Uno de los momentos más emocionantes que ningún padre quiere perderse es ver a su hijo dar sus primeros pasos. Sin duda, esa imagen del bebé tambaleándose, con los brazos extendidos para mantener el equilibrio, mientras su cara refleja asombro, felicidad y determinación, es un hito inolvidable que marca una nueva etapa llena de exploración y autonomía. Pero, ¿cuándo debería ocurrir este gran acontecimiento? ¿Existe una edad exacta en la que todos los bebés deberían empezar a caminar?
Lo cierto es que, cada niño sigue su propio ritmo de desarrollo, por lo que la marcha no es la excepción. Algunos bebés sorprenden a sus familias al dar sus primeros pasos antes de cumplir el año, mientras que otros tardan un poco más. Sin embargo, esta variabilidad puede generar ansiedad en los padres, sobre todo, cuando comienzan a comparar el progreso de su bebé con el de otros niños o con las expectativas impuestas por la sociedad.
Caminar es un proceso complejo que depende de múltiples factores, razón por la cual no es solo una cuestión de tiempo, sino de preparación física y neurológica. Además, antes de ponerse de pie y dar sus primeros pasos, los bebés deben pasar por varias etapas previas fundamentales. En esta misma línea, fuentes especializadas en salud infantil, como MedlinePlus, destacan que el desarrollo de la marcha es un proceso progresivo y que cada niño puede alcanzarlo en momentos distintos sin que esto sea motivo de preocupación inmediata.
¿A qué edad suelen dar sus primeros pasos los bebés?
Según explicó Michele Marshall, pediatra de Cleveland Clinic a Hogar y Familia, la mayoría de los bebés comienzan a dar sus primeros pasos de forma independiente entre los 12 y 15 meses de edad, aunque el rango considerado normal varía desde los 9 hasta los 18 meses.
“No obstante, si a los 12 meses un bebé no se pone de pie con apoyo o a los 18 meses no intenta caminar y muestra rigidez, falta de coordinación poco interés por moverse o presenta dificultades significativas en el desarrollo motor, se recomienda consultar con un pediatra para evaluar si es necesario realizar una intervención temprana”, señaló el doctor Ángel Samanez, pediatra neonatólogo y director de Gestión Académica de la Universidad Científica del Sur.
¿Cuáles son los hitos del desarrollo previos necesarios para la marcha?
Antes de aprender a caminar, el bebé atraviesa diversas etapas de desarrollo motor que le ayudan a fortalecer músculos, mejorar la coordinación y adquirir el equilibrio necesario para la marcha.
De acuerdo con la doctora Marshall, entre los 3 y 4 meses, los bebés comienzan a levantar la cabeza y el pecho mientras están boca abajo, lo que fortalece el cuello y la espalda. Alrededor de los 4 a 6 meses, desarrollan la capacidad de rodar sobre sí mismos, y entre los 6 y 7 meses, logran sentarse sin apoyo, mejorando su estabilidad y control corporal. Posteriormente, entre los 6 y 10 meses, inician el gateo, desplazándose sobre manos y rodillas, un proceso clave para el fortalecimiento de extremidades y el desarrollo de la coordinación.
Hacia los 8 o 9 meses, los bebés suelen empezar a ponerse de pie con ayuda, utilizando muebles como punto de apoyo para mejorar la fuerza en las piernas. Luego, entre los 9 y 12 meses, comienzan a desplazarse lateralmente sujetándose de los muebles, una etapa conocida como “cruising”.
“El tiempo boca abajo o “tummy time” es fundamental en las primeras etapas, ya que fortalece la musculatura necesaria para los movimientos posteriores. Además, es importante tener en cuenta que, aunque el gateo no es indispensable para caminar, es una etapa beneficiosa que ayuda a organizar los movimientos y mejorar la coordinación”, aseguró el pediatra neonatólogo.
¿Qué factores influyen en el desarrollo de la marcha?
El desarrollo de la marcha en los niños es un proceso influenciado por múltiples factores. Según Edinson Ríos, pediatra de la Clínica Ricardo Palma, el ritmo del desarrollo motor de cada bebé está determinado por su genética, lo que significa que algunos niños pueden alcanzar los hitos motores más rápidamente que otros sin que esto indique una anomalía.
Asimismo, los niños que son prematuros pueden tardar un poco en alcanzar este hito del desarrollo, así como también aquellos que presentan un peso elevado, ya que dificulta el sostenimiento de su propio cuerpo. Además, condiciones médicas como hipotonía muscular, distrofia muscular, parálisis cerebral infantil o problemas de cadera como la displasia pueden afectar la capacidad de caminar correctamente.
“El entorno juega un papel fundamental en el desarrollo de la marcha. Un ambiente que fomente la exploración y el movimiento contribuye positivamente con este proceso, mientras que la restricción del bebé en dispositivos limitantes puede alterar o retrasar el desarrollo psicomotor. Por ejemplo, el uso excesivo de sillas, portabebés, coches o columpios priva al menor de poder moverse libremente. Por ello, es importante equilibrar el tiempo en estos dispositivos con períodos en los que el bebé pueda estar en el suelo, explorando y fortaleciendo sus músculos. De igual manera, el uso de andadores no es recomendable, ya que pueden interferir con el desarrollo natural de la marcha y aumentar el riesgo de caídas o accidentes”, agregó la pediatra de la Cleveland Clinic.
¿Cuáles son los signos de alerta que pueden indicar un retraso en la marcha?
Además de no intentar ponerse de pie con apoyo a los 12 o no caminar de forma independiente a los 18 meses, el doctor Samanez indicó que una señal de alerta es si el niño usa solo una pierna, camina de puntillas todo el tiempo o tiene poca fuerza en las piernas.
