¿Qué se puede decir de la generación poética de los noventa, un cuarto de siglo después de su turbulenta aparición? El tiempo ha hecho su implacable labor, acometido la única criba que vale, y su legado es un pequeño grupo de poetas que a lo largo de estas décadas ha desarrollado una obra original y fértil. Puedo nombrar, a riesgo de olvidarme de alguno, a autores sobradamente consolidados como Roxana Crisólogo, Miguel Ildefonso, Victoria Guerrero o Montserrat Álvarez. A estos nombres es obligatorio agregar el de (Lima, 1969), quien comenzó en estas lides con dos libros generacionalmente representativos, “Efectos personales” (1993) y especialmente “Pista de baile” (1997), poemario de alto octanaje que exacerbaba la opción coloquial para convertirla en vía para expresar los planos ocultos, emocionales, psicológicos, de una cotidianidad vivida hasta en sus más ordinarios detalles, forjando bajo ese sistema algunos poemas de desusada e irónica lucidez crítica.

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Luego de establecer su residencia en España, Rodríguez Gaona inaugura una segunda etapa de su obra con la publicación de cuatro libros de mayor ambición, “Códex de los poderes y de los encantos” (2011), “Madrid, línea circular” (2013), “Motivos fuera del tiempo” (2020) y “Wunderkammer” (2024), que han sido antologados junto a nuevo material, en “Finis Desolatrix Veritae”, que, más que una mera selección, constituye un poemario distinto, pues aunque ha sido elaborado mayoritariamente con composiciones antiguas, estas han sido estructuradas de tal manera que, como conjunto, cobran un sentido diferente, diverso, prismático y totalizador de una vasta experiencia creativa.

Si algo hermana a estos proyectos es su meta de levantar una compleja cartografía histórica, cultural y afectiva en la mirada de un hablante cuyo flujo mental admite una multitud de recursos, perspectivas y reflexiones que dotan a este discurso, en sus mejores tramos, de una riqueza referencial poco común en nuestro contexto. Ese flujo mental es diestramente manejado por Rodríguez Gaona, que reordena la realidad y le otorga un significado nuevo, y ello lo emparenta con un poeta caro a él, John Ashbery (a quien incluso ha traducido); la diferencia es que, mientras Ashbery focaliza sus hallazgos hacia la abstracción, nuestro poeta lo hace hacia un hiperrealismo cuya labor primordial es el evidenciamiento de lo circundante y una desmitificación de los valores y símbolos establecidos que emparenta este volumen con libros canónicos de la generación del sesenta como “Canto ceremonial contra un oso hormiguero” o “Contra natura”, testimonios de jóvenes provenientes del tercer mundo que confrontan, desde el deslumbramiento y el desvalimiento, el horizonte histórico occidental partiendo de esa posición cisneriana de ser “hijo de los hombres comedores de arroz”.

Este comentario no es antojado. La fortaleza de la poesía de Rodríguez Gaona es haberse asentado en el sustrato de nuestra tradición para reformularla bajo sus parámetros esenciales. Las continuas alusiones a versos ajenos, a situaciones planteadas en textos celebrados y reconocibles para el iniciado en nuestra poesía no es simplemente un alarde de conocimiento, sino una declaración de necesidades y principios que en este libro halla una conveniente expresión. Todo ello nos mueve a prestar atención a los próximos movimientos de un autor que ha conseguido, como pocos en su camada, una voz distinguible y capaz de enunciar un mundo en todos sus ámbitos y aristas.

FINIS DESOLATRIX VERITAE

Autor: Martín Rodríguez Gaona

Editorial: AUB

Año: 2025

Páginas: 161

Relación con el autor: cordial.

Valoración: 3.5 estrellas de 5 posibles.