Una señora con su hija cargan leña. (Foto: Rember Yahuarcani)
Una señora con su hija cargan leña. (Foto: Rember Yahuarcani)
Rember Yahuarcani

Un señor carga un tronco de leña sobre su hombro. Un pescador rema raudamente a su hogar. Unas niñas miran temerosas a los militares desde sus ventanas. Unas treinta mujeres hacen cola en un agente del Banco de la Nación. Una señora acude al Centro de Salud por dengue y no logra ser atendida. La incertidumbre y la zozobra han caído sobre el pueblo como una torrencial lluvia que no se sabe cuando terminará. Con los rostros agobiados, muchos escuchan por el altoparlante el último reporte de contagiados por el en . Hay un silencio de funeral en el pequeño puerto y mercadito, alguna vez bullicioso. El arroz, el azúcar, el aceite han subido de precio, un huevo cuesta un sol y escasea el pescado. El malestar es visible en los rostros.

Algunos arribaron la noche anterior desde , huyendo en algún bote o escondidos entre los productos de la motonave que tiene el exclusivo permiso de solo transportar carga. El pueblo teme lo peor: un contagiado.

Dos agentes sin fondos

Pebas es uno de los cuatro distritos que conforman la provincia de Ramón Castilla, en Loreto e integra en su territorio a 60 comunidades. Está ubicado en la desembocadura del río Ampiyacú al Amazonas y tiene una población de 12.694 personas, según el censo de 2017. Cuenta con dos agentes del Banco de la Nación que siempre carecen de fondos. Muchas personas han sido beneficiadas con el bono de 380 soles anunciado por el Gobierno, y las colas no se han hecho esperar. Empiezan a las seis de la mañana y se prolongan un poco más allá de las nueve. El retiro de dinero está condicionado básicamente a si en el día anterior hubo depósitos. De lo contrario, no habrá retiros.

Las comunidades vienen exigiendo hace muchos años la apertura de una oficina del Banco de la Nación, pues eso significaría un ahorro económico y aliviaría un largo viaje de 13 a 18 horas a la capital de la provincia o a Iquitos. Al escribir esta nota, muchas personas me manifiestan que de nada sirven los anuncios del presidente si no hay un lugar donde cobrar los 380 soles.

Mercadado de Pebas vacío. (Foto: Rember Yahuarcani)
Mercadado de Pebas vacío. (Foto: Rember Yahuarcani)

Patologías estructurales

Pebas cuenta también con un centro de salud y 12 postas sanitarias, el servicio no es óptimo, hace falta personal profesional y equipos modernos. Por alguna razón que nadie explica, el médico siempre termina recentando para toda enfermedad paracetamol o ibuprofeno. De llegar el COVID–19 será una catástrofe sin precedentes. La energía eléctrica se brinda de seis de la tarde a once de la noche, así que la tan mencionada educación por televisión, radio e internet será imposible.

Pebas también es la puerta de entrada a las comunidades nativas de las naciones Uitoto, Bora, Ocaina y Yagua, ubicadas a lo largo de los ríos Ampiyacú y Yaguasyacú. Los yaguas están asentados allí desde hace cientos de años y respecto a los uitotos, boras y ocainas, su historia reciente está ligada a la oscura época del caucho y si hablamos de enfermedades, no olvidemos que estas tres naciones fueron devastadas a principios del siglo pasado por el sarampión.

El COVID–19 llega al mundo indígena en su peor momento: pobreza extrema, anemia, hepatitis B y C, diabetes, malaria, dengue, derrames de petróleo, asesinatos de líderes sociales y un abandono histórico por parte del Estado, son solo algunas de las patologías que aquejan y hacen mella a los indígenas.

Calles de de Pebas vacías. (Foto: Rember Yahuarcani)
Calles de de Pebas vacías. (Foto: Rember Yahuarcani)

Las comunidades nativas han tomado sus propias medidas respecto a la pandemia, han cerrado sus fronteras, están vigilando sus ríos, lo que ha llevado a un desabastecimiento de productos de primera necesidad como medicinas, alimentos y el comercio de productos locales. La intervención del Estado en estos momentos es crucial para la supervivencia de las comunidades que tienen sus ríos y tierras contaminadas, donde no hay peces que pescar, ni productos que cosechar, ni animales que cazar, donde el bono de S/ 380.00 es insuficiente para alimentar a una familia y donde los centros de salud carecen de medicinas esenciales. Urge también una vigilancia estricta de embarcaciones y personas foráneas hacia los territorios indígenas. Urge un verdadero acercamiento del Estado hacia los indígenas.


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