Durante décadas, la literatura de los negocios ha producido miles de libros sobre liderazgo, pero que han girado alrededor de un solo tópico: reflexionar, explicar e identificar las habilidades que deben reunir los jefes para convertirse en líderes, personajes casi míticos que expresan habilidades gerenciales que vayan más allá de dar órdenes, infundir temor entre los colaboradores o ser venerados solo por ostentar un cargo de poder. Bajo ese enfoque, para que toda organización prospere en el tiempo, se necesitan líderes que las conduzcan. No obstante, ¿qué pasa si los máximos directivos no reúnen todas las características que se les atribuyen a los líderes, como humanidad, integridad o empatía?
Para el profesor Tommi Auvinen, de la Universidad de Jyväskylä (Finlandia), autor del estudio “The Ghost Leader: An Empirical Study on Narrative Leadership”, el hecho de que no hayan líderes no quiere decir que no exista liderazgo dentro de una organización. No obstante, no se trata del liderazgo clásico del que hablan aquellos gurúes que escriben artículos como “5 consejos para dejar de ser jefe y convertirte en líder”. Según el análisis de Auvinen, el liderazgo es un don que se reparte entre determinadas personas, que rota en el tiempo o que finalmente se comparte entre las personalidades más influyentes de una empresa. En esos contextos, el resulta invisible, casi fantasmal.
Esta forma de liderar, a decir del reporte del profesor Auvinen, es el más apropiado para un mundo cada vez más digitalizado, en el que los grandes avances tecnológicos o los saltos en innovación son posibles gracias al trabajo colaborativo, en el que no solo los espacios de trabajo se transforman, sino los procesos o las metodologías, generando contextos en los que un liderazgo único casi resulta contraproducente. Empresas como Spotify, Snapchat, Google, Airbnb, Instagram, Vice, Warby Parker, Zappos, entre otras, han prosperado no por líderes irremplazables e inspiradores, sino por equipos en los que el liderazgo se reparte entre los integrantes o fundadores de la empresa.
Si bien empresas como Facebook son difíciles de imaginar sin el rostro del fundador, como es el caso de Mark Zuckerberg, es el trabajo en equipo de Sheryl Sandberg, Directora General, Mike Schroepfer, Vicepresidente de Tecnología, o Chris Cox, Director General de Producto, el que hace que todo fluya. El profesor Auvinen explica este liderazgo fantasma a través de una imagen de Papa Noel, porque los imaginaba trabajando contra el reloj tratando de tener millones de juguetes listos para la Nochebuena. Es decir, si bien Papa Noel es el líder del Polo Norte, que inspira a miles de elfos a fabricar juguetes todo el año para la Navidad, es el trabajo en equipo de los elfos, con quienes Papa Noel comparte el liderazgo, lo que hace posible que la maquinaria funcione.
“Aunque puede haber un líder en el mundo real, pueden haber innumerables líderes en el mundo de la imaginación”, explica Auvinen. Una reflexión similar a la que esbozó hace miles de años el antiguo filósofo chino Lao Tse: “Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe, cuando termina su trabajo, cumple su objetivo, dicen: lo hicimos nosotros mismos”. En ese contexto. los líderes deben poner sus necesidades por debajo de las necesidades de los que lidera, donde el reconocimiento no recae sobre la cabeza sino sobre el grupo, porque ser un líder no significa estar parado en un pedestal, sino, como trata de explicar Lao Tse, como un soldado más de la trinchera.
¿CÓMO LLEGAR A SER UN LÍDER FANTASMA?
La revista Harvard Business Review, en un texto titulado “Bruce Springsteen, el liderazgo del auténtico 'jefe' estrella de rock”, explica que existen tres formas de liderar a partir de las personas y no del líder.
1. Estar al servicio de la imaginación de los demás: pensar no en liderar para inspirar sino para retar al equipo a poder ir más allá de lo que nosotros mismos podríamos ir. Es decir, transmitir la certeza de que como equipo todos son más.
2. Darle un propósito al día a día de los demás: no resulta tan motivador ir a trabajar todos los días a cambio de un salario, lo mejor es incorporar un propósito en el negocio para que todos sientan que están creando algo con sentido de trascendencia.
3. Liderar con amor: es importante liderar con sentido de la compasión y de la empatía. Muchos líderes de grandes empresas de tecnología aplican este principio, como el CEO de LinkedIn, Jeff Weiner, quien dice ponerse en los zapatos del otro siempre.
NUEVOS LIDERAZGOS
No obstante, los nuevos modelos de organizaciones también requieren un nuevo enfoque de liderazgo. Los líderes efectivos, como explica Alejandra D’Agostino, socia de Consultoría en Capital Humano de Deloitte Perú, en un ambiente interconectado, deben tener un alto grado de inteligencia para crear redes, conociendo perfectamente qué está sucediendo en su compañía, en su industria y en su mercado de clientes. “Desafortunadamente solo el 7% de las organizaciones en el Perú han invertido o están invirtiendo para que su equipo de liderazgo esté digitalmente listo”, explica en su artículo “La transformación digital en el capital humano”. Para ella, el nuevo líder debe entender cómo construir y dirigir equipos, mantener a las personas conectadas y fomentar una cultura de innovación, aprendizaje y mejora continua.
Bajo ese enfoque, D’Agostino propone tres tipos de líderes:
Inversionistas digitales: ejecutivos que descubren oportunidades, invierten en talento, forjan asociaciones y construyen un ecosistema para que la innovación prospere.
Pioneros digitales: líderes que pueden reimaginar el futuro creando nuevos modelos de negocio.
Transformadores digitales: líderes que pueden gestionar a las personas, convirtiéndose en puentes para la innovación digital.
Cabe preguntarse, al final del día, ¿qué clase de líderes somos? Lo ideal, señala D’Agostino, o por lo menos lo que necesitan las organizaciones que esperan ser sostenibles en el tiempo, es que los CEO de hoy sean una mezcla de estos tres tipos de líderes. Si por lo menos somos uno seguramente será un gran avance. Ser los tres requerirá más esfuerzo.
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