
El verano llega con días soleados, tiempo al aire libre y, por supuesto, momentos perfectos para disfrutar del agua. Para las familias con bebés, la piscina suele ser una excelente opción para refrescarse y crear recuerdos inolvidables. Sin embargo, aunque esta experiencia puede ser emocionante y llena de ilusión al ver a nuestros pequeños explorar nuevas aventuras, también surgen preguntas inevitables: ¿es seguro llevar a un bebé a la piscina? ¿A qué edad es recomendable introducirlo al agua? ¿Qué cuidados debemos considerar para proteger su delicada piel y su salud?
Si bien pueden llegar a ser abrumadoras, es totalmente natural que surjan, pues los bebés tienen necesidades específicas que requieren atención especial para garantizar su bienestar. Aspectos como la temperatura del agua, el tipo de bloqueador solar y los riesgos asociados al exceso de sol, infecciones o accidentes, son fundamentales para preparar una experiencia acuática segura y placentera.
¿A qué edad es seguro llevar a un bebé a la piscina?
La recomendación general es esperar hasta que el bebé tenga al menos 6 meses de edad. Como explicó Carla Hübner, dermatóloga de la Clínica Ricardo Palma a Hogar y Familia, esto se debe a varias razones importantes. Por un lado, antes de la edad señalada, los bebés no tienen suficiente control sobre su cabeza y cuello, lo cual es vital para su seguridad en el agua.
Asimismo, su piel es extremadamente sensible, por lo que no se sugiere exponerlos al sol de forma directa y a productos químicos presentes en el agua de las piscinas. Además, los bebés antes de los 6 meses no son capaces de regular adecuadamente su temperatura corporal, lo que incrementa el riesgo de hipotermia al estar en el agua.
Es importante tener en cuenta que el sistema inmunológico de los bebés menores de seis meses todavía está en pleno desarrollo, lo que los hace más vulnerables a infecciones que podrían contraer en las piscinas.
Carla Young, pediatra
Sin embargo, para la dermatóloga del Círculo Dermatológico del Perú, Rosa Pérez Córdova, si el bebé va a ingresar a piscinas acondicionadas especialmente para matronatación, se consideraría seguro iniciar desde los 4 meses de vida, puesto que la temperatura suele oscilar entre 28 ° C y 30° C y la concentración de cloro es adecuada, ya que no irrita la piel ni los ojos del menor.

¿Cómo sé si mi bebé está listo para entrar al agua?
De acuerdo a Rosa Inés Castro, dermatóloga pediátrica de la Clínica Internacional, es importante considerar los siguientes factores:
- Evaluación previa del pediatra: Es fundamental descartar cualquier condición médica que pueda contraindicar la actividad acuática, como problemas dermatológicos, alergias o sensibilidad al cloro.
- Control de cabeza y cuello: El bebé debe poder sostener la cabeza erguida sin ayuda, ya que esto le permitirá mantener una postura segura en el agua y evitar riesgos como el ingreso accidental de agua a las vías respiratorias.
- Tolerancia al agua: Algunos bebés muestran más resistencia al agua que otros. Si se nota mucho malestar o llanto excesivo al contacto con el agua, es mejor esperar y probar más adelante con introducciones graduales.
- Salud general: El bebé debe estar sano y sin ninguna infección respiratoria, de piel u otra condición que pueda agravarse con la exposición al agua o la temperatura de la piscina. Además, se recomienda esperar al menos 48 horas después de la recuperación de cualquier enfermedad para llevarlo a la piscina.
Otro factor clave es la temperatura del agua, la cual debe ser entre 29° C y 32° C. Por esta razón, como mencionó Pedro Cazorla Salinas, médico pediatra y docente de medicina humana de la Universidad San Ignacio de Loyola, es recomendable que las primeras experiencias en el agua sean en piscinas privadas, ya que están más controladas, a diferencia de las públicas, que en verano pueden suponer un riesgo debido a la cantidad de personas y la posible falta de higiene o control de la calidad del agua.
¿Cuáles son los riesgos más comunes que podrían presentar los bebés en la piscina?
A nivel dermatológico, los riesgos suelen ser las quemaduras solares significativas. Según Castro, diversos estudios han demostrado que más de cinco quemaduras solares o mal llamadas “erisipelas” en los primeros 20 años de vida, pueden predisponer a un mayor riesgo de cáncer de piel en la adultez. De igual manera, las infecciones en la piel ocasionadas por bacterias y hongos en el agua contaminada, así como la irritación de la dermis por las grandes cantidades de cloro que provocan eritema, descamación y ardor, son dos peligros que deben considerarse.
Sin duda, como señaló la experta del Círculo Dermatológico del Perú, un riesgo con el que hay que tener mucho cuidado es el ahogamiento, al igual que la hipotermia y las caídas o golpes con pisos o barandas.
“El agua de las piscinas que no está tratada con cloro en cantidades adecuadas o que se encuentra contaminada por la falta de limpieza, facilita el contagio de conjuntivitis”, aseguró Amelia Cerrate, oftalmóloga de la Clínica OftalmoMedic.