“Es normal que, al inicio, los bebés caminen en puntas o con los pies hacia adentro o hacia afuera, ya que están aprendiendo a equilibrarse. Sin embargo, estas posturas suelen corregirse con el tiempo a medida que mejoran su estabilidad. Si después de los 2 años persiste dicha manera de caminar o presentan otras asimetrías en el patrón de la marcha, como la cojera, el arrastre de un pie o tiene dificultades para equilibrarse, es recomendable acudir al pediatra, puesto que podría indicar un problema ortopédico o neurológico que está interfiriendo con su desarrollo motor”, precisó el médico pediatra, Alonso Santos.
¿Cómo cambia el desarrollo cognitivo de un bebé una vez que comienza a caminar?
El inicio de la marcha representa un punto clave en el desarrollo cognitivo de un bebé, ya que le permite explorar su entorno con mayor autonomía. Según Michele Marshall, esta nueva habilidad no solo aumenta la interacción del niño con el mundo que lo rodea, sino que también estimula su aprendizaje y comprensión. Al caminar, el bebé entra en contacto con diferentes objetos y situaciones, lo que enriquece su desarrollo cognitivo y le ayuda a mejorar su percepción espacial y coordinación motora.
Por otro lado, Mary Yamamoto, psicóloga especialista en familia de Pediatric Plus, enfatizó que la adquisición de la marcha no implica una pausa en la formación de conexiones neuronales. De hecho, el desarrollo cognitivo sigue en constante evolución a medida que el niño recibe estímulos de su entorno cercano y familiar. Además, continúa fortaleciendo habilidades esenciales como la memoria y el lenguaje, lo que demuestra que el proceso de aprendizaje es continuo y dinámico.
¿Cómo se puede estimular el desarrollo de la marcha sin forzar al bebé?
Para estimular el desarrollo de la marcha sin forzar al bebé, es fundamental proporcionarle un entorno seguro y estimulante que le permita explorar libremente. De acuerdo con la pediatra de Cleveland Clinic, además de estrategias como el “tummy time”, es recomendable ubicar juguetes fuera del alcance inmediato para motivar al bebé a moverse y extender sus límites. Asimismo, es importante estimularlo a que se agarre de muebles o superficies bajas para dar sus primeros pasos, mientras se le brinda apoyo sin forzarlo, de modo que se siente seguro y confiado.
“Ayudar al bebé a caminar tomándolo de las manos puede ser beneficioso para su confianza y equilibrio. Sin embargo, es crucial permitir que el niño también tenga oportunidades de intentar ponerse de pie y dar pasos por sí mismo para fomentar su independencia y un desarrollo muscular adecuado. En definitiva, es importante respetar el ritmo natural del bebé. Forzar al bebé a ponerse de pie o caminar antes de que esté preparado puede generar tensiones en sus músculos y articulaciones en desarrollo, lo que potencialmente puede afectar la postura y el desarrollo óseo. Por ello, es recomendable que los padres permitan que el bebé alcance estos hitos de forma progresiva y de acuerdo con su propio tiempo de maduración”.
Por su parte, el experto de la Universidad Científica del Sur, añadió que, aunque no hay evidencia científica sólida que demuestre que ciertos tipos de música o ritmos mejoran el proceso de la marcha, sí puede ser una forma divertida de estimular el movimiento del bebé.
Según el doctor Ríos, una buena alimentación es igual de importante que la estimulación temprana, ya que es clave para el desarrollo psicomotor grueso y fino del niño, pues un adecuado estado nutricional contribuye a un mejor soporte muscular y óseo. La deficiencia de ciertos nutrientes, como la vitamina D, el calcio y el fósforo, puede afectar el desarrollo motor.
“Nutrientes esenciales en esta etapa incluyen el calcio y la vitamina D (presentes en leche, queso, yogur y pescado) para la formación ósea; las proteínas (carnes, pollo, pescado y legumbres) para el crecimiento muscular; y el hierro (carnes rojas, espinaca y lentejas) para prevenir la fatiga y mejorar la energía”, detalló Ángel Samanez.
¿Es mejor que el bebé camine descalzo?
Lo ideal es que el bebé camine descalzo al principio, ya que esto favorece el desarrollo natural de su equilibrio y la fuerza en los músculos de los pies. Como destacó el doctor Santos, al no usar calzado, el cuerpo del bebé busca sus propios puntos de apoyo y equilibrio para lograr una postura erguida, proceso que podría verse interrumpido si se le colocan zapatos demasiado pronto.
Por esta razón, es importante que el bebé practique en un entorno seguro. Esto incluye disponer de superficies firmes y antideslizantes, que permitan al menor desarrollar su equilibrio sin riesgo de caídas. Como recalcó la doctora Marshall, un suelo adecuado favorece la estabilidad y la confianza al dar los primeros pasos, mientras que suelos resbaladizos o demasiado blandos podrían dificultar el aprendizaje de la marcha.
“Los padres debemos ser muy cuidadosos con la seguridad de los niños cuando comienzan a caminar. En esta etapa, se convierten en grandes exploradores y pueden acceder a lugares y objetos que antes no alcanzaban. Por eso, es fundamental prevenir accidentes: instalar rejillas en las escaleras, asegurar enchufes, mantener sustancias tóxicas y medicamentos fuera de su alcance, y evitar el acceso a la cocina. Las caídas también son un riesgo importante. Un niño que sufre una caída fuerte al empezar a caminar puede desarrollar miedo y retrasar su desarrollo motor. Además, es clave que los muebles sean seguros, sin puntas afiladas ni superficies inestables que puedan volcarse fácilmente”, concluyó Edinson Ríos.
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