Fernando Vivas

Hace buen tiempo que Keiko Fujimori dejó el naranja como color dominante de su atuendo y de su vida. Por ahí, asoma en la K de una pancarta, en un muro, en una banderola, en la parafernalia de una portátil, pero ya no pinta como antes. Keiko paseó la primera vuelta vestida de blanco como si necesitara ser purificada de todo lo que le había pasado en la cárcel y manejando al mototaxi congresal.