¿Qué medidas de seguridad se deben considerar para un día en la piscina?
Supervisión constante
Los padres deben vigilar al bebé en todo momento, tanto fuera como dentro de la piscina, evitando cualquier distracción. Asimismo, como recalcó la doctora Pérez, es importante que el adulto al entrar a la piscina con el bebe tenga cuidado para prevenir caídas, observando siempre la presencia de barandas cercanas para sujetarse.
“Al entrar se recomienda que primero ingresen los pies y poco a poco ir distribuyendo el agua en el resto del cuerpo del pequeño para que la piel se adapte progresivamente al cambio de temperatura. También es crucial evitar que el agua ingrese a los oídos o que la ingiera, por ello, la cabeza siempre debe estar bien levantada”.
Dispositivos de seguridad
Según el médico pediatra, los flotadores tipo anillo o chalecos de flotación diseñados especialmente para bebés son los más apropiados, razón por la cual, es importante evitar aquellos que no proporcionan un soporte adecuado, como los que se colocan únicamente en los brazos. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta que, si bien estos dispositivos son útiles, no reemplazan la supervisión de un adulto, por lo que el bebé debe estar siempre acompañado.
“Algunos chalecos salvavidas indican ser seguros para bebés de 14 kilos o menos o especificaciones similares. Sin embargo, es fundamental tomar estas recomendaciones con precaución, ya que un chaleco salvavidas debe ajustarse correctamente para ser efectivo, y la mayoría de los bebés de 6 meses no encajan bien en estos dispositivos. Además, es importante destacar que flotadores, juguetes inflables y otros accesorios acuáticos no deben considerarse como sustitutos de un chaleco salvavidas aprobado”, afirmó la doctora Brigitta Moresea, pediatra de Cleveland Clinic.
Tiempo de permanencia
Para las primeras experiencias, unos 15 minutos son suficientes. A medida que el bebé se vaya adaptando, puede aumentar gradualmente el tiempo, pero no debe exceder de 30 minutos, indicó la especialista de la Clínica Internacional.
Además, es importante que los padres estén atentos a ciertas señales que indican que el bebé debería salir del agua:
- Temblores: Signo de frío en exceso. Los bebés tienen la piel más delgada y son más sensibles a los cambios de temperatura, lo que puede llevar a una rápida pérdida de calor en el agua.
- Labios o manos moradas: Otro indicador de que el bebé tiene frío en exceso y su circulación podría estar comprometida.
- Llanto excesivo: Si el bebé está llorando de manera persistente, puede ser una señal de incomodidad, ya sea por frío, hambre, cansancio o alguna molestia física relacionada con el agua.
- Cansancio o bostezo: Si el bebé comienza a bostezar o parece cansado, es probable que esté fatigado y necesite un descanso.
- Nauseas o vómitos: Pueden ser señales de que algo no está bien, ya sea por haber tragado agua en exceso o debido a incomodidad física.
- Piel enrojecida: Una piel excesivamente enrojecida puede ser signo de irritación, alergia al cloro u otros productos químicos en el agua, o una reacción al sol.
- Aumento de volumen de párpados o labios: Hinchazón en estas áreas podría ser un signo de reacción alérgica o sensibilidad a los productos químicos en el agua, como el cloro, y requiere atención inmediata.

Protección solar
Antes de los 6 meses, se debe evitar totalmente la exposición directa al sol, utilizando únicamente ropa de algodón que cubra su piel y un gorro de ala ancha para proteger su cabeza y rostro. Del mismo modo, como destacó la dermatóloga pediatra, se debe evitar el período de 10 a.m. y las 4 p.m., que son las horas de mayor intensidad solar.
A partir de los 6 meses, es seguro comenzar a usar protector solar, pero es importante elegir el adecuado. Se recomienda un bloqueador de amplio espectro con FPS 50 o superior, que ofrezca protección contra los rayos UVA, sea resistente al agua y al sudor, y no contenga fragancias ni químicos irritantes como oxibenzona o octinoxato. En bebés menores de 2 años, se prefieren las pantallas solares minerales, que son más suaves y menos propensas a causar irritaciones. Además, el protector debe ser hipoalergénico para cuidar la piel sensible del bebé.
“El protector solar debe aplicarse 30 minutos antes de salir al aire libre y reaplicarse cada 2 o 3 horas, o con mayor frecuencia si el bebé está en el agua o sudando. Es esencial no olvidar zonas como detrás de las orejas, el cuello, las manos y los pies. Para una cobertura adecuada, se puede usar una cucharada de aproximadamente 15 gramos para cubrir todo el cuerpo de un bebé mayor de 6 meses. Sin embargo, la protección solar no se limita al uso de cremas: la ropa con protección UV es una gran aliada”, sostuvo.
Cuidado post-piscina
Al salir del agua, es importante secarlo bien con una toalla para evitar golpes de frío. Posteriormente, se recomienda bañar al bebé con agua tibia y un jabón suave (neutro o de glicerina), hipoalergénico y sin perfume para eliminar el cloro y evitar irritaciones en la piel, refirió Carla Hübner.
Tras el baño, se le debe aplicar una crema hidratante especial para bebés, que ayude a restaurar la barrera cutánea y a mantener la piel suave e hidratada. Además, es necesario revisar las zonas más delicadas como pliegues de piel y aquellas de contacto con los pañales, ya que el cloro puede causar irritaciones o resequedad.
“En definitiva, para disfrutar de un día en la piscina, es vital mantener al bebé hidratado, vestirlo con ropa ligera, ofrecerle pequeños descansos en la sombra y evitar actividades intensas durante el calor extremo. También es crucial estar atentos ante síntomas de golpe de calor, como piel caliente y seca, llanto descontrolado, falta de sudoración, respiración rápida o superficial y letargo. Por ello, es fundamental tener a mano un botiquín con lo necesario para primeros auxilios y saber cómo reaccionar en caso de emergencia”, concluyó el doctor Pedro Cazorla.
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