La rebelión, la guerra y el tributo
La rebelión, la guerra y el tributo
Jorge Paredes Laos

Un virrey sagaz pero despótico. Criollos indecisos entre su fidelidad al rey, el temor a un levantamiento indígena y el apoyo a la causa de la libertad. Élites provincianas que ven el momento adecuado para reclamar autonomía y rebelarse ante el centralismo limeño. Masas de campesinos pobres que tratan de salvarse del penoso tributo y muchos otros que buscan en los ejércitos reales el estatus de ciudadanía que creían negado. En medio de todo, la incesante transmisión de noticias venidas de España y de otros lugares que comerciantes, arrieros y pasquines se encargan de transmitir por todo el territorio: la captura de Fernando VII por las tropas francesas, el llamado a la resistencia y a elecciones de juntas de gobierno; revueltas en Puno (1808), Tacna (1811), Huánuco (1812) o Cusco (1814), y en escenarios no tan lejanos como Quito, Buenos Aires o La Paz. Tropas mayormente mestizas e indígenas que salen desde Lima por órdenes del virrey Abascal para ahogar estos focos rebeldes, y tropas mayormente foráneas que llegan desde los países vecinos para acelerar la emancipación. En esa contradicción subyace nuestra independencia en el umbral del siglo XIX. 
     Toda esta complejidad de escenarios y posibilidades ha avivado el debate entre los historiadores sobre el origen, características y resultados de este acontecimiento histórico, polémica que se puede resumir en estas preguntas: ¿fue nuestra independencia concedida por fuerzas extranjeras ante la inacción de los locales? ¿Fue alcanzada a partir del convencimiento de diversos sectores agrupados en un proyecto de nación? ¿O, más bien, fue un proceso largo y confuso que se manifestó desde lo que podríamos llamar el Perú profundo mucho antes que José de San Martín desembarcara en nuestras costas? La polémica se encuentra registrada en un libro de reciente aparición —"La independencia del Perú. ¿Concedida, conseguida, forjada?", un conjunto de ensayos editados por los historiadores Carlos Contreras y Luis Miguel Glave y publicado por el IEP, que añade, además, nuevas pistas en torno a este hecho de cara al próximo bicentenario. 

El origen del problema
Si tuviéramos que fijar una partida de nacimiento para esta polémica, diríamos que se inició en 1972, cuando las celebraciones por el sesquicentenario todavía estaban frescas. Entonces, dos historiadores publicaron un ensayo que buscaba poner el dedo en la llaga. Heraclio Bonilla y Karen Spalding afirmaron en síntesis que la independencia no había sido, como argumentaba la historiografía tradicional, un proceso germinado por sectores criollos de patriotas, el cual había devenido en la construcción de una nación mestiza; sino, por el contrario, había sido forjada por ejércitos extranjeros —los de San Martín y Bolívar— ante la poca acción de los peruanos, y que los beneficios de la libertad no habían alcanzado a los grandes sectores sociales marginados desde el Virreinato. 
    
Se puede decir que esta tesis ha tenido adeptos y detractores. En los últimos años ha sido rebatida por historiadores como Scarlett O’Phelan, quien ha hablado “del mito de la independencia concedida”; a la par que otros autores como Luis Miguel Glave o John Fisher se han esforzado por hurgar en esos intentos peruanos de rebelión o de agitación producidos desde mediados del siglo XVIII. Intentos que empezaron a forjar al menos una idea de autonomía o independencia desde adentro. Los ensayos de O’Phelan, Glave y Fisher forman parte de los 14 textos reunidos en este libro.
    
“Creo que el artículo de Bonilla y Spalding fue controvertido porque atacaba el libreto del ‘debe ser’ de la historia nacional. Los que se independizan, dicen, no son los sojuzgados sino los parientes de los sojuzgadores, y eso atacaba el papel que habían seguido nuestras élites”, afirma el historiador Carlos Contreras, coeditor del volumen. Esta tesis además puede ser cuestionada a la luz del auge de las historias locales que han ido revelando los múltiples intentos autonomistas o anticoloniales que se dieron sobre todo en el sur peruano desde 1730 o, más claramente, desde 1809 en el Alto Perú y el Cusco. Y, por otro lado, como explica Contreras, porque las independencias en Hispanoamérica están inscritas en un fenómeno político mayor que tiene que ver con la invasión napoleónica a la península ibérica, la captura del rey Fernando VII y el avance del liberalismo, hechos que terminaron por debilitar el imperio español. 
    
“En ese sentido, yo diría que la revolución sucede más por implosión que por explosión. No es un nacionalismo iberoamericano el que hace estallar el imperio español sino que sus propias columnas maestras se corroen y se vienen abajo”, explica el historiador. 

El factor económico
Otro aspecto poco analizado es la variable económica. Los altos gravámenes que el régimen español había impuesto por siglos no solo a la población indígena y mestiza sino también a los propios criollos terminó pasándole factura. “El movimiento de Túpac Amaru fue ante todo una gran rebelión contra la opresión fiscal”, asevera Contreras. Fue la excesiva alcabala, los abusos de la mita minera y el tributo indígena los que movilizaron a miles de indios y no pocos criollos en 1780, y también a los rebeldes del convulsionado Puno de 1808, cuando los pobladores de Tiquina decían a viva voz que ya no era tiempo de obedecer. Muchos tenían la ilusión de que llegada la República los impuestos serían abolidos. 
     No es casual que uno de los ofrecimientos que atrajo más a las masas indígenas a la causa libertadora fue el anuncio de San Martín de eliminar el tributo, promesa que luego sería incumplida y que fue motivo de frustración en los primeros años de 
la República. 
    Todos estos sucesos apuntan a que nuestra independencia más que concedida por ejércitos extranjeros —lo que hasta cierto punto es cierto— fue concebida a lo largo de décadas intensas, “con estallidos dispersos y continuos”, como escribe Glave en el ensayo “Guerra, política y cultura en la génesis de la independencia andina, 1808-1815”. 
     “Si bien no iniciamos la guerra, algo que no nos quita dignidad ni méritos —agrega Contreras —, cuando salimos a pelear por el bando del rey es que comenzamos a concebir la autonomía como una posibilidad. En ese camino los peruanos fuimos creyendo en la independencia”. Y no es de extrañar que esos propios campesinos, caciques o criollos que se convirtieron en soldados del rey terminaron luego en las filas patriotas, anhelando una ilusión que no habían tenido antes. La difícil y soñada libertad. 

Título: La independencia del Perú. ¿Concedida, conseguida, forjada?
Autores:  Carlos Contreras y Luis Miguel Glave, editores.
Editorial: IEP
Páginas: 494
Precio: S/.60.00

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