Diego Ruete en Mistura: "Es diferente comer que alimentarse"

Diego Ruete es un revolucionario y ha venido para apoyar los talleres para niños que se imparten en el Gran Mercado de Mistura. Su visión de la enseñanza es revolucionaria y parte en la cocina, abrazando la naturaleza.

¿Por qué decides educar en alimentación a los niños?
Siendo educador desde hace más de 20 años, me di cuenta de que los niños están desconectados. Que el sistema educativo no hace hincapié en algo que naturalmente hacemos 4 veces al día, y que es alimentarnos. Propongo a las familias e instituciones educativas volver a darle valor al sentarse a comer, cocinar y aprovechar esa instancia para desarrollar cosas que se están perdiendo por la inmediatez.

¿Qué facultades despierta en un niño el contacto con los alimentos?
Mostrarles cómo una semilla se convierte en una planta, y que la podemos transformar en un alimento es magia para ellos. Académicamente, didácticamente, es una oportunidad para desarrollar desde las matemáticas a la biología, química, historia, geografía. Yo propongo que no tomen a la huerta y la cocina como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para atraer a los niños. Ellos aprenden no solo conocimientos. También desarrollamos hábitos, valores, respeto por la tierra, por nuestro cuerpo y el del amigo.

Imagino que no siempre pensaste así. ¿Cuándo cambiaste
Yo estudié bajo el sistema vareliano [por José Pedro Varela, promotor de la escuela pública en Uruguay]: docente adelante y niños mirando. Trabajando como educador, antes de imaginarme que iba a ser cocinero, me tocó ver el almuerzo de los niños en las escuelas donde trabajé. Veía en sus viandas el ‘amor’ que los padres le ponían a la comida que llevaban sus hijos. Les mandaban pasta hervida sin nada, fritos con fritos, nuggets ultraprocesados, poco color, poca textura, siempre lo mismo, cosas fáciles de comer para ellos. Cero importancia de los padres y de las instituciones educativas que tercerizan a empresas que transforman el almuerzo del mediodía en una anarquía educativa. Eso me llevó a desarrollar otro tipo de habilidades para motivarlos y hacer hincapié en que hay una diferencia enorme entre comer y alimentarnos.

¿Cuánto tiempo llevas trabajando este programa?
Hace 10 años que tengo Petit Gourmet, que es mi empresa y de lo que vivo. Trabajamos con privados que contratan nuestros servicios; y también niños que vienen a los talleres. También fui superembajador de Food Revolution por 4 años.

¿Por qué saliste?
Jamie Oliver [líder de esa organización] firmó con Sadia, una empresa brasileña que es la antítesis de lo que promovemos, un gigante de lo ultraprocesado y el maltrato animal. Por eso dije: ahora, Educocina para Todos [programa gratuito en escuelas públicas]. Además, hace tres años formé Huertas Comunitarias Montevideo. Tenemos como 5 huertas en la ciudad y una en la cárcel, que creció y ahora nos provee de semillas orgánicas (que llamamos “semillas de libertad”) y plantines que llevamos a las escuelas para activar más huertas.

¿Este tipo de iniciativas no recibe auspicios?
Es que vienen Nestlé, Unilever, Coca-Cola a auspiciarme, quieren que sea su rostro y hacer cosas lindas para lavar sus culpas, pero no acepto.

¿Qué tipos de empresas serían buenos auspiciadores?
Los mejores serían las empresas B, que más allá de perseguir un fin económico tienen un impacto social, medioambiental y trabajan con transparencia y justicia.

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