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¿Por qué Design Thinking es el mejor método para innovar?

El Design Thinking conecta a los desarrolladores de productos con la experiencia del consumidor como ningún otro proceso.

¿Por qué Design Thinking es el mejor método para innovar?

El objetivo de ese proceso es aprender a partir de las reacciones de los usuarios al interactuar con el prototipo y así saber más del producto o la solución.

La metodología Design Thinking se ha convertido en los últimos años en una herramienta de gran utilidad para las empresas de todo tamaño, porque se enfoca principalmente en fomentar el recurso que genera mayor valor en los productos y servicios: innovación.

Esto se debe a que, gracias a su aplicación, se generan soluciones que de otro modo no se habrían podido implementar, permitiéndoles a los desarrolladores ponerse en los zapatos de sus propios clientes o usuarios. Por ese motivo, esta metodología gira alrededor de la experiencia del usuario antes que en el producto. Es decir, mientras que en el proceso tradicional se  partía del producto para definir la experiencia, este proceso parte al revés. Para hacer este análisis se integran equipos multidisciplinarios, que generen tantas ideas como sea posible.

El objetivo de ese proceso es aprender a partir de las reacciones de los usuarios al interactuar con el prototipo para saber más del producto o la solución. Este concepto se empezó a trabajar de forma profesional a principios de los años noventa, en Silicon Valley, tras la fundación de la empresa IDEO, liderada por Tim Brown, profesor de la Universidad de Stanford. Esta firma de consultoría en temas de innovación posee diversos títulos, que van desde la empresa que diseñó el primer mouse para Apple, la que creó el doble mecánico de la ballena de la película “Liberen a Willy” (la empresa que creó el Palm V, la que inventó el desfibrilador portátil, una mejor Pringle para P&G) hasta la que le bastaron cinco días para rediseñar el carrito de supermercados.

En palabras del mismo Brown, Design Thinking es un enfoque que se sirve de la sensibilidad del diseñador y su método de resolución de problemas, para satisfacer las necesidades de las personas de una forma que sea tecnológicamente factible y comercialmente viable, conectando el pensamiento analítico con el pensamiento creativo. Es decir, conectar los dos hemisferios cerebrales, tanto el lógico y racional como el artístico y emocional, en una misma dirección. Para Brown, en un mundo cada vez más complejo y cambiante, el pensamiento lineal ya no conduce a ninguna parte. En cambio, dejar emerger nuevos flujos de pensamiento basados en la intuición, el pensamiento crítico y la creatividad, genera la creación de nuevos paradigmas.

Entonces, ¿por qué se ha convertido en un método que está de moda? Por estas seis razones:

1.  Usar las manos
Permite generar ideas utilizando no solo el cerebro sino cualquier parte del cuerpo. En este proceso no basta con sentarse en un escritorio a pensar las ideas. Se sale de la oficina a investigar en el mismo lugar que está el consumidor o el usuario.

2. Riesgo real
Expone a los desarrolladores a la realidad del mercado. Al ponerse en los zapatos del consumidor, los desarrolladores de productos comprenden las necesidades a las que se enfrentan, planteando preguntas cuyas respuestas serán las mismas que se hacen los usuarios.

3. Tiempo y ritmo
Somete al equipo a plazos y ritmos dinámicos y exigentes. No se trata de generar productos en el largo plazo. Si se trata de ser los primeros en llegar al mercado, este método permite ser los primeros con soluciones mínimo viables.

4. Cocreación activa
El trabajo en equipo y la creación colectiva conduce al éxito. Esta metodología reúne por lo general a profesionales de diferentes ramas, todos sentados en busca de una misma solución. El aporte de cada profesional es vita en la construcción de la idea final.

5. Empatía a la vena
Nos obliga a ponernos la camiseta del usuario y del consumidor. Ningún método como este permite ponerse los pantalones de los consumidores. Antes de entrar en el modo ejecutor, observa, escucha y aprende primero cómo se comportan y utilizan las personas los productos.

6. Probar y probar
Genera prototipos bajo un enfoque de permanente ensayo/error. Gracias a esta apuesta por la innovación, las soluciones a las que se llegan no se dejan de probar. Por el contrario, la aplicación de esta metodología genera versiones cada vez más perfectas de los productos.

Para aplicar este método innovador, debes de tener en cuentra que el proceso posee cinco fases esenciales:

✔ Fase 1: Empatizar. Implica ponerse en los zapatos del consumidor o el usuario del producto. Obliga al desarrollador a convertirse en un investigador del comportamiento humano y conseguir una profunda comprensión de las necesidades de los usuarios implicados.

✔ Fase 2: Definir. Comprender la dimensión estratégica del reto que se enfrentará. Se trata de un esfuerzo por sintetizar el conocimiento generado hasta ahora alrededor del producto, para producir nuevas e interesantes perspectivas. Identificar donde están los problemas y entenderlos permitirá estructurar las oportunidades que definirán las soluciones innovadoras.

✔ Fase 3: Idear. Existen diversas técnicas de generación de ideas, desde el replanteamiento de hipótesis, la generación de relaciones forzadas (hibridación), la construcción de metáforas, la lluvia de ideas, entre otras. El objetivo es generar un sinfín de opciones, dando rienda suelta al pensamiento expansivo. Las ideas más estrambóticas, a veces, generan soluciones visionarias.

✔ Fase 4: Prototipar. Pero una idea sin ejecución no vale nada. Prototipar en diseño consiste en materializar las ideas. Un prototipo puede ser un dibujo, un modelo, una caja de cartón o una web beta. Es una forma de definir y de transmitir el concepto rápidamente. El hecho de convertir la idea en un producto tangible ayuda a visualizar las posibles soluciones.

✔ Fase 5: Testear. Es el momento en el que probamos nuestros prototipos con los usuarios. Esta fase empírica de validación es la clave para poder identificar fallos a resolver, mejoras significativas o posibles carencias. Entramos en un ciclo permanente de ensayo/error que permitirá evolucionar la idea hasta convertirla en la solución que busca el consumidor.

En términos más simples, podemos decir que Design Thinking adelgaza los procesos, pues el resultado genera lo que se llama una Solución Mínima Viable. Es decir, no se necesita invertir un fondo millonario en desarrollo e innovación, sino generar un número pequeño de soluciones mínimas viables, e invertir exclusivamente en ellas, reduciendo los riesgos.

En lugar de construir enormes productos que podrían quedar obsoletos si no tenemos la certeza de lo que buscamos, un equipo altamente calificado desarrolla experiencias sencillas, a un coste menor, llegar con el producto correcto al mercado antes que la competencia.

Lo más importante de la Solución Mínima Viable es que permite al equipo recolectar la máxima cantidad de conocimiento validado con clientes pero con el menor esfuerzo posible. De esa forma, mientras más contacto tenga la idea con la respuesta de los usuaros, habremos acelerado el desarrollo de productos.

Ahora que conoces al Design Thinking, ¿estás listo para probarlo junto a tu equipo laboral?

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