramática: estamos en manos de los reptilianos, seres de la cuarta dimensión que cambian de apariencia en virtud de un disfraz molecular. Se alimentan de ratones. Y de sangre humana como bajativo.

Eso quiere decir que esa santa mujer que tiene usted por madre, aquel confiable varón que ama a su familia, y hasta los pequeños que juguetean inocentes en el parque no son tales. Son lagartijas. Calma. Por ahora actúe con naturalidad.

Esta preocupantemente difundida conspiración surgió tras el fracaso de una carrera futbolística. Es decir, pudo haberle pasado al Cóndor Mendoza y tantas otras semiglorias locales.

Le ocurrió a David Icke, mediocre futbolista inglés del equipo de Coventry City. En los ochenta tuvo una mala noticia. Con apenas 23 años había desarrollado artritis. Buscó alivio en la medicina alternativa, y, a través del variado catálogo del sebo de culebra, llegó a la filosofía new age, los extraterrestres y los esfuerzos por disimular su existencia.

David Icke
David Icke

Icke se convirtió en locutor deportivo —ojo con esas corbatas, Elejalder Godos— hasta que por una revelación tardía a los 38 años recibió las señales: contracciones faciales, espasmos y tics, que él atribuía a lo divino. La ciencia decía que eran síntomas neurológicos de toda la superchería alternativa que había estado consumiendo.

Icke empezó a escribir libros y dar charlas contado su revelación. Los reptilianos, originarios de la constelación Draco, habían dominado el mundo desde tiempos inmemoriales. Por eso la Biblia se refería a la serpiente como propiciadora de la expulsión del paraíso, y no en vano había culebras en la mayoría de las iconografías de las civilizaciones.

Incluida la incaica, donde el amaru (serpiente) era símbolo de sabiduría. Esto explica la presencia en Cusco de Robert De Niro, nombre humano del reptiliano infiltrado en Hollywood. Estaría visitando lo que construyeron sus antepasados galácticos.

Los reptilianos solo son identificables cuando la cámara lenta captura sus rasgos ofídicos en plena transformación. El disfraz les permite su plan de reconquistar el mundo, siendo los responsables de las caídas frecuentes de Facebook. Esto último, aun viniendo de una salamandra, no es tan mala idea.

Según Icke estos seres tienen la presión baja y cicatrices inexplicables, lo cual exime a Jimmy Santy de cualquier sospecha. Carecen de empatía, no expresan amor fácilmente y son amantes de la ciencia anecdótica. Esto nos llevaría a la congresista Tamar Arimborgo y su última declaración, una que se inscribe sola en esta categoría costumbrista: el enfoque de género da cáncer y sida.

Los humanos deberíamos tener en cuenta que el nombre de la congresista al revés se lee RAMAT OGROBMIRA, expresión que en lenguaje reptiliano podría ser o una mentada de madre o una declaratoria de guerra.

Tamar Arimborgo
Tamar Arimborgo

Un insospechado pionero local del tema reptil fue el poeta César Calvo. Aunque no fungió, jamás, de manso difusor de mentiras, ya sea como periodista o congresista. El reconoció, hasta en estos ovíparos que viven arrastrándose, algo digno de elogio. Creo.

En palabras del poeta: “Cada día me decepciono más de la raza humana, tanto que a veces me dan ganas de nacionalizarme culebra”.

